Rosa pasa página charla con Jose María Merino, escritor y académico, ganador del Premio Nacional de las Letras 2021 con “Las visiones de lucrecia” . El autor acaba de publicar: “Yo y yo en breve” (Alfaguara 2024) Un compendio de relatos donde combina el humor, la sorpresa y la inquietud ante lo desconocido, y que giran en torno a temas tan sugerentes como la identidad, el doble, la frontera entre la vigilia y el sueño, las realidades paralelas o la inteligencia artificial.
“Un curso imaginario impartido sobre narrativa breve, cuyos participantes de ambos sexos y de distintas edades, escribieron al final uno o dos cuentos para leerlos en voz alta entre los concurrentes. «Como yo era el responsable, pensé en su posible publicación y seleccioné los que me parecieron más adecuados, incluyendo cuentos míos»
P.—25 cuentos y 51 minicuentos. En total 76 relatos. Lo que en un principio parecía que iba a ser la mitad. ¿Cuál ha sido el orden?
R.—Empecé hablando de los orígenes desde una perspectiva un poco idealista y luego ya pues fui entrando en otras materias, desde las mezclas raciales, hasta la inteligencia artificial.
P.—La inteligencia artificial pertenece a la ciencia ficción, pero es un invento que puede salvar a la humanidad de sus disparates. ¿Estás seguro?
R.—Quiero estar seguro. Quiero pensar eso. Porque claro que a estas alturas del siglo XXI estemos viendo, lo que estamos viendo en la Tierra. Estas guerras son terribles y absurdas. Este problema de gente buscando algún lugar para vivir. Es tremendo. Yo no me podía creer en los años 70-80 que iba a vivir una ancianidad en estas condiciones, y en este sentido, creo que la inteligencia artificial, nos puede ayudar porque no tiene emociones, no tiene avaricia, no tiene envidia, tampoco tiene amor, pero por lo menos puede ser una inteligencia objetiva, va a ser mucho mejor que la nuestra organizando las cosas del mundo.
P.—¿Existir dentro de una conciencia lectora es la suerte de las palabras escritas?
R.—Misteriosamente los escritores escribimos para que alguien convierta esas palabras inertes en palabras vivas, palabras que de pronto vuelven a existir.
No me atrevo a pensar que piensen. No me atrevo a imaginar que piensen, pero desde luego hay algo misterioso en eso que vuelves a abrir el Quijote y empieza a funcionar todo otra vez, el escenario renace.
P.—El Quijote, es un libro que te marcó enormemente.
R.—Es curioso porque yo había leído el Quijote mucho antes de leer el Quijote, el verdadero Quijote. Yo tuve la suerte de tener una biblioteca familiar que, según mis padres, era el tesoro de una familia.
Y había un Quijote con los dibujos de Daniel Urrabieta Vierge, que luego una inundación lo estropeó. Pero de chaval, que era un lector tremendo, no podía entender que mi padre valorarse tanto aquello. Pero el verdadero Quijote lo leí por primera vez a los 15 años, y me fascinó. Entonces entendí que para comprender el Quijote hay que conocer la melancolía.
P.—¿Cuántas veces y en cuántos lugares has encontrado cachos de ti mismo por ahí desperdigados?
R.—Pues en lugares inesperados. Que de pronto digo, anda, si yo estuve aquí cuando estaba empezando a estudiar, vine a este sitio y de pronto me parece que estoy viendo por ahí algo que me pertenece, algo que es mío, algún cacho.
La memoria tiene muchas veces un elemento sentimental, de algunos lugares, de momentos, tiene algo que no te esperabas y que ahí está, y te das cuenta del lugar donde te lo has dejado.
P.—Hay artefacto como es el libro para la conversación de la memoria y de la estructura escrita del pensamiento simbólico.
R.—El libro es el aparato más cómodo e interesante que inventó la humanidad. Porque lo abres y empieza a funcionar tan pronto empiezas a leer, a descifrar, terminas, cierras, se apaga. Y, hay una energía que lo ha hecho mover que eres tú mismo, este aparato es increíble y este aparato además sobrevive durante muchísimos años y es historia, es memoria, es emoción no podemos perder este aparato.
Y en esta sustitución que está habiendo progresivamente por las nuevas tecnologías, que tienen tantas otras cosas excelentes, pero sustituir esto es terrible porque perdemos el proceso de funcionamiento de la mente que es la lectura.
P.—La lectura es necesaria, no podemos perderla.
R.— Las nuevas generaciones están saliendo menos inteligente porque tal vez la gente lee menos, se embelesa con el móvil que es muy útil para muchas cosas, pero embelésate también con un libro.
P.—El libro como un invento para conservar todas las formas del tiempo y sus contradicciones.
R.—Sí, porque el libro, siempre está ahí y conserva esas formas del tiempo. Es una máquina del tiempo y está esperándote.
P.—¿La ficción nos permite viajar tranquilos y seguros?
R.—La ficción está en nuestra naturaleza. Somos Homo Sapiens porque empezamos a utilizar la ficción para intentar desentrañar la realidad, para entender lo que pasaba. El primer paso podría ser al tratar de descifrar los sueños.
P.—El tiempo pasa, se pierde, pero sin duda a veces algún fragmento queda demasiado enganchado a nosotros. ¿Esos fragmentos posiblemente sean los que forman parte del relato de nuestra vida?
R.—Pues posiblemente sí. Esos fragmentos son los que realmente han quedado enganchados por alguna razón, porque ellos tenían un pincho o porque una parte de ti los ha recogido. Y yo creo que esos fragmentos son los que dan la composición digamos general de tu vida, de lo que eres, de dónde estás, de quién, de cómo han pasado las cosas.
No en este otro mundo, que es el mundo de la no ficción. En el mundo de la ficción es donde realmente nos salvamos.
P.—¿Puede ser una utopía, puede ser un sueño en sí mismo querer permanecer en la infancia? En esa infancia y en esa inocencia tan importante que se pierde demasiado pronto. ¿O de alguna forma querer saborear las primeras lecturas de un mismo libro?
R.—Yo creo que es estupendo. Precisamente, mis mejores recuerdos de niño siempre se relacionan con la ficción como lector, que fui un lector devorador de libros y todavía conservo muchos libros leídos de niño. Y eso es lo que además te ha compuesto en cierto modo, yo estoy compuesto de literatura como todos los lectores. Pero sigo en esa infancia inocente.
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