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«Siempre me gusta darle voz al 'malo', que el lector entienda por qué se hacen cosas horribles»

«Siempre me gusta darle voz al 'malo', que el lector entienda por qué se hacen cosas horribles»

"Hágase su voluntad" Ana Covadonga Castro (Espasa)

domingo 11 de mayo de 2025, 10:58h

"Creo que lo que se calla no existe, y si no existe, no importa."

Ana Covadonga Castro, asturiana e inspectora de la Policía Nacional, presenta con "Hágase tu voluntad" un thriller psicológico que explora la obsesión, la culpa y la redención. A través de su protagonista, la inspectora Deva Prendes, la autora ofrece una mirada realista y profunda sobre la relación entre la ley, el destino y las decisiones humanas. Con una trama llena de giros inesperados, la novela no solo es un relato de crimen, sino también una reflexión sobre el libre albedrío, la justicia y las elecciones que definen a sus personajes. En esta entrevista, Ana nos habla sobre su proceso creativo y los temas que abarca en su obra.

“Es el 52 cumpleaños de Deva Prenders y los miembros del grupo policial quieren celebrarlo con ella, su jefa. Pero una llamada hace que todo pase a un segundo plano. Una joven se ha suicidado, pero más que quitarse la vida, parece haber seguido un ritual macabro”

P.—El comienzo de la novela, no te deja indiferente. ¿qué buscabas provocar con este arranque tan potente?.

R.—Pues mira, yo que soy una gran consumidora de novela negra, la verdad es que me apetecía hacer algo un poquito diferente. Normalmente siempre se inicia con un cadáver mutilado a manos de otro. Me apetecía salir un poco de eso, y pensé: “¿por qué no empezar con un suicidio?” Que en principio no tendría que dar lugar a una investigación policial porque es una muerte ejecutada por voluntad propia. Pero claro, con el contexto en el que ocurre, la policía debe intervenir, porque esa voluntad podría estar viciada.

P.--: Totalmente. Me gustaría que habláramos un poco de ese equilibrio entre el thriller racional y el miedo casi sobrenatural. Es algo espiritual, misterioso... no vamos a describir la escena, pero sí a mencionarla de puntillas.

R.--: Eso ha sido un reto. Me apetecía que el lector no supiera exactamente si estábamos en el plano terrenal o si había algo más. Y por las reseñas que estoy recibiendo, creo que lo he conseguido. Ha sido una especie de tira y afloja entre lo racional de una investigación policial real y ciertas situaciones que hacen que el lector se plantee: “¿esto es natural o sobrenatural?”. No me quise dejar llevar demasiado por ninguno de los dos caminos, y creo que ha salido una buena mezcla.

P.--: ¿Quién es la víctima?

R.--: Es una chica joven, indocumentada, que se suicida completamente desnuda. Cuando Deva Prendes, la inspectora que investiga el caso, ve su rostro, se da cuenta de que es una joven que estuvo desaparecida durante cuatro años. De hecho, fue ella misma quien investigó esa desaparición sin resultados. Así que no solo se trata de un suicidio, sino que además la víctima llevaba cuatro años desaparecida.

P.--: Hablamos entonces de Deva Prendes, la inspectora. Una mujer madura, con una historia personal y emocional muy marcada. ¿Querías romper con el cliché de personaje femenino duro pero herido?

R.--: Me ha encantado crear este personaje. Normalmente se escribe sobre mujeres muy jóvenes, o si son más mayores, su empoderamiento viene de adicciones, una mala leche extrema o una agresividad desmedida. Yo quise alejarme de eso. He creado a una mujer real, de 52 años, empoderada por sí misma. En su trabajo es firme, pone los puntos sobre las íes, pero también tiene vulnerabilidades. Al escribir en primera persona, desde su mente, podemos conocer su psique, sus tormentos. Porque los policías también tienen vidas personales, y eso afecta inevitablemente al trabajo.

P.--: Aprovecho lo que dices. Tú eres policía, estudiaste psicología y ahora eres escritora de thriller. ¿Qué vino antes? ¿Cómo encontraste ese equilibrio?

R.--: Siempre he sido monotemática. Leo novela negra, veo true crime, todo lo que consumo tiene que ver con investigaciones policiales. Estudié psicología porque la mente humana me fascina. Y soy policía, así que vivo día a día lo que es una investigación real. Cuando tuve a mi primera hija, hace dos años, y ella dormía, empecé a escribir porque no podía hacer ruido. Mi marido, también policía, fue el primero en leerme. Le gustó y me animé. En medio año, me contactó mi editora actual y empecé con Espasa. Ha sido todo muy rápido, un sueño.

