"Entre historia y thriller: Marcos Chicot revive a los pensadores clásicos para entender el presente"
Marcos Chicot cierra su trilogía sobre la Grecia clásica con ‘El asesinato de Aristóteles’, un viaje literario entre historia, filosofía y actualidad
El escritor madrileño Marcos Chicot presenta en Madrid su última novela, El asesinato de Aristóteles (Planeta), con la que culmina una ambiciosa trilogía dedicada a los grandes pensadores de la Grecia clásica. En un acto que incluyó un desayuno griego para ambientar la época, el autor ofreció detalles sobre esta obra que, más allá de narrar la vida y la muerte —o en este caso, el simbólico “asesinato”— de Aristóteles, busca resucitar sus ideas para comprender los dilemas políticos y sociales actuales.
Chicot, licenciado en Psicología Clínica y autor consagrado, lleva más de veinte años alejado de los medios tradicionales, inmerso en la recreación histórica de figuras como Pitágoras, Sócrates y Platón, a quienes ya “asesinó” literariamente en anteriores novelas. Con Aristóteles cierra un ciclo que ha combinado rigor documental con una narrativa que busca enganchar al lector y enseñar historia sin esfuerzo.

La trilogía comenzó en 2013 con El asesinato de Pitágoras, inicialmente un proyecto autopublicado que se convirtió en uno de los ebooks en español más vendidos. En 2016, El asesinato de Sócrates fue finalista del Premio Planeta, mientras que El asesinato de Platón (2020) sufrió las consecuencias de la pandemia, aunque se convirtió en el preferido de los lectores. Ahora, con Aristóteles, Chicot completa esta saga que no solo se adentra en las biografías, sino que explora la influencia y la persecución de sus ideas, muchas veces incómodas para el poder.
El nuevo libro se sitúa en los últimos años del imperio de Alejandro Magno, alumno de Aristóteles, y refleja una Atenas dividida: la mitad de los ciudadanos admiraba al filósofo, mientras que la otra mitad lo consideraba responsable de la ambición expansionista de Alejandro y deseaba su muerte. Aunque Aristóteles no fue asesinado en realidad, el título alude a la persecución de sus ideas revolucionarias, aún relevantes hoy. Chicot resalta que estos pensadores combatían la corrupción, la injusticia y la demagogia, males que perviven en nuestra política actual.
Como psicólogo clínico, el autor aplica test de personalidad a sus personajes históricos para dotarlos de coherencia y profundidad, revelando, por ejemplo, que Alejandro Magno podría haber tenido un trastorno límite de personalidad, mientras que Sócrates era una figura equilibrada. Este método convierte las novelas en un estudio de la psique humana, además de un relato histórico.

Chicot asegura que, aunque no mataría a ningún líder contemporáneo —porque matar no cambia nada—, sí apostaría por “asesinar” la corrupción y la demagogia, los verdaderos enemigos de la democracia desde la antigüedad. En sus libros, la divulgación histórica convive con la crítica social, siempre con el objetivo de entretener y educar.
Además, el autor destaca la importancia de incluir en sus relatos la voz de mujeres y esclavos, grupos invisibilizados en la historia oficial, reflejando las tensiones y limitaciones de su época. La vida intensa y compleja de estas figuras añade profundidad a sus tramas.
Fuera de la literatura, Marcos Chicot es un padre comprometido con la visibilización de la discapacidad, ya que su hija Lucía tiene síndrome de Down. Dedica un 10% de los beneficios de sus libros a fundaciones que trabajan en este ámbito e incluye siempre en sus obras referencias que ayuden a derribar prejuicios.
Tras cinco años de intensa dedicación, trabajando jornadas maratonianas, Chicot concluye este capítulo con la promesa de un futuro profesional más equilibrado, aunque sin renunciar a la divulgación histórica y social.

Con El asesinato de Aristóteles, Marcos Chicot no solo ofrece un retrato fascinante de uno de los grandes filósofos de la historia, sino también una invitación a reflexionar sobre los retos políticos y éticos que siguen vigentes desde la antigüedad hasta nuestros días.
Rosa Sánchez de la Vega
Fotos: Javier Ocaña