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«Mi obra concecta con la gente joven de ahora que vive lo mismo y que viene acompañado de un miedo, no de una normalidad»

«Mi obra concecta con la gente joven de ahora que vive lo mismo y que viene acompañado de un miedo, no de una normalidad»

"Una luz tímida" África Alonso (Seix Barral 2024)

domingo 18 de agosto de 2024, 11:51h
"Enamorarse en un escenario de infancia, en una mirada que no juzga"

Rosa pasa página charla con África Alonso, dramaturga, autora, actriz y escritora que ha publicado “Una luz tímida” un homenaje a la memoria histórica del colectivo LGTBIQ+ inspirada en una historia real que la autora adaptó al teatro. Una historia de amor durante el franquismo entre Isabel, una joven profesora que llega a una población pequeña de Valencia, y Carmen, cuya familia profundamente conservadora, la interna en un hospital de enfermos mentales.

P.—Vemos un titular y prejuzgamos antes de ni siquiera haber leído la noticia. Una vez leída olvidamos que lo importante no es el fin de los hechos, sino qué les llevó a ese final.

R.—Has descrito total y exactamente lo que siempre digo. Esta frase lo recoge muy bien. Pues creo que es lo que hacemos todos, nos dejamos llevar por ese titular, a veces nos impacta tanto que no queremos volver a él, porque a veces es precisamente eso, un titular y no hay más detrás, y otras veces lo que hacemos es empezar a juzgar antes de tiempo.

P.—Entiendo que hay diferencias de formato y de contenido en lo que primero fue una obra de teatro.

R.—Yo siempre digo que la obra es un 20% quizá de lo que ha acabado siendo el libro, que a mí también me ha sorprendido mucho de qué forma he podido amplificar el universo de Isabel y de Carmen.

P.—Cuatro años de gira ha debido de marcarte mucho.

R.—Sí, quien hace teatro sabe que un periodo de cuatro años es muchísimo tiempo representado una y otra vez, sin parar.

P.—¿Cómo ha sido el proceso de escritura?

R.—Sabrás que ha sido un proceso muy inmersivo. Decidí irme allí, al pueblo donde había pasado Isabel parte de su vida y llego como ella, asándome de calor y en pleno Agosto, que es cuando se celebran las fiestas, y yo no estoy acostumbrada a las procesiones y a las celebraciones religiosas, y es lo que primero me llamó la atención, y por donde decidí empezar, por el personaje de Isabel, que además tengo costumbre de llevarlo en el cuerpo, porque lo interpreto.

P.—El inicio de la obra y el final; su similitud.

R.—Para mí la obra es muy circular. Empieza con una cita de un musical, de Heidenstam, donde dice que cuando una historia es triste; es una historia es trágica, pero la contamos una y otra vez, porque en el momento de volver a contarla, siempre nos da la sensación de que puede acabar de forma distinta, o sea, que pueda acabar bien. Entonces, al final, el hecho circular para mí tenía sentido.

P.—¿Qué lleva a Isabel allí?

R.—Pues el azar, el estar un poco perdida en el mundo, porque ella, rompe lazos con la familia. Entonces, cuando pierdes la familia, que es algo que también es muy común en el relato de la gente mayor LGTBIQ+, llega un momento que sienten que o la familia o yo, y te ves obligada a renunciar a lo que eres para ser lo que quieres ser y lo que realmente eres. Entonces, es lo que le pasa a ella.

P.—Y además las dos son maestras de escuela.

R.— Iban un poco como barquitos alrededor del mar, cubriendo plazas hasta que conseguían una plaza fija. Con el tema de las maestras me ha ayudado mucho mi abuela, que ella lo ha sido toda la vida. Y es a quien dedico mi libro porque ella es la mejor.

P.—Carmen se siente especialmente guapa. Cuida su aspecto, se arregla sobre todo los domingos para ir a misa, una obligación impuesta por una familia conservadora.

R.—Carmen es de esas personas que es maestra de alma, o sea, tiene oficio de verdad. Por eso es tan triste que luego tenga que dejar la profesión por culpa del hospital, por culpa de la familia.

P.—¿Cómo fue la respuesta de las personas que la conocieron o han oído hablar de ellas? ¿Cuál fue tu planteamiento para recibir información?.

R.—Lo hacía con mucha cautela, demasiada diría yo y llegué hasta donde pude llegar. No decía que iba a escribir una historia sobre el amor de Isabel y Carmen, no. Les contaba que quería escribir para homenajear a las maestras y eso me permitía llegar a más gente que seguro hubieran sido más reticentes de enfocarlo de la otra manera.

P.—Personajes de luz y sombra.

R.— Te darás cuenta que son personajes que no son solo luz, tienen mucha sombra también. Entonces, cuando alguien, entre comillas, me hablaba mal de los personajes, eso era súper útil y súper fantástico.

P.—Se enamoran en un escenario de infancia.

R.—En la escuela, con las niñas, se sentían más libres, rodeadas de ellas cuando estaban en el patio. Y a veces usaban a las niñas para poder hablar en secreto. Me gustaba pensar que dentro del dolor que acompañó a esta relación, al final ellas están rodeadas de una mirada que no juzga, de una mirada tierna, que no lee entre líneas, que sólo ve lo bonito que son las niñas en este caso.

