"Creo que a veces tienes que recordarte a ti mismo que no tienes miedo de lo que está pasando ahora, sino que es el niño dentro de ti el que tiene miedo"
Alex Michaelides, autor de novelas tan exitosas como “La paciente silenciosa” y “Las doncellas” acaba de publicar “La furia” (Alfaguara 2024), Rosa pasa página tiene de nuevo el placer de charlar con él, un escritor que va más allá de un asesino o de quién lo comete, lo que más le interesa es, qué le llevó a cometerlo y cuál fue su infancia, su adolescencia, la base en la que se sustentan y se alimentan la mayoría de los crímenes. Michaelides, nació en Chipre, su nueva novela está ambientada en Aura, una isla ficticia en las islas Griegas.
P.—Nunca empieces un libro hablando del tiempo. Evitar hablar del tiempo es un consejo sensato, pero lo desoyes por tu cuenta y riesgo.
R.—Sí. Voy a desoír por mi cuenta y riesgo. Voy a hablar del viento, el viento que azota las islas de Griegas, el indomable e impredecible viento de Grecia, un viento que te hace perder la cordura.
P.—Escapar del clima inglés y pasar unas vacaciones en un islote griego de lujo, una idílica residencia de verano azotada por el viento. Siete personas atrapadas en una isla, una de ellas es un asesino. Si planteamos esto así, sí que parece una historia propia de Agatha Christie, pero está claro que en este caso no se trata para nada de ver quién mata a quién. Hay mucho más, un perfil psicológico.
R.—Sí, eso es lo que intento hacer. Mi interés siempre ha sido tomar un "plato" de Agatha Christie y luego añadir personajes psicológicos complejos. Y quería tomar el conjunto clásico de personas que van a una isla y luego hacer que todos se vuelvan unos en contra de otros.
P.— El narrador es realmente quien te está contando la historia a tiempo pasado y presente.
R.—Él sabe lo que ha pasado desde ese pasado y cuenta la historia desde lo que siempre ha querido contar durante todos esos años hasta el presente.
P.—¿Importa más en esta historia el cómo que el por qué?
R.—Creo que es el porqué, lo más importante en la psicología, lo que hace a alguien capaz de crecer. Es lo que me interesa, lo que intento hacer es volver a la infancia del personaje y examinar lo que era su vida cuando crecía, cuando era pequeño y por qué se convirtió en quién es. Y cómo fui descubriendo al propio personaje.
P.—¿Y qué sentiste según fuiste descubriendo ese perfil de este personaje, esa infancia? ¿Cuáles eran tus sentimientos?
R.—Me cautivó no solo por la historia, también por mí mismo. Era como si la escuchase por primera vez. Como si lo fuera descubriendo a medida que la contaba. Entonces, creativamente fue muy emocionante para mí.
P.—¿Quién y a quién, regala una isla y su propia casa?
R.—Bueno, yo trabajé en Hollywood. Estuve con algunas personas muy famosas y me quedé con la boca cerrada y los ojos abiertos. Y un día me dije, algún día quiero escribir sobre estas personas, quería escribir sobre lo que vi, gente, con tantísimo dinero, con vidas tan extravagantes, quería explorar toda esa parte, pero es verdad que las personas que yo conocí para mí eran como muchos niños heridos, que habían tenido infancias complicadas y fue muy interesante para mí explorar eso.
P.—Sí, porque regalar algo tan ostentoso como prueba de amor es muy materialista, él le regala la isla a ella como un recurso ante una pareja que no era feliz.
R.— Esta isla fue un regalo a su mujer. Y piensas que es una relación de amor perfecta, pero luego te das cuenta de que no es así, que nuevamente tenemos gente con esa máscara que las personas llevan de cara al mundo de fuera, hasta que comprendes que la verdad es más dura.
P.—Relaciones de amistad donde el propio narrador se plantea si esos amigos que hacemos de jóvenes rara vez son precisamente el tipo de personas que buscaríamos más adelante cuando somos adultos.
R.—Sí, está basado en mi experiencia. Hice muchísimos amigos cuando era joven, pero los quieres 30 años después porque los llevas queriendo 30 años, no necesariamente porque tengas nada en común con ellos. Creo que esto es la realidad para muchas personas y quería reflejar esto en el libro.
