Dos militantes, dos células violentas y aquellos que se ven afectados por ellas. Dos jóvenes cobijados bajo las banderas de los apasionamientos políticos más extremos. Argentina 1975. Una época convulsa por la crisis económica, política y social y la insensibilidad del gobierno. Sin duda un año turbulento.
--Aterrizas en ese año, aún siendo un niño sin apenas haber estrenado la memoria. Pero siempre hay una parte que tú recuerdas, otra lo que te cuentan, y otra la que vives a posteriori.
En 1975 yo ya tenía ocho años. Vivía además en un hogar en el que se hablaba mucho de política. No había una militancia de izquierdas como la de los protagonistas de esta novela, pero aunuqe no podíamos hablar entre nosotros, lo hacíamos. Tampoco participánamos de las conversaciones con nuestras familias, ni siquera podíamos escuchar cosas sobre la violencia cotidiana y los peligros del barrio.
Nos advertían. Teníamos que desconfiar de si había un auto con gente adentro, mucho rato estacionado, no jueguen afuera y ojo con andar tocando esto o pateando aquello, esas precauciones maternales sobre todo, claro uno después al crecer, al envejecer dice: -- ah! tenía que ver con esto, tenía que ver con aquello, pero formaban parte de lo cotidiano y eso es de lo que más te diría que me convocó a escribir esta novela. Es decir hubo un momento de mi niñez que la violencia política era algo cotidiano aunque no tuviera nada que ver con mi vida ni con mi familia, de todos modos era cotidiano, estaba ahí.
Recuerdo perfectamente un bombazo a dos cuadras de mi casa en plena noche y que mi mamá viniera a mi habitación y me dijera que estuviera tranquilo porque solo era una bomba. Y es muy significativa esa respuesta que fue absolutamente tranquilizadora: no es nada más que una bomba que estalló a dos cuadras de casa, no tiene importancia o no tiene mayor importancia que todo lo demás o no tiene nada de extraordinario y eso me parece que es un elemento interesante desde la distancia para decir, aterricemos en esa Argentina donde una bomba no tenía nada de extraordinario.
--¿Cómo fueron tus conversaciones con los guerrilleros, con la mirada de ahora para ti y tambien para ellos, en esa distancia del tiempo?
Por entonces tenía 20 años, no 70 como ahora. Y en general en esas conversaciones noté una constatación a veces dolida de la distancia y a veces culposa, pero también reivindicativa en este sentido en la Argentina este es un tema que no se habla, ni se menciona. Hay que hablar de los guerrilleros como de militantes sociales que luchaban por la restauración de la democracia. Y ellos no eran eso, ni se les pasaba por la cabeza hacer eso. Es más, ellos luchaban por derribar al gobierno constitucional de Isabel Perón y les parecía perfecto. Y eso me lo decían. Nosotros éramos guerrilleros, nosotros éramos soldados. Pero ellos no eran muchachos con pancartas protestando en la Plaza de Mayo contra el gobierno militar, porque no había tal gobierno militar. Ellos estaban haciendo la revolución social sobre todo el modelo cubano, porque el Che acababa de morir unos años antes y les había señalado un camino. Eso eran ellos. Y eso me pareció muy honesto. Me gustó tener esas conversaciones, porque siempre prefiero una conversación honesta.
--Antonio, Santiago, Mencho, Claudia, el Puma se reunían para hacer balance de los resultados electorales. Santiago más positivo y el Puma cree que ha sido un desastre.
Claro, porque justo en ese año, 1975, algún momento en que Montoneros, esa organización que reivindicaba Perón, dice, bueno, vamos a por el pueblo, vamos a buscar al pueblo a que nos vote en Misiones, que es una de las provincias, y una provincia muy pobre, vamos a ir a las elecciones contra el peronismo oficial de Isabel Perón, y sacan el 10% de los votos, contra el 50% que saca el peronismo oficial y ahí es donde una vez más, no es la única vez que lo decía, dicen bueno, el camino son las armas, claramente no son las urnas. Entonces es una manera de situar, de situarlos y situar al lector también en relación a lo que se viene que es la guerra. No hay otra alternativa que la guerra, el pueblo está engañado. El pueblo va de narices a donde esta burocracia lo conduce. Hay que esclarecer, hay que ser la vanguardia y allí vamos.
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