Griselda permaneció inmóvil ese día, en el umbral de la puerta, alumbrada por la luz pálida de la gran ventana que se recortaba frente a ella. A sus espaldas, el pasillo estaba cubierto de sombras, y por esto mismo, pese a la blancura desvía de la luz del mes de diciembre, tan solo se la veía a ella.Desde el marco de la puerta, ella repitió sus palabras "NO ME SIENTO BIEN"