"Su parte más misteriosa y más desconocida, es lo que la ha llevado a perdurar en el imaginario humano hasta día de hoy"
Rosa pasa página, se ha citado por zoom con Katerine J. Chen, autora de “Juana de Arco” la visión desde su niñez y su juventud.
Francia batalla contra Inglaterra una guerra perdida no solo en el campo de batalla. La hambruna golpea también con fuerza a sus habitantes, mientras su rey se esconde en la corte. Corre el año de 1412. Una joven campesina nacida en la aldea de Donrémy será capaz de llevar la victoria a los franceses.
La historia arranca con una escena donde los niños, entre los que se encuentra Juana, recogen piedras, no guijarros, sino rocas pesadas de bordes y cantos afilados, guardadas en sus faldas, ahora fardos improvisados. Se adivina una batalla fulminante. En la que según la autora, no es tanto quién lanza la primera piedra, que bien podría ser una referencia a Jesucristo, sino aquello que va más allá de la guerra, de los confines de los campos de batalla y llega a los hogares y la guerra lo invade todo.
Así que esa primera escena tiene que ver con las influencias externas y cómo afecta a la joven Juana y cómo pienso yo que, repito, la guerra no se limita ni solo a las cortes, ni es una batalla entre reyes, es una batalla en los hogares por sobrevivir y eso afecta también a cuestiones como la masculinidad, como la juventud, el tema de la mujer, porque es que esto lo empapa todo de la existencia de cada persona. Asegura Katerine.
Y añade que las guerras de adultos, las guerras de reyes, las guerras de cortes pueden también ser batallas entre niños. La autora deja claro que retrata a Juana en los años de 1412 a 1431 y asegura que de alguna forma:
“yo recibí ese orden de Juana, en la que me decía: que me hagas humana, que cuentes mi historia, la historia de un ser humano, no la historia de una santa”, que al final, si uno quiere, le damos un premio a una persona santificándola y ese supuesto premio no le llega hasta 500 años después de haber muerto. Y como siempre en su vida, como casi todo, las cosas se manipulan y se han manipulado para amoldarse y adaptarse al partido que uno le interesa, las ideas que uno le interesa, los ideales que uno necesita cubrir. Y en mi caso, y con Juana como personaje, yo quería intentar encontrar un poco la carne y el hueso.
Y la sangre, sin simplificar demasiado ni tampoco dejar de lado la fe, porque está. Yo quería mostrarla a ella de una manera con la que nos podemos identificar y empatizar fue una heroína, sí, pero hay un elemento también de ella que es, bueno, más escurridizo, más enigmático, y esa parte más desconocida, más misteriosa, quizás es lo que la ha llevado a perdurar en el imaginario humano hasta el día de hoy.
Así que, para mí, yo recibo este imperativo de conectar con ella como persona porque yo puedo notar, sobre todo, aquellas partes en las que yo he puesto mucho de mí en el personaje de Juana, donde yo he puesto mis ideales también. Porque en el proceso de escritura, y eso supongo que pasa también a muchos autores, uno da mucho de una misma.
Pero también el personaje te pone mucho a ti. Es un poco una simbiosis que se produce a la hora de escribir, es decir, nos vamos dando energía y quitando energía hasta que las líneas entre personaje y autor, entre figura histórica y narradora, un poco ya se difuminan, casi esas fronteras.
La autora habla también de Juana como una persona carente de cariño, desde muy niña por parte de su padre. Es la segunda hija y en el fondo no sabe qué hacer con ella.
Necesitaba una fuente de conflicto en casa y el padre, evidentemente, es un personaje violento, pero a mí me parece muy interesante. Bueno, ya dependerá del lector si captan estos matices o no, pero más adelante, en el libro, es interesante porque ella dice, yo soy el producto de las manos de mi padre, y si no conoces a mi padre, entonces no me conoces. a mí, dice ella. O sea, es como una inflexión, que tampoco estoy diciendo que ella adore a su padre en absoluto y no cree en lo mismo y su temperamento no es el mismo, porque además, Juana es una persona amable, ella quiere utilizar su fuerza para demostrarla a manera de amabilidad
El primer borrador de esta historia intenté meterme en las visiones de los santos de Juana, y no me funcionó. Porque las visiones dictaminan mucho. Son los propios santos o las santas las que le dicen a Juana lo que tiene que hacer, en el momento de prepararse para la guerra, o en la balada, y lo que quería era que Juana actuara sin ninguna visión externa, ni ninguna fuerza externa que le dicte órdenes ni cómo tiene que actuar. Y por eso quito las visiones de medio.
Era importante que Dios estuviera en el libro, porque la fe tiene un papel muy importante. Pero no es Dios quien habla con ella, sino ella quien habla con Dios.
Hay algunos críticos que han dicho que esta visión de Juana es una visión laica y secular y que no se habla de la fe, pero yo no estoy de acuerdo. Yo creo que sí que está ahí la espiritualidad y la creencia en Dios están en el libro y muy profundos, además, lo hice intencionalmente, intenté transformar la presencia de Dios de una manera creativa en el libro, en el sentido de que Dios siempre está ahí, Dios la observa, la guía y nunca la abandona. No es que Juana no crea en Dios, Juana cree en Dios mucho, pero ella escoge negociar con Él y llegar a un pacto y a un acuerdo con Dios, incluso al final sigue negociando con Dios, pero tiene una nueva fe encontrada y renovada.
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