Rosa pasa página se ha citado en el Relais&Châteaux Orfila, con Diego Vicentini, director de “Simón” nominada a los Premios Goya 2024 como mejor película Iberoamérica.
El trauma, la culpa y la lucha por la libertad definen a Simón, un líder estudiantil que necesita conseguir asilo político en Miami antes de ser deportado a su país, Venezuela.
P.—Detenciones arbitrarias, torturas, ejecuciones extrajudiciales, sus secuelas y el sentimiento de culpa de muchos venezolanos que han tenido que abandonar el país.
R.—Ha sido la semilla de este proyecto, tanto que hice un cortometraje previo, ahora el largometraje. Y esa culpa simplemente es el hecho de ser venezolano y no vivir en Venezuela y ver desde lejos ya lo que ha sido más de la mitad de mi vida, por todas las crisis que han pasado en mi país. Pero en particular lo que a mí más me afectaba era que mi generación, con 23 años mientras yo estoy en un salón de clase estudiando cine en los ángeles y mi equivalente allá está en una calle enfrentando una tanqueta militar, disparos, perdigones, bombas lacrimógenas por algo que todos queremos, que nos incumbe a todos entonces: ¿ qué estoy aportando yo? no estoy sufriendo nada de eso y eso era lo que me ha generado una culpa que al querer utilizarla o querer hacer algo por el país pues fue hacer cine.
P.—¿Quién es Simón?
R.--Simón hace muchas cosas pero como personaje, Simón es un líder apasionado, alguien que está dispuesto a darlo todo por su país. Es un líder natural, es alguien que no escogió ser un activista, no escogió tomar este camino, pero simplemente porque le importa, le importa a sus compañeros, le importa a su familia y como cualquier ser humano en este planeta quiere tener un futuro. Quiere poder no tener que estar pensando en luchar por la libertad, por tener miedo de vocalizar sus opiniones y tener miedo de que te puedan meter preso, de que te puedan perseguir. Yo creo que Simón es todo quien en algún momento ha luchado en contra de tiranía y en contra de represión.
P.—Qué difícil es demostrar lo que es justo cuando lo tienes todo en contra.
R.--Sí, es una buena frase, especialmente en contexto de cómo ha ido evolucionando el mundo, cómo ha ido evolucionando con el Internet, con el acceso a información y eso de tener al mundo en contra, algo que ha cambiado con los regímenes autoritarios de hoy. La gente piensa, ¿cómo sigue ocurriendo si hay tanto acceso a información? Si ya la gente sabe y se ven los videos, pero se nos olvida que eso a veces... Tenemos más información desde afuera.
A nosotros en Los Ángeles nos llamaban, desde Venezuela para preguntarnos qué estaba pasando en el otro lado del país, porque controlan la información. Entonces es muy difícil hacer justicia cuando ni se sabe. Cuando se siente que tienes todo en contra, cuando hasta controlan la información, la narrativa, y te sientes tan anclado. Y eso ha sido, creo que, de las cosas más significativas para mí en el proyecto de quienes han dado tanto por la lucha, se sienten identificados y validados, o sea, casi que uno piensa que se volverá loco uno, que nadie le importa, nadie escucha o nadie sabe lo que ocurre en el país de uno, sentir un poquito validado que eso sí existe, sí está pasando y ahora está siendo visto.
P.—Una película que se coló entre los dedos de Maduro y no se censuró en su momento.
R.—Yo no diría que se coló entre los dedos, yo no diría que se les escapó, yo creo que fue una decisión específica y pensada, mi opinión, ya uno no sabe como se toman esas decisiones, pero yo creo que algo fue pensado cuando ya han censurado películas en el pasado, le han dado mayor prensa, mayor atención y depende de cada momento, en los últimos dos años en Venezuela. Las películas venezolanas solo habían traído en promedio 5.000 personas a las salas de cine. Yo creo que la apuesta fue mejor no hacer nada, poca gente irá a verla y no hubo que meternos en rollos, especialmente en un momento donde están buscando aliviar sanciones, les importa quizás en este momento más la mirada de la comunidad internacional, no tener que censurar una película que sea noticia internacional de censura. Pero la buena sorpresa ha sido que ha ocurrido totalmente lo contrario.
P.— La película más taquillera en los últimos 6 años en Venezuela.
R.—Más de 120 mil personas que la han visto allá. Pudimos estrenar en 19 países y, ahora en marzo se estrena en Netflix, así que más alcance aún va a tener.
P.—Fue galardonada en el Festival del Cine Venezolano.
R.— Ganó los mayores premios ahí, hizo la mejor película, la dirección, guión, edición, cinematografía y actor de reparto.
