Andar por entretenerse. También porque era barato. Caminar con el móvil en el bolsillos para que te marcara la distancia recorrida. Te contase los pasos. Cuatro décadas intentando dar esquinazo al trabajo asalariado. Ejerciendo de periodista sin serlo. Sobrevivir rozando con la punta de los dedos la precariedad. Todo cuanto le parecía interesante, provocador ya no interesaba a nadie.
Jaime hacía su viaje de regreso con el vacío incompleto que deja una relación recién terminada. La suya.