P.—La soledad reflejada en uno de los personajes que puede provocar la locura. La soledad buscada y necesaria.
R.—Creo en la soledad. pero hay personas que se sienten muy solas. Y siempre están conectadas con los demás, pero están atrapados dentro de sí mismo.
P.—¿El viento es un elemento al que siempre le adjudicamos la locura?
R.—No sé qué pasa en el cuerpo humano para llegar a sentir esa sensación. A mucha gente no le gusta, le incomoda. Pero es verdad que se asocia mucho con eso, con la locura.
Creo que es porque sentimos como que nos pegan, como si fuese un ataque constante. Y en esta novela el viento es una metáfora de la violencia, de las emociones y la ira que los personajes tienen dentro.
P.—Los personajes se divertían y se rían todos juntos pero luego, de repente alguien muere y llegas a preguntarte quién es capaz de identificar el momento en el que el amor se convierte en odio.
R.— Sí, me interesa mucho saber cómo llegas a un punto en el que odias a alguien lo suficiente como para matarlo y creo que también que tiene que haber la misma pasión de sentimiento antes y después para que llegues a este punto.
P.—¿Qué predomina más, el carácter o el destino?
R.—Esa es una pregunta clave que quiero responder en el libro y por eso me gusta esta frase de Heracles que dice que el carácter es el destino. Porque creo que como escritor, como Green, por ejemplo, el novelista al final decía que el carácter o el personaje es su destino o es la trama.
Esto es como yo escribo los libros y siempre pienso, yo no escribo la trama y luego meto a los personajes. Yo primero meto a los personajes y luego me dictan la trama, porque yo creo que el personaje y el carácter en la vida real y en las ficción, es la razón por la que todo sucede
P.—Vamos a hablar del carácter. El carácter viene determinado por tu personalidad, valores y opiniones, y la forma en la que te desenvuelves en el mundo.
R.— Es verdad que este carácter se ha ido forjando desde la infancia. Algunos nos revelamos y otros aprendemos a adaptarnos y hay gente que puede luchar contra esto y hay gente que decide aceptarlo y seguir con él.
Es un buen punto, es algo que pienso mucho en mi vida personal y me pregunto por qué. Hay muchas razones, yo creo que la valentía o el coraje y mirarse en uno mismo y algunas personas no son lo suficientemente fuertes para poder enfrentarse a sus demonios y ser honestos sobre su vida y sobre quiénes son.
P.—Seguimos andando en esa profundidad hacia la infancia. «Cuando somos pequeños y estamos asustados, nos sentimos avergonzados o se nos humilla, lo que hacemos es dejar congelado ese momento, se queda instalado en la mente»
R.—Si los niños se traumatizan, los niños se convertirán en adultos con ese trauma. Creo que la idea de que las personas miren fuera de sí mismas y no dentro, se analiza mucho en el psicoanálisis especialmente con algunos autores.
P.—Un niño atrapado en su mente es un niño que no va a ningún lugar.
R.—Sí, fue una parte muy importante para mí. Cuando yo hacía terapia, de hecho mi propia terapeuta me sugería que trabajase ese niño. Y es verdad que el niño que tenemos dentro de nosotros confunde el pasado y el presente. Entonces solamente cuando cambias podemos vivir una vida mucho más auténtica.
Creo que a veces tienes que recordarte a ti mismo que no tienes miedo de lo que está pasando ahora, sino que es el niño dentro de ti el que tiene miedo.
P.—El poder de la palabra escrita, la curiosidad de la lectura, o sea, encontrarte con algo semioculto para provocar la necesidad, no digo curiosidad, sino necesidad de continuar leyendo.
R.—Hay una frase de Tennessee Williams que dice que: “los escritores no deberían aburrir”. Y creo que es una preocupación que yo siempre tengo. Me preocupa aburrir a las personas. Quiero que la gente siga leyendo, siga pasando páginas y haga lo que se pueda para entretener en la historia.
P.—¿Qué es más poderoso en esta historia? ¿La amistad o el amor?
R.— Creo que el amor. La gente intentan amar a los demás, pero se dañan. Quieren amarse a sí mismos, pero tampoco se dan a ellos mismos.
P.—Cuando estamos solos es cuando nos mostramos realmente como somos.
R.—Es cuando no tienes que fingir ni tienes que esperar que nadie te aplauda.