Las fotos representaban la imagen de un hombre fuerte, pero no atlético, casi siempre vestido con colores oscuros y ropa más bien demasiado ancha. De rostro anodino, un tanto infantil, tez pálida, cabello negro, muy lacio, y un peinado de primera comunión. Daba la impresión de no preocuparse por su aspecto. Baranov avanzaba por la vida rodeado de enigmas. Lo único más o menos cierto era su influencia con el Zar.