P.— Descubrir tu propia sexualidad y no saber qué hacer.

R.—Esto, fíjate, es un elemento de la relación de Isabel y de Carmen, pero que conecta muchísimo también con la gente joven de ahora. Y esto lo he visto porque el público de teatro es muy joven, cosa que vivo como un éxito personalmente, es chicas jovencísimas, que conectan con lo que les está pasando a los personajes. Porque, por desgracia, cuando notas que no entras dentro de la norma y sientes que como chica sientes atracción hacia una chica, como chico hacia un chico, siempre al principio eso viene acompañado de un miedo, todavía no viene de una normalidad, no lo vives de buenas a primeras como algo natural, vamos hacia allí, pero de momento no es así.

Entonces, lo que les pasa a Isabel y a Carmen no deja de ser súper actual, dentro de que después la historia, por supuesto, se desarrollaría con gente de una forma muy distinta, pero lo que les pasa es un elemento común, por desgracia todavía en el colectivo, ¿qué pasa? ¿ahora que voy a ser yo, eso, tengo que renunciar a mi familia? ¿Me van a dejar de querer cuando diga lo que me pasa? ¿Me va a rechazar la persona a la que se lo digo? Todas estas cosas.

P.—Electrosock para encubrir y tratar lo que se considera una enfermedad camuflada en alguna que otra migraña que Carmen padecía.

R.—Carmen sufrió el horror durante diez años. Yo solamente me pongo en su papel a kilómetros de distancia y digo, ¿cómo puede salir una persona? ¿De qué forma sale de ahí?

P.—Una segunda parte en la que vemos cómo afecta no solo a Carmen cuando sale del hospital, también a Isabel, distinta después de diez años de espera.

R.—Los personajes y los lectores, tienen que pasar por esa segunda parte para que entiendas, cómo acabaron que es mi primerísimo objetivo de la novela, que comprendan el final.

Una segunda parte muy psicológica, mucho, porque Carmen sale del hospital con una cárcel en la cabeza, con un hospital en la cabeza, sale pero no sale. Y no solamente quién sale sino quién la está esperando. Que también es otra Isabel, es otra persona.

Primero por el tiempo que ha pasado y segundo por cómo encuentra a Carmen que posiblemente no encuentre a la Carmen que ella buscaba o conocía en su momento. Y el efecto de la ausencia de la otra, que ha perdido el amor de su vida, esos 10 años que Isabel vive sin Carmen.

Y pensé que era necesario una pausa en el libro y que la historia volvería a recuperarse cuando ellas se reencontraran. Es un poco lo que me ocurre cuando interpreto durante tanto tiempo al personaje de Isabel, que lo llevo en el cuerpo, y me sorprendía porque cada día parecía diferente y en la distancia desde la primera función otra distinta. Y de tanto darla al público sentía que ya no era mía, que ya no eran míos los personajes que escribí hace ocho años. Y necesitaba recuperarla, y también volver a esa etapa más dulce, que es la de la creación, que después vienen las responsabilidades, que es cuando escribes algo tienes que llevarlo a cabo, y eso es durísimo. En nuestro país, hacer teatro es un campo de minas total.

P.—El amor entre Isabel y Carmen…hemos avanzado mucho, pero hay cierto retroceso.

R.—No me extraña, porque hay mucha gente empujando hacia atrás y además que tienen una presencia muy clara en las televisiones, en los parlamentos y en las calles. El orgullo con el que ha resurgido la extrema derecha, que nunca se había ido, está claro. Y por supuesto hay miedo a volver atrás porque a veces cierras los ojos y parece que estemos en plena dictadura, rodeada de fascistas, vamos a decirlo de manera clara y redonda.

P.—Cuando te instalas en el piso, en la casa, en la vivienda, y empiezas a rescatar testimonios de gente que lo recuerda, qué te transmiten de verdad de aquello que ocurrió o de cómo ellas vivían juntas, aisladas, aunque no dejaban de tener un cargo público, que estaban educando a niños y claro no todo el mundo quiere que le eduque una persona que es lesbiana.

R.—Algunos no lo supieron jamás, nunca salieron del armario. Pero lo descubrieron leyendo el periódico. Mucha gente se dió cuenta de que en efecto eran pareja y otras nunca se dieron cuenta de nada. Me sorprendió mucho lo difícil que tenía que ser el equilibrio de vivir a escondidas y pasear por ahí, existir allí. Y también me sorprendió, la ternura, el proceso tan bonito, lo mágico que era todo y la vida. Yo iba a escribir pensando que escribiría una historia muy oscura y muy dolorosa y no podía evitar que hubiera alegría. Creo que ha sido un elemento importante en el libro al final.

P.— Precisamente y ya para terminar, volvemos al principio en el que tú no te quedaste solo con el titular. Quisiste saber qué ocurrió en realidad.

R.—Exacto. Y aquí hay una nota que queda de puño y letra de Carmen, de la Carmen real, que en realidad si analizas cada una de las palabras puede decirte tantas cosas, de la vida que llevaron y por encima de todo del amor. Porque hubo amor y mucho.

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