De los 60.000 indígenas, muchos fueron perdonados por la corona de Castilla, y son básicamente los herederos que quedan en Canarias, en Tenerife, en particular de los guanches"
Rosa pasa página tiene al otro lado de la pantalla al guionista y escritor, Santiago Díaz para hablar de su última novela publicada “Los nueve reinos”(Alfaguara2024), donde el autor rescata la cultura guanche, civilización que pobló Tenerife en el s.I a.C, hasta la conquista castellana en 1496, soprendentemente casi olvidada.
“Mitorio evitó mostrar el mínimo gesto de derrota, pero era inútil disimular cuando tenía claro que había llegado el fin. Miró a sus hombres y sonrió para sí con orgullo. Llevaban luchando a su lado tres lunas y, aunque hambrientos y agotados, lucharían tres más si él se lo pidiera. Sur del reino de Mauritania (África) año 45 a.C. Así arrancan “Los nueve reinos”
P.—¿Cambiaste de registro y publicaste una novela buenísima?
R.—Muchas gracias. Estoy muy feliz porque en los cambios de registro siempre hay inseguridades y poca certeza en lo que se va a encontrar la gente y el feedback está siendo muy bueno, porque sin duda es la novela que más está gustando y la más difícil. Es la que marca las diferencias un poco con el resto de mi carrera a nivel thriller, que llama mucho más a la gente y es algo más inmediato.
La novela histórica a pesar de que esta es a ritmo de thriller, necesita que tengamos un tiempo para dedicarle. Y eso hace que las ventas y todo vaya muchísimo más despacio, pero estoy muy contento con la progresión.
P.—Abría la entrevista con la llegada de los guanches que sabemos de dónde vienen, pero no cómo llegan.
R.—Exactamente, son bereberes del norte de África. Se sabe más o menos por restos arqueológicos cuando llegan, el siglo I a.C. es un buen momento para situarlos, aunque pueden haber llegado antes o incluso después, lo que no se sabe, lo que no se tiene ninguna certeza, es de por qué van hasta allí desde África.
Hay diferentes teorías. Podrían ser esclavos de los romanos, que los dejaron aquí para sacar la púrpura de la orchilla. Hay quien piensa que eran tribus que huían simplemente de la expansión romana por África y bueno yo expongo mi propia teoría que es que son prisioneros romanos que se amotinan en un barco y las corrientes los llevan a la isla de Tenerife. Que no es real, pero sí posible.
P.—Su piel blanca y sus ojos claros, llamaban la atención, pero cuéntame, ¿Cómo eran?, ¿Cuáles eran sus costumbres?, ¿Cómo vivían?
R.—Cuando ellos llegan, encuentran una isla coronada por un volcán, que desconocían lo que era y lo consideraban la puerta del infierno y en su interior vivía Guayota.
Durante los 1.500 años que pasan aislados del resto del mundo, han creado su propia civilización y su propia religión en torno a ese volcán, que no hacía más que darles disgustos. Cada vez que entraba en erupción, había unos incendios tremendos, ellos decían que robaba o que secuestraba al sol por las nubes de ceniza que dejaba ese volcán.
Era una sociedad bastante jerarquizada y creyente en Ashamán, el creador para ellos del cielo y de la tierra, a quien tenían que agasajar, para que controlara ese diablo de Guayota que vivía en el volcán. Y como ocurre con todas las sociedades primitivas, cuando entraba en erupción, empezaban haciendo sacrificios de ofrenda a chamán y si tiraban una cabra por un acantilado o al volcán y no funcionaba pues empezaban con los sacrificios humanos.
Esto no los convierte en una sociedad mala, perversa, ni mucho menos.
Ellos lo hacían como protección simplemente. Vamos a sacrificar a dos para salvar a 20.000.
A lo largo de esos 15 siglos, hay un Mencey; un rey único para toda la isla, que tiene nueve reinos diferentes. Entrega uno a cada hijo pensando que con eso se iban a acabar los problemas, sin saber que precisamente eso es lo que provocaría las contiendas entre unos y otros por envidias, cuestiones de fronteras,etc.