Lo significativo para mí era que todavía había gente dentro del país dispuesta a arriesgarse por lo que ellos creen que es correcto. Tanto el festival para presentar la película como el jurado, que eran cinco personas y esos nombres son públicos, votar por la película significaba para ellos posiblemente sufrir de represalias, de consecuencias por haber votado por nuestra película lo hicieron. Aparte que bueno, fue particularmente especial para mí porque regresar después de 14 años a Venezuela para el festival claro, por la frontera, por Cúcuta y salir antes de lo que tenía esperado pero sí, fue muy... fue increíble poder regresar y vivir como mi propia película.
P.— ¿Dónde se grabó la película?
R.—Se grabó en Miami, en Florida, en Estados Unidos y fue entre marzo y abril del 2021 en plenas restricciones de la pandemia y claro con la dificultad específica de tener que recrear lugares en Venezuela en Miami.
P.—Simón quiere solicitar asilo. Al ser un asilado, ¿no puede regresar a su país? Quizás como tú
R.—Claro, yo me fui en el 2009 con mi familia por inseguridad, porque se vivía con miedo, nos robaron nuestra casa.
Por la película nos advirtieron que podíamos estar en violación de la ley contra el odio en Venezuela que son 10 a 20 años en prisión. Aparte de eso, regresar por la frontera, uno de los muchachos que yo entrevisté uno de los “simones" en vida real fue el que me buscó al aeropuerto en Cúcuta y con él entré a Venezuela, entonces era como que estoy en el coche con un “Simón" de la vida real entrando a mi propio país por la frontera, entonces si ha sido como ir de una ficción a un guión en mi apartamento en Los Ángeles y terminar viviendo algunas cosas, no todo, pero algunas cosas parecidas a la película.
P.—Tiene escenas muy duras, no sé, quién se siente a verla, creo que va predispuesto, teniendo en cuenta el argumento. Pero hay una escena donde un coronel cubano está hablando con Simón y le está ofreciendo algo, y la decisión que tome será dura. Ese militar donde solamente aparece sus ojos, su mirada acosadora, saber que le tiene arrinconado, ese triunfo, ese poder.
R.—Sí, bueno, ahí era como el momento de poner ambas filosofías frente a frente, poner como el idealismo y el cinesismo cara a cara. Y lo más fuerte me parecía que en vez de las torturas físicas por las que ya pasó Simón, también psicológicas, pero que lo más fuerte, a alguien tan fuerte es que fuese con la verdad.
Y creo que eso es lo fuerte que le ha pegado especialmente a los venezolanos quienes han visto la película, de que escuchar ese diálogo no es alguien tratando de manipularte para firmar algo, sino que te está diciendo la verdad, que eso en Venezuela es un negocio y esto va mucho más... es mucho más grande de lo que pensamos, que no es solo algo político de quien está en el poder, acá hay intereses internacionales, hasta Rusia, Cuba, Irán, metidos en Venezuela, entonces es un monstruo mucho más grande de que simplemente vamos a ir a luchar contra esta persona que está en el poder y esa verdad es aplastador, aplastante, desesperanzadora.
P.—Además de toda esa fuerza de todos esos países, de todo ese monstruo que está ahí. A fin de cuentas, esa manifestación de estudiantes que hubo en su momento, ¿detrás habrá más estudiantes? ¿Más personas que se someterán a lo que le ofrece este coronel?
R.— Sí, o sea, bueno, Simón y Chucho son como personas también especiales. Creo que la mayoría, somos más como Joaquín, o sea, que te amenacen a tu familia, te torturan, quién no firmaría, quién no entregaría a otra persona. Pero ahí es donde está el choque de como dos verdades.
Una, que esto va mucho más allá del individuo, que una persona puede cambiar algo, pero la misma es como también la verdad, que es que si se pierde la esperanza se pierde todo. No se puede parar de luchar aunque sea o parezca ser imposible. Y bueno, ayuda a ver la referencia de otros países. Estuvo Egipto 30 años en esto y lo lograron y después lo que vino fue peor, hasta que después lo lograron de nuevo. Ucrania, Cuba, siguen. Entonces, a veces ayuda ver que por más que pasen los años, en algún momento, llegarán.
Claro, uno lo que quiere es que se hagan, uno quiere vivir, uno quiere vivir ese momento, entonces esa es la razón por la cual hay que seguir luchando.
P.—¿Simón, Simón Bolívar?
