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«Una de las cosas que me proponía contar, es que todos tenemos demonios dentro»

«Una de las cosas que me proponía contar, es que todos tenemos demonios dentro»

"Los crímenes del carrusel" Juan Solo (Planeta 2024)

domingo 24 de noviembre de 2024, 20:04h
"Los demonios habitan en la oscuridad y esperan a que anochezca para venir a por ti"

Rosa pasa página charla en esta ocasión con Juan Solo, escritor, actor y humorista que se embarca en esta, su quinta novela, en un apasionante thriller ambientado en lugares de Estados Unidos poco conocidos.

Sebastian Walker, se estrena como escritor y su novela guarda extrañas similitudes con el hallazgo de dos cadáveres de dos niños, que desaparecieron hace más de veinte años en Massachusetts. Su agente literario quiere sacarle partido a la noticia, pero el escritor no está por la labor, teme que algo pueda sucederle.
Surgen preguntas como si fue el propio escritor el que se inspiró en el caso, o si es posible que él tenga la clave del crimen. Una periodista con afán de investigación dará mucho que hablar en esta historia.

“Han sido encontrados los cuerpos de dos niños enterrados en el patio de una escuela secundaria en Massachusetts. Tras cotejar el ADN que extrajeron de sus cuerpos, con el de los familiares, han podido ser identificados. Son dos niños que se dieron por desaparecidos a mediados de los 90."


P.— Lo primero que pensamos cuando de repente aparecen dos cuerpos que llevan mucho tiempo desaparecidos, es que la tierra ha hecho su trabajo. ¿quiénes son y cuánto tiempo lleva buscándolos?

R.—Son dos niños de un pueblecito tranquilo de Massachusetts, Greenville, donde nunca pasa nada y una tarde cogen sus cañas de pescar y se van al lago y nunca regresan y eso ocurrió hace 22 años.

Más de dos décadas, debajo del carrusel del parque infanti,l de la escuela donde estudiaban. Un giro un poco cruel, si piensas que los demás niños han estado jugando en ese parque, en ese carrusel y sus compañeros, amigos, desaparecidos estaban allí debajo; es duro.

P.—Sebastián Walker no alcanzó la fama tras la publicación de su primera novela, pero con ella comenzó su maldición, dicho así habría que pensarlo dos veces antes de publicar.

R.—Sí, esa frase es el comienzo del libro y para mí los inicios en la literatura son fundamentales porque al fin y al cabo tú confías en mí para que un libro te entretenga, te despierte emociones, sensaciones. Es la tarjeta de presentación.

Y en este caso es un escritor que vive aislado del mundo por sus motivos y de alguna forma descubre que esos crímenes tienen un gran parecido, una gran similitud con su primera novela. Y ese fue el punto de arranque cuando decidí escribir este libro, pensar ¿qué pasaría por la cabeza de alguien y qué pasa por la cabeza de los demás cuando se encuentran ante eso, no?

P.—Este personaje que ha tenido una infancia muy difícil y convierte vivir aislado en una necesidad.

R.—Tiene una infancia muy complicada, pero agravada por algo que no podemos contar, aunque lo que sí puedo decir es que me fascinan los personajes en la literatura que tengan grandes secretos y que sufran por ello.

Él se aísla básicamente porque es una persona que no quiere hacer daño a nadie y por eso decide apartarse del mundo, lo que pasa es que esto no funciona. Es como cuando tienes problemas y te vas de vacaciones y crees que a la vuelta ya no los tienes.

P.—Detrás de un buen escritor o alguien que lo pretende y quiere tener éxito, ha de haber un buen editor. Y este editor que aparece en este libro es ambicioso y ve una ocasión para convertirse en un superventas. No sé si tienes un editor igual. (Risas)

R.—No, no, uno de los motores de esta novela es la ética. Todos los personajes principales, que son bastantes, se enfrentan en un momento determinado a plantearse si tienen que hacer lo que les conviene o lo éticamente correcto.

P.—Ética en el periodismo, en tu novela queda reflejado también.

R.—Sería injusto decir que todos los periodistas buscan la noticia, el titular, sin importarles de qué forma lo han conseguido.

Hay muchos tipos de periodista y en la novela están reflejados también. Tenemos a la persona que se deja atentar, esto no podemos negarlo, admite que empieza por un motivo pero luego acaba por otro muy distinto, se redime. Tenemos a su jefe que sólo le interesan los resultados, y luego tenemos al dueño absoluto del medio de comunicación que es un personaje por sí mismo . Y cuando te enfrentas a este tipo de personajes puede ser para bien o para mal.

Pero, ¿hasta qué punto puedo hurgar o aprovecharme de…? No tengo la respuesta, no sé hasta dónde se puede llegar. Yo creo que te lo tienen que dictar tus propios principios.

