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«Mi abuela, una Marie Curie, en este caso chilena»

«Mi abuela, una Marie Curie, en este caso chilena»

"Anatomía de un corazón" Antonia Bañados (Lumen 2024)

jueves 12 de diciembre de 2024, 09:45h
"Mi abuela me contó que seguía enamorada de un hombre al que tuvo que renunciar, supe entonces que si perdía la memoria, aquella historia nunca habría existido"

Antonia Bañados, pública “Anatomía de un corazón” (Lumen 2024), una historia de decisiones y de lucha en la vida de Aurora; nombre ficticio, con el que la autora, preserva la identidad de su abuela y de los personajes que acompañan esta novela gráfica, de una mujer que quería estudiar en la Facultad de Medicina en un Santiago de Chile de la década de 1950. Lecciones de anatomía, disecciones de corazones, donde pronto el suyo empezará a latir de forma diferente, y la protagonista tendrá que tomar una decisión muy difícil con la que vivirá el resto de su vida.

Era una mujer cuyo perfil se aproxima mucho al de María Curie, solo que en este caso es chilena. Una mujer que luchó contra los estereotipos y los impedimentos materiales que frenaban la educación de las mujeres en un país que se debatía entre tiranías sociales y políticas, y que superó con creces a sus contrapartes masculinos en determinación e inteligencia.

P—Tu abuela es una mujer que va a tener que luchar, para estudiar medicina y no quedarse encerrada en su casa, cumpliendo con aquello que se espera siendo mujer.

R.—Exactamente. Es sobre todo su lucha para poder validarse en un entorno que estaba históricamente reservado a los hombres como es la academia y los estudios universitarios científicos.

El ingreso de las mujeres a la universidad fue muy tardío, pero especialmente en las carreras más prestigiosas como las científicas, donde que se creía que era por un tema de error de la inteligencia y entre los géneros, ya que se reservaban estos puestos para los hombres que se iban a convertir en padres de familia, e iban a tener que mantenerla y por lo tanto las mujeres venían a quitarle esa oportunidad a los hombres. Y Aurora lucha contra todos estos prejuicios.

P.—Se daba por hecho que la mujer tenía un coeficiente intelectual por debajo del hombre, y estudiar una carrera le iba a costar mucho más, además de tener que demostrar su valía constantemente.

R.—Exactamente. También creo que hay una conexión social entre la mujer y las emociones que se ve de manera negativa, porque ella para poder validarse en este mundo, ha de demostrar que tiene las capacidades intelectuales necesarias para poder triunfar, y por lo tanto, tiene que suprimir toda su emotividad y todos sus sentimientos, ocultarlos y se los niega hasta ella misma por querer casar en este molde de la academia.

P.—El libro comienza con una escena en la que hay una niña que está jugando con una muñeca, explorando su cuerpo, imitando a los médicos. Entonces, su madre la llama para que ponga la mesa.

R.—Sí. Esta escena surgió específicamente de una conversación que tuve con mi abuela, porque ella me decía que de niña jugaba con unas muñecas que eran de cartón y eran muy fáciles de cortar, porque en lugar de jugar con la muñeca como si fuera un bebé, la partía para ver el interior del cuerpo. Ese es el germen que ella tiene del interés de estudiar medicina y de conocer ese interior. Y me gustaba contrastar esta vocación que tenía de niña con el rol que le es impuesto, hacerse cargo de las cosas domésticas y alejarse de esta curiosidad científica.

P.— Aurora no era la más linda de sus compañeras del Liceo, no cocinaba bien, no bordaba, ni tejía bien, nula en deporte, no cantaba ni tenía talento para la música en general.

R.—Si yo describo esto y casi me remonto al siglo XVIII como una mujer que no tiene ninguna facultad para convertirse en una esposa, y lo hago, porque aún en el siglo XX la educación de las mujeres seguía siendo enfocada a convertirse en una ama de casa, en una esposa, en una madre. Entonces se les enseñaba idiomas, algo de matemáticas, pero seguían teniendo clases de bordado, de economía doméstica, y justamente eran todas esas cosas en las que ella, el personaje real, la protagonista de la historia, quiere escaparse.

P.—En contraposición a lo que acabas de decir, podía vanagloriarse de su memoria impecable, su habilidad para las matemáticas, su excelente capacidad de relación, su inteligencia.

R.—Y era mucho lo que tenía, amor propio, autoestima, pero que como ella carecía de todo aquello que se valoraba en una mujer, en lo único que se podía refugiar era en su inteligencia, que era su guía de escape, a este destino impuesto.

P.—¿Qué provocó este libro?

R.— La verdad es que yo tenía una intención distinta con este libro originalmente, y creo que el proceso mismo, fue transformando su naturaleza. Porque cuando mi abuela me contaba sus historias, de ella y de mi abuelo, porque ambos eran médicos, fue muy complicado éticamente hablando. Pensar que fue un aprendizaje desde el desconocimiento.