R.—Definitivamente hay, para el venezolano y el latinoamericano en general, hay esa conexión. Antes de que la película saliera la gente me preguntaba ¿de tu película Bolívar cómo va? y no, no es de Bolívar, pero bueno, quise como hacer una conexión atributiva a esa mitología de Bolívar como libertador a los muchachos que la mayoría son anónimos que salieron a las calles, muchos no regresaron a sus casas y al final son anónimos, no los conocemos pero para mi merecen quedar como los libertadores de nuestro país, las generaciones previas y las generaciones actuales, y si todavía quedan por venir, ellos para mí son los libertadores.
P.—El cine no solo como expresión artística, sino también a la hora de dar voz, a quienes lo necesitan, una buena herramienta.
Sí, de verdad que ha sido increíble poder vivirlo en tiempo real, estar en funciones aquí en España y ver el poder que tiene el cine, es impresionante tanto digamos para el venezolano como el efecto de poder procesar emociones difíciles que tenemos, que no hemos querido ni sentirlas, ni pensar y tenerlas reprimidas y que como una película te guía y te lleva y te logra un poco expulsar esas emociones, el dolor que tenemos y escuchar comentarios así por las redes, gente que salimos de la sala de cine, no nos conocemos pero nos empezamos a abrazar entre todos y llorar juntos, como una terapia colectiva, pero también para el extranjero, para el que no tanto conoce.
Aquí en España ha sido súper valioso ver, escuchar a los españoles que salen y dicen, "coño", sabía que las cosas en Venezuela de repente no estaban bien, pero no sabía que era así o hasta un contraste mayor que alguien diga: confieso que yo hasta fui cómplice de esto, yo hace años apoyaba todo lo que ocurrió en Venezuela apoyaba a Chávez, apoyaba todo el proyecto que se estaba haciendo, pero ya no.
También lo maravilloso del cine es el poder de informar y de generar empatía, especialmente ya que tantos venezolanos estamos regados por el mundo, aquí en España, creo que hay más de 700.000. Comunidades que nos han recibido, también tengan una oportunidad de ver vía una ventana más íntima por qué estamos aquí, qué es lo que nos ha pasado.
P.--Decíamos que ha sido la película más vista en Venezuela. ¿Tú crees que ha cambiado algo desde entonces?
R.—¿Cambió algo en qué sentido?
P.—La mentalidad, abrir los ojos, un poco lo que acabas de decir, esa ventana.
R.--Bueno, para el venezolano, en Venezuela, yo creo que en parte, es difícil decirlo especialmente como no estoy allá. Pero ha sido quizás muy oportuno el momento en que llegó Simón, porque llevamos ya unos años después de la pandemia en una tensa calma donde no ha ocurrido nada en el país y justo este año, 2024, se supone que vienen elecciones o que tienen que haberlas, y como que parte de la dificultad de este proceso ha sido reanimar a la gente. Que tengan esperanza después del 2017, después del 2019 que no se logró.
Tratar de que la gente vuelva a creer es difícil y ojalá haya tenido algún efecto la película que al menos remueva emociones y ya, al menos ahí en vez de apatía e indiferencia, que es lo que más nos mata, si todo el mundo está indiferente a la situación, no va a ocurrir nada, entonces al menos que si la película no nos deja indiferentes, creo que quizás ya sí podría tener un impacto real.
P.—Votaciones, el poder del voto, ¿Crees que tiene valor el voto en un país como Venezuela?
R.— Todo esto son herramientas para ejercer presión, hay mucha gente que piensa eso, que no me parece que es la mentalidad correcta, sí una dictadura va a salir a punta de votación, entonces no votemos. Creo que no es la visión correcta, hay que hacer cosas que ejerzan.
Presión para que no se hagan las medidas fáciles. Si no votamos, si no hacemos nada, si solo hacemos lo que pensamos que garantiza va a cambiar, no haremos nada, porque no hay garantías de nada. Entonces, un ejemplo como las elecciones, para mí es simplemente, si salen millones y millones y millones de venezolanos a votar, todos los extranjeros, todos los que estamos afuera, todos los que estamos adentro, eso sale en video, se ve, y luego salen a reportar que ellos ganaron por millones, entonces ahora tienen que entregar pruebas, entonces no van a querer entregar pruebas, entonces hay que tener la presión internacional presionando para que, y ahí se va creando presión para que luego haya suficiente presión, para que algo ocurra, para que ese efecto dominó, alguno de ellos ya sea el dominó que queremos que se caiga, lo que sí no podemos hacer es no hacer nada.
P.— Está nominada a los premios Goya como mejor película Iberoamerica. ¿Qué crees que ocurrirá después?
R.--Bebidas, alcohol.--(Risas) Con ambos resultados, visibilizar. Ya se mencionó a Simón. Esto se trata de visibilizar una crisis que sigue ocurriendo hoy en día.
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