Una horripilante bestia de dos cabezas, lengua bífida y ocho extremidades acaba de llegar al mundo. Una novicia ha dado a luz a semejante engendro en una noche negra en el convento de Santa Clara. Virreinato del Perú, 1623, “El año que nació el demonio”. Veremos cuántos trajes tiene este demonio y de qué forma aparece. Este hecho ha ocurrido en un monasterio donde no todos son monjas.
P.—¿También es un lugar de acogida para mujeres discordantes de la sociedad?
R.—Sí, descubrí en un libro de historia de Luis Martín que se llama “Las Hijas de los Conquistadores” que había conventos en esa época, en el Reinado del siglo XVII que dependían del obispo, pero había conventos ahí en América que dependían de las congregaciones, y las congregaciones estaban en Roma. Entonces en la práctica no dependían de nadie más que de la abadesa que tocase. Y muchas abadesas se convirtieron en los conventos en repúblicas de mujeres liberadas, que eran mucho más libres dentro de los muros que las mujeres que vivían fuera.
Fuera de los muros, una mujer sola tenía un plan que era ser esposa. No existía otra posibilidad para una mujer. Entonces iban al convento las que tenían cualquier otro plan, que podían ser, rezar y ser devotas, pero también podían ser lesbianas, también podían querer ser escritoras, también podían querer ser poliamorosas o querer correr toros. Cualquier plan que no encajase dentro del matrimonio, iba al convento eran islas de libertad para esas mujeres.
P.—Era un lugar de libertad entre muros.
R.— Bueno, todos vivían entre muros, eso es muy curioso. O sea, había muchas instituciones para albergar a los huérfanos, por supuesto los presos, incluso los ricos vivían amurallados.
P.— Porque el mundo exterior era peligroso,
R.—Si te divorciabas te metían presa, o sea, había una especie de orfanato para divorciadas, la casa de las divorciadas, porque divorciado o viuda ya no tenías ningún sentido en la vida y entonces ahí que ibas. Y la propia ciudad en la que ocurre la novela está amurallada.
A veces por cualquier insulto te metían a la inquisición y te encerraban también. Era un mundo lleno de cárceles.
P.—Todo aquello que se sale de lo normal, todo aquello me refiero a un nacimiento de una persona, es un monstruo, pero tenemos clara la definición de monstruo.
R.—Para mí, o por lo menos dentro de mi trabajo, de mis libros, monstruo es como llamamos a los que son diferentes.
La sociedad crea monstruos y luego los culpa a ellos por ser monstruos. Y me gustan los personajes que se dan cuenta, como ocurre con Alonso Morales en esta novela, que quizás ellos son monstruos. Alonso Morales empieza torturando a todos los que son diferentes. Y poco a poco se va dando cuenta de que él se parece más a ellos que a sus jefes, y que quizás sus jefes sean verdaderamente monstruos.
Y me gusta que el lector se lo pregunte también, que se pregunte qué habría hecho yo si esto hubiera sido mi vida, si hubiera nacido en este lugar, en este tiempo. Quizás yo no soy tan distinto de esa gente, que más bien culpo por ser lo que yo no tuve que ser.
P.— Un pequeño inciso, hablamos de monstruos y que podemos llegar a serlo.
R.— Monstruos si tenemos la capacidad de acabar con la vida de alguien y estamos ahora en una época formalista, que se están cometiendo muchos. La cuestión es que si alguien piensa de manera diferente que tú no es mala persona, solo piensa de otra forma y estamos poniendo en duda en todos lados eso y esto crea un mundo de monstruos.
Y creo que cada día estamos más cerca del siglo XVII que del siglo XX.
P.— Todos los nombres que hay en la novela vienen de gente real.
R.—Sí. Santa Rosa. El Virrey de Esquilache, es el virrey que estaba en esos años. Traté de usar la máxima realidad posible, porque la realidad era tan mágica, tan... tan... novelable, de gente flagelándose de demonios, de brujas, que invitaba a escribir, a narrar. Y trato de usar incluso todos los nombres reales, pero la historia no ha conservado la vida privada de la gente. No sé qué sentían esas personas, qué opinaban de sus vidas, qué querían de la vida.
Es ahí donde la novela empieza, donde empezamos a reemplazar con la imaginación lo que la documentación histórica no nos ofrece para que el lector se transporte a ese tiempo, para que se sienta a parte, para que vea los ojos, ese tiempo con los ojos. de sus protagonistas, pero que son unos ojos inventados, son nuestros ojos que nos ponemos ahí.
P.—Si cantabas bien, si tu voz era digna de escucharse tanto como para alzar tu voz a Dios, ¿no importaba tanto el color de tu piel?