Hay personas que tienen una moral bastante laxa, entonces, bueno, sus principios son muy flexibles. Pero creo que la coprotagonista, de la historia, engrandece la profesión.

P.—Cuando ha habido una desaparición, como es el caso de estos niños, y se reinicia la investigación una vez que aparecen los cuerpos, siempre se piensa en que hubo goteras en la primera investigación.

R.— A mí me fascina el problema de los casos que nunca se han resuelto, de hecho hay muchísimos documentales y hay canales de televisión que viven prácticamente de casos sin resolver, a veces hay goteras, a veces hay torpezas y a veces simplemente no se han dado las circunstancias necesarias para que un caso se pueda resolver.

Y lo que ocurre es que se va perdiendo interés y en la sociedad en la que vivimos, sea igual España o Estados Unidos, cuando se pierde interés se deja de tener recursos y bueno solamente quedan los románticos que quieren mantener viva la llama de la investigación o de la información o de lo que sea.

Y 22 años después con la aparición de los cadáveres, están prácticamente en el mismo punto en el que se encontraron, pero hay un factor que antes no estaba en la ecuación; que es nuestro periodista, y el hacer preguntas donde otros no han hecho y resulta que reabre un caso que estaba olvidado.

P.—Viajamos por Estados Unidos de este a oeste, los anhelos, los sueños y los miedos de los personajes. El glamour de la meca del cine pero también aquellos que viven sin techo, ese contraste tan enorme, tan abismal.

R.—Eso lo viví en los Ángeles en 2019. Hice todo el recorrido por las casas de los famosos en Hollywood en Beverly Hills pero en el paseo de la fama donde están las estrellas de los artistas, las huellas de los pies y de las manos, había gente que estaba enganchada al fentanilo. Una dualidad muy extraña en la que los transeúntes están acostumbrados.

Yo soy muy positivo en cuanto al ser humano y siempre creo que hay esperanza para salir de todo, pero es cierto que algunos temas ponen los pelos de punta y este es uno de ellos efectivamente: cómo pueden convivir todo el glamour de la meca del cine, con el horror de la gente sin techo, y la gente enganchada a una droga, que se les ha suministrado como medicina que ese es el problema.


P.—La enfermedad mental está muy presente en esta novela y en nuestras vidas.

R.— La enfermedad mental es un componente fundamental, puesto que el protagonista la padece. Aunque no pretendí nunca que todo girara en torno a la enfermedad mental, porque no es la protagonista. Pero cuando alguien la padece, cada acto de su vida está marcado por esa enfermedad y lo que me fascinaba de Sebastián, del protagonista, es que su único anhelo es llevar una vida normal.

P.—Si yo te digo: “los demonios habitan en la oscuridad y esperan a que anochezca para venir a por ti”

R.—Es otra constante a lo largo de la novela que persigue al protagonista, y creo que nos persigue a todos, porque una de las cosas que me proponía contar, es que todos tenemos demonios dentro, hay escalas, los hay no tan malos pero mezquinos, ruines y una vez que tú le abres la puerta a ese demonio y que empieza a dirigir los actos de tu vida, yo creo que no puedes volver a recobrar las riendas de tu existencia, que ya es ese demonio el que va a dirigir tus actos.

Y hay personas que cometen atrocidades que no son atroces, y que bien puede ser una persona con una vida normal. Hay veces que las personas nos sorprenden porque no sabemos nada sobre ellos, pero creo que ellos tampoco saben de lo que son realmente capaces de hacer en determinadas circunstancias y es que; ese demonio estaba viviendo dentro.

P.—¿La venganza habita en el alma humana con tanta fuerza que te devora?

R.—Uff, que buena. Creo que en algunas personas sí. Creo que todos tenemos ese tipo de pensamiento, pero por fortuna se queda en el campo de las ideas y no pasa nada. Pero hay personas que deciden dar ese paso.

P.—Para terminar ¿a cuántos metros ha estado lo más próximo de un oso gris?

R.—Nunca puedes estar seguro. En la novela hay un pueblo que se llama Three Rivers, Estuve allí una semana larga. Y una noche en la que estábamos en un hotel de carretera salimos a cenar a un restaurante que estaba a 200 metros. Ibamos a ir caminando, pero en el motel nos dijeron que nos fijaremos en el cartel que anunciaba que había osos y que por supuesto no era ninguna broma.

Y entonces fuimos 200 metros en coche y volvimos. No sé lo cerca que he estado. Yo sé que hay un pasaje con un oso grizzly que es muy truculento.


P.—Un placer Juan.

R.— Ha sido un placer, me he sentido muy a gusto y me has hecho pensar en un par de cuestiones que no me había parado a valorar. Me has hecho reflexionar, cosa que te agradezco mucho.

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