Se inicia una guerra entre los menceyatos del norte y los del sur que dura bastante tiempo, con grandes enemistades hasta que se tienen que unir todos juntos en torno al Mencey Bencomo para combatir a los invasores que no eran otros que los castellanos. Y que durante el siglo XV, tanto portugueses como castellanos y genoveses llegaban a sus costas para llevarlos como esclavos, porque tenían un valor incalculable en los mercados de Lisboa, Valencia o Sevilla. porque como tú bien dices tenían una característica que fue probablemente una de las causas de su declive como sociedad que muchos eran de piel clara, pelo rubio.
P.—“ De entre todos los esclavos que recorrían la sala de contratación de la lonja de la seda de Valencia, la que más destacaba era la que apodaban “la rubia”, la mayoría eran negros, sarracenos y algún que otro indio llegado del nuevo mundo descubierto por Cristóbal Colón hacía algo más de 25 años, pero pocos tenían el pelo y los ojos claro como ella”
R.—Sí, “Elena” es perseguida y tiene que huir de Valencia y lo hace a través de Castilla, y me apetecía contar esa historia porque es como una road movie ambientada en el siglo XVI. Contar cómo era la España, la Castilla de aquella época, cómo en Sierra Morena empezaba a ver los primeros bandoleros, y cómo esa huida se hace difícil para una mujer.
P.—Gonzalo del Castillo, fue un joven sevillano que se integró con los guanches.
R.—Gonzalo del Castillo también era la mano derecha de Alonso Fernández de Lugo, que era el conquistador que enviaron los Reyes Católicos y terminó casándose con una guanche.
Todo es real, pero he ficcionado parte de su vida, porque quería contar una historia de amor.
Porque “Los nueve reinos”, no nos olvidemos de que es una obra de ficción con una base absolutamente real, pero la unión de esas tramas y de esos sucesos las he hecho mediante una novela de ficción, para que sea más entretenida y más divertida de leer.
No se tiene constancia de que hubiera guerreros castellanos que se pasasen a las filas guanches, así como sí hay constancia de que muchos guanches se pasaron a las tropas castellanas, sobre todo los menceyatos del sur.
P.—Vamos con más personajes. Este es real, muy importante en la novela: fogosa y cautivadora del rey Fernando II de Aragón y de ahí sus rifirrafes con la reina Isabel.
R.—Beatriz de Boadilla es un personaje que a mí me ha fascinado desde que lo encontré y fue por casualidad.
Para mí es el personaje de la novela porque además es de los pocos que he tenido que ficcionar, muy poco su vida, porque sí que hay muchas crónicas, muchas denuncias contra ella que te dicen cómo era esa mujer.
Dama de compañía de la reina Isabel, Beatriz, era muy bella y enamoró a muchos hombres de aquella época, los más importantes. Entonces cuando llega a la corte, la reina Isabel, que era bastante permisiva con los deslices de Fernando, pero con Beatriz algo debió ver en ella que la obligó a casarse con el gobernador de la Gomera, que es como mandarla lo más lejos posible de Medina del Campo.
Beatriz de Bobadilla, cuando llega a la Gomera, es cuando saca su verdadero carácter, su verdadera forma de ser una mujer, con unas ansias de venganza tremendas contra la reina Isabel, por ese destierro que ella consideraba injusto. La manera de vengarse era colocarse a su altura siendo reina también, pero reina de las Islas Canarias y con una ambición desmedida por conseguirlo.
Como persona, era horrorosa, cruel, asesina, psicópata, todo lo que quieras. Como personaje es fascinante porque esa ambición, esas ganas de vengarse, la llevan a hacer locuras.
Y después está la parte, como tú decías, apasionada. Ella era una mujer que, según las crónicas de la época, según varias denuncias ante la Inquisición, hacía sus fiestas, sus bacanales, claro que las denuncias partían de su suegra, en tiempos de desacuerdos por la propiedad de las isla pequeña, pero todo hace de un retrato de esta mujer fascinante.
P.—¿Qué hizo la Corona de Castilla con los cerca de 60.000 indígenas que había en ese momento?