R.—Claro, hace un ratito te hablaba de los conventos y de cómo eran de liberales con las mujeres. En realidad habría que especificar con las mujeres blancas. Las demás no tenían todas esas libertades, eran criadas de las blancas. Pero existía una posibilidad de que una mujer con otra piel se hiciese monja, al menos en los estratos inferiores de monja donadas, y era su voz. Si una mujer como Jerónima, como el personaje de Jerónima, cantaba muy bien, era muy valiosa porque ellas alzaban su voz a Dios en el coro así que si cantaba bien, Dios les había más caso.
P.—Mujer maléfica que mediante sus conocimientos y ciertas actitudes más o menos mágicas, con o sin pacto con el demonio, pueden provocar maleficios y enfermedades y también curarlas. Es la definición de bruja, porque bruja es todo. Hay otras más perversas. Hay un manual de la bruja.
R.—Buena parte del concepto de bruja fue hecha, como todos los monstruos, para culparlos de los problemas de una sociedad, y los problemas de los hombres en particular. Ocurre con terroristas, psicópatas, por no hablar de cosas paranormales, eran los vampiros también.
P.--Creamos esas categorías para culpar a alguien de los problemas de un grupo social y las brujas son una categoría específica creada para culpar a las mujeres de los problemas de los hombres y también incluso de los problemas de las propias mujeres.Culparlas.
R.— Bueno es que venimos de una religión que parte de la idea de que una mujer nos robó el paraíso, eso es muy curioso, de que nos echaron del paraíso por culpa de una mujer y esto ha atravesado nuestra cultura, aún lo ves cuando una mujer es violada y una parte de la sociedad se pregunta cómo iba vestida o si había bebido. Es algo que tenemos muy dentro, la idea de que seguramente la mujer es la culpable y que viene de una tradición y de una manera de ver el mundo enraizado en la religión.
P.—María de Oliva, ¿qué me puedes contar de esta mujer? Esposa del señor Flores, para mayor gloria del señor.
R.— La madre de Santa Rosa sufría mucho con la hija que tenía. Era muy difícil ser madre de una santa. Primero porque una santa no trabaja, no trae dinero a la casa. Al contrario, si tiene dinero se lo da a los pobres, o sea que es una ruina constante. Lo que sí trae a la casa es pobres, apestados, enfermos y gente que viene a que los cure y les haga milagros.
Así que la casa está llena de esta gente todo el tiempo, y la familia de Rosa estaba muy preocupada. Además tampoco tenían claro ellos, ni nadie en su momento, si esta chica era una santa, una bruja o una loca. Es muy difícil distinguir las tres cosas. Viene una persona y te dice que habla con Dios y hace hechizos. Pues puede estar hablando con el demonio y haciendo milagros, o puede estar simplemente mal de la cabeza.
P.—Rosa se ponía cinturones de castidad con púas por dentro, metía las manos en cal viva para destruirlas. Rosa trataba de no ser hermosa, se avergonzaba de su belleza porque avivaba el deseo en los hombres, lo cual estaba mal.
R.—Y además una señal de santidad de esa época era hacerte daño, no solamente a las beatas como ella, a las monjas, o cualquiera que le pidiese algo a Dios y luego pensase que se lo había dado, se flagelaba, porque para ser bueno tenías que auto-lesionarte, esta era la idea de bondad. Pero también puede haber sido una mujer ambiciosa. También puede ser que las estas beatas, las santas, eran muy populares, eran estrellas del Hollywood. La gente las seguía por la calle, les pedía milagros.
Cuando Rosa murió, las multitudes se la lanzaban sobre su cadáver para arrancarle pedazos y convertirlos en reliquias. Un diente, una uña, un pelo. Es imposible saber, esas son las cosas que va a tener que decir la historia. ¿Era una santa? ¿Era una bruja? ¿Era una loca? ¿Era una mujer ambiciosa e inteligente? Ya nunca lo sabremos, la única respuesta la tiene la literatura.
P.—Sobre todo porque por las mismas cosas, ella fue canonizada y otras acabarían en la hoguera.
R.—Claro, ¿cómo distingue cuál es la magia? Los artistas místicos solían tener muchas referencias muy eróticas en lo que hacían. Solían hablar de ser novias de Dios o de casarse con Dios. Rosa llegó a hablar de que se había casado con Dios.
P.—Algunas llevan alianzas.
R.—Algunas llevan alianzas. Otras hablaban de que el demonio las había atacado sexualmente, las había violado el demonio, ponía en duda, las violó porque las odia o las violó porque las quiere. Y en ese caso, ¿de qué lado está esta mujer?
P.—La razón no se había inventado, así que había que decidir que las cosas la mandaba Dios o el demonio.
R.—Siempre me ha fascinado en mi trabajo la delgada línea entre el bien y el mal, como la gente que hace el mal. Muchas veces se hace pensando que son cosas buenas y nadie cree que es realmente malo, pero en este caso entre las santas y las brujas realmente es completamente arbitraria la diferencia, depende únicamente del inquisidor que tiene que tomar la decisión.
Sigue la entrevista en Spotify y Youtube