P.--: Qué bien, porque has sabido integrar esas tres facetas. Volviendo a Deva: en esta historia hay mucho miedo y mucho dolor. ¿Querías construir un equipo policial en el que también se notara lo humano?

R.--: Eso está en todas mis novelas. El grupo de investigación es como una familia. Pasamos horas y horas juntos, a veces incluso más tiempo que con nuestra propia familia. Si hay mucho trabajo, estás todo el día con ellos. Las relaciones van más allá de lo laboral. Y eso me gusta reflejarlo. A veces leo novela negra donde los personajes parecen muy separados unos de otros, y eso no existe. Si un grupo no es una piña, no funciona.

P.--: ¿Crees que cuando no se expresa el miedo o el dolor, ese silencio puede convertirse en un verdugo?

R.--: Lo que no se expresa no se gestiona. Si acumulas dolor sin sacarlo, el problema se hace cada vez más grande. Y muchas veces, cuando uno se siente solo, parece que no tiene con quién hablar. Creo que eso es lo que le pasa a la chica que se suicida en la novela. Si falta el entorno, parece que no hay salida… aunque siempre la hay.

P.--: Compartir el dolor es más revelador que compartir la alegría, ¿no?

R.--: Sí. Y además, la mente humana es puñetera. Puedes recibir 20 opiniones positivas y una negativa, y te vas a quedar con la negativa. El dolor lo vivimos con más intensidad que la felicidad. Debería ser al revés, pero no lo es.

P.--: El thriller psicológico nos obliga a mirar donde no queremos: el suicidio, la culpa, la oscuridad humana. ¿Querías también explorar esa oscuridad?

R.--: El tema del suicidio me llama la atención desde hace mucho. En la Policía Nacional hay muchos compañeros que se quitan la vida. Pero no trasciende a los medios, por ese supuesto “efecto llamada”. Creo que ese concepto hay que revisarlo. Porque si no lo cuenta un medio, lo cuenta un vídeo en redes, sin filtros, sin ayuda. Y ese sí puede provocar un efecto llamada. Creo que lo que se calla no existe, y si no existe, no importa. Por eso he querido visibilizarlo.

P.--: ¿Crees que la sociedad banaliza el sufrimiento cuando lo convierte en entretenimiento?

R.--: Vemos tanto dolor que estamos deshumanizados. La televisión, las redes, muestran la tragedia de forma brutal. Y dejamos de ver a la víctima como una persona con familia, con futuro. Es un mecanismo de defensa, sí, pero hay que tener cierto equilibrio. Si hay un accidente, no grabes: ayuda. O al menos ten respeto. No es justo que lo primero que vea la familia de una víctima sea un vídeo viral.

P.--: ¿Cómo fue meterte en la mente de una persona al borde del suicidio? ¿Te protegiste emocionalmente?

R.--: Siempre tomo cierta distancia. Soy muy empática, y todo me afecta. Hay veces que tengo que dejar de escribir. Lloro, río, sufro con lo que escribo. Porque mis personajes me importan, y les pasan cosas que no siempre son justas. Pero tengo que protegerme un poco, también en lo profesional. Si no, no podría.

P.--: ¿La literatura puede ser una forma de hacer justicia donde no llega la justicia legal?

R.--: Para mí escribir es un altavoz. Y sí, lo utilizo para dejar mis mensajes. Si tengo que lanzar una crítica, la lanzo. Si alguien la recoge, mejor.

P.--: En tu novela hay desapariciones. ¿Cómo afectan las ausencias, el no saber dónde está alguien?

R.--: Creo que es de lo peor que puede pasar. La incertidumbre es más dura que la certeza. Lo he dicho muchas veces. Mientras no sabes, no puedes cerrar una herida. Aunque no se cure nunca, no puedes empezar a sanarla.

P.--: El título: Hágase su voluntad. Tiene una dimensión religiosa, fatalista. Cuéntame.

R.--: Esa frase cierra la novela. Todo lo que ocurre está relacionado con ese concepto. La chica no se suicida por su voluntad real, sino por algo que la supera. Alguien exige ese sacrificio. Y la historia trata de descubrir quién y por qué. Es una frase que encierra mucho: quizás no es su voluntad, sino la de otro.

P.--: Hablamos, sin nombrarlo, del antagonista. El manipulador. ¿Querías explorar también ese juego entre el que domina y el que se deja dominar?

R.--: Siempre me gusta darle voz al “malo”. El lector quiere entender por qué se hacen cosas horribles. Por eso el true crime engancha tanto. Quiero que el lector comprenda, aunque no justifique. Y sí, ha sido complicado meterme en esa mente, pero también muy satisfactorio.

Continúa la entrevista en Youtube y Spotify.

Entrevista: Rosa Sánchez de la Vega

Editor de sonido: Manuel Muñoz

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