R.—Con muchos de ellos se consiguió llegar a acuerdos con los mercenarios del sur, que a día de hoy mucha gente los considera traidores, a Añaterve, que era el líder de los mercenarios del sur, pero también hay otras voces que dicen, que al igual que Bencomo, empujó a los suyos a la masacre, a la exterminación, prácticamente, porque partían en inferioridad de condiciones, aunque le pusieron muy difíciles las cosas a los castellanos, ellos luchaban con piedras y palos mientras que los castellanos llegaban con espadas, ballestas, armaduras, caballos, barcos, y superioridad numérica.
Entonces los del sur llegaron a acuerdos con Alonso Fernández de Lugo y por eso se les considera traidores aunque la realidad es que fueron capaces de salvar a buena parte de sus súbditos. Y muchos de ellos fueron perdonados por la corona de Castilla, les entregaron tierra y son básicamente los herederos que quedan en Canarias, en Tenerife en particular, de los guanches.
Porque los del norte, la inmensa mayoría, o fueron derrotados en batalla o fueron esclavizados. Muchos del sur también fueron esclavizados porque después los castellanos los engañaron. Hay un hecho que se llama la “Paz de los Realejos”, que es cuando termina la guerra, los reúnen a todos para cristianizarlos y lo que hicieron fue detenerlos y venderlos como esclavos a muchos de ellos. Entonces sucedió que durante los siglos XV-XVI hubo muchísimos esclavos tanto en la península como ya en América cuando se nos empezaron a llevar para allá de procedencia guanche.
P.—El tema de la momificación. Muchas de sus momias están sin eviscerar, cosa que no hacían los egipcios.
R.—El problema que tenían los egipcios es que cuando momificaban a sus muertos, cuando intentaron hacerlo con las vísceras dentro, esas vísceras se pudrían y echaban a perder la momia. Entonces decidieron eviscerarlos, y convertirlo también en culto, metiéndolas en vasijas.
Sucede que en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, está la momia sin eviscerar mejor conservada, en mi visita me di cuenta de que el grado de conservación es magnífico. Y eso fue lo que me llevó a investigar y a descubrir toda esta historia.
P.—Han pasado unos cuantos meses desde que se publicó la novela hasta ahora. ¿Qué repercusión ha tenido en las islas?
R.—El 99,9% de la gente me lo agradece de corazón.
Pero quiero dejar claro que estoy contando una historia de entretenimiento con datos absolutamente reales pero que si tenéis interés por algo en concreto recurráis a fuentes científicas, arqueológicas. Pero en esta historia que yo he ficcionado me encuentro con gente que procede de allí y lleva a su familia a ver las momias guanches que están en el museo, o a los lugares reales donde está ambientada la novela.
Me parece muy bonito que despertase con “Los nueve reinos” esa curiosidad por su cultura.
Después, pues como todo en la vida, pues hay gente que, bueno, no le parece bien que alguien de fuera cuente su historia y protestan, pero son de verdad, los mínimos son cuatro y muy ruidosos, como siempre.
Mi opinión sobre los tinerfeños, ya era buena y ahora es inmejorable, porque me han tratado siempre de maravilla, me han recibido con un cariño estupendo y esas muestras de agradecimiento que me llegan cada día, a través de mensajes, de las redes, de gente que desconocida la historia de los Nueve Reinos, me parece muy bonito.
P.—¿Publicas pronto una nueva novela, con un registro distinto?
R.—Vuelvo al thriller, que tantas alegrías me ha dado también. La trilogía de Indira, quien haya leído, sabe que en la última parte apareció un personaje nuevo que se llama J.D., que es un policía gitano, bueno, bastante peculiar por sus métodos pero con un buen fondo, buena gente. Y el 13 de marzo, publico mi nueva novela, que se va a llamar JD, como no podía ser de otra manera, con protagonismo de este policía, y ya estoy en plenas correcciones, plena maquetación, y estoy muy contento con el resultado, creo que os va a sorprender.
Entrevista: Rosa pasa página
Edición de sonido. Manuel Muñoz Sánchez
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