Una época en la que el cuerpo desnudo era un tabú, con muchas represiones, normas sociales, cuidados, y la manera de vincularse con ello fue completamente distinto.

Y ya desde este punto de partida, empecé a entrevistar más formalmente a mi abuela. Y quería que me contara su experiencia como estudiante, también desde su posición de mujer.

Y fue en estas conversaciones que ella me reveló una fragilidad que yo no conocía, porque se convirtió en una persona muy dura, muy exigente, muy crítica, muy admirada también, entonces la imagen que yo tenía de ella era siempre muy elevada y muy de control. No necesariamente distante porque conmigo siempre fue muy cariñosa. Pero sí, es alguien que tiene una altura de miras.

Entonces, verla ahí abajo, como una niña, con pudor, con ansiedad, inseguridad, Era algo que no había visto de ella y esa conversación me conmovió de alguna forma y fue creciendo en mí, mientras que seguía pensando en la estructura del libro, cómo armarlo, hasta que se transformó en el hilo conductor de la historia.

P.—Martina y Aurora fueron las dos mujeres que ocuparon casi los primeros puestos de la universidad.

R.—Sí, eso es algo que rescaté de las conversaciones con mi abuela. Ella me contó que no era tan difícil entrar a la universidad. Pero en el primer intento, aún teniendo mayor nota que muchos estudiantes varones, se quedó fuera porque había una cuota limitada a 10 puestos. En el segundo intento quedó en el tercero, justo después de una de sus mejores amigas, que luego tuvo en la universidad.

Por lo tanto la mujeres tenían las mismas capacidades que los hombres y esta cuota limitada era simplemente una realidad para mantener controlada la cantidad de mujeres que podían estudiar, y no porque hubieran habilidades o capacidades distintas.

P.— Aurora realiza una ponencia sobre el proceso de gestación y embarazo.

R.—Es una ponencia necesaria para obtener el título de medicina. El estudiante desconoce el tema por el que van a preguntarle, y en el caso de mi abuela, le tocó hablar del embarazo, por esa razón fue muy emotivo.

P.—Ella decidió tratar de olvidar a la persona de la que en realidad estaba enamorada, casarse, y tener un hijo con otra persona incentivada por la necesidad de escapar de su familia, y obtener una mayor libertad al salir de su casa.

R.—Las mujeres saben el costo social que tiene el ser madre, entonces está en este conflicto de enfrentarse a su rol femenino, y al mismo tiempo luchar por seguir conservando este rol intelectual.

Y el posterior sentimiento de culpabilidad por dejar que cuiden de tu hijo, mientras tú ejerces la medicina siendo mujer.

P.—En ese enamoramiento, esa arritmia del corazón que no es explicable esencialmente en cuanto a temas de medicina, pero que ella lo sufre, y lo disfruta, y al final lo padece, porque no está con la persona con quien quiere estar.

R.—Exactamente. Y es algo que es muy fuerte, un amor que queda guardado en su mente como algo que se desea pero que no se alcanza del todo. Solo existe en el propio deseo y en la imaginación, que a veces es más fuerte y más dura porque es la frustración de no poder vivirlo.

Eso es algo que la acompaña durante toda su vida y es básicamente lo que me conmovió tanto de esta conversación, que a sus 81 muchos años, me lo contase por primera vez con la misma emoción de una jovencita.

P.—6 de octubre de 1973 Pinochet y los médicos que fueron detenidos, cuyo final fue la muerte.

R.—El libro cruza la dictadura y el golpe de estado. Hay unas semanas en las que empiezan a llamar a toda la gente que se creía relacionada con movimientos de izquierda. Acá también en España tienen la experiencia de la dictadura, así que se conoce, es una historia compartida. Y en el caso del libro llaman a este enamorado platónico por sus vinculaciones con la izquierda, por básicamente haber expresado opiniones de izquierda, y es algo también basado en la historia real.

Me interesaba esa relación tan conflictiva que tuvieron los médicos con las labores de tortura, porque ahí se confronta a este personaje que está detenido, con la contraparte que es un médico que él conoce, que ejerce la tortura, y desde este conocimiento la confianza social que se le otorga al médico.

P.¿Tu abuela ha tenido ocasión de leer tu libro?

R.—Sí, llegó casi para su cumpleaños. Fue muy emotivo para ella en un inicio, y esta fue la razón por la cual yo cambié los nombres de los protagonistas. Porque mi abuela se llama Colomba, no Aurora y eso lo hice para conservar de alguna manera la intimidad de esta historia secreta que me había contado. Luego fue inevitable y ella se emocionó al ver reflejada su historia, su vida, su amor tan frágil.

Pensé que contármelo después de tantos años, escribirlo era la mejor manera de conservar los recuerdos, y si mi abuela pierde la memoria o se va, esa preciosa historia nunca habría existido.

Ahora está transformado en un libro, y creo que hay algo de la fragilidad también de la existencia, de que ella se acerca al final de su vida, y su recuerdo permanecerá.

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Entrevista: Rosa pasa página

Editor de sonido e imagen: Manuel Muñoz

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