rosapasapagina.es
«Yo sé que mi vida está llena de ficción, igual que sé que mi literatura o mi ficción está llena de realidad»

«Yo sé que mi vida está llena de ficción, igual que sé que mi literatura o mi ficción está llena de realidad»

"Un hombre bajo el agua" Juan Manuel Gil (Seix Barral)

domingo 06 de octubre de 2024, 22:04h
"La respuesta a cualquier pregunta que plantee un escritor, va a estar del lado del lector, partiendo de su propia historia, de su bagaje como lector"

Rosa pasa página charla a través de video conferencia con Juan Manuel Gil, autor de “Un hombre bajo el agua” obra que acaba de ser reeditada por Seix Barral. Una novela que ajusta cuentas con nuestra parte más escurridiza: la memoria. Un viaje de ida y vuelta en el que la escritura abre una grieta en la muerte por la que la vida acaba abriéndose paso.».

—Iván, "el Tusmadres". Un gilipollas medio trastornado, íntimo amigo de las cosas ajenas, nueve años mayor que yo, que entonces acababa de cumplir catorce, de quién alguna vez había tenido que salir huyendo, porque le daba por desordenarles las vértebras a los zagales del barrio. En alerta máxima, giró su cabeza y me habló.

—¡Tú, capullo, ven aquí!

P.—Con esta introducción presentamos a Iván, "el Tusmadres". Qué puedes decirme de él.

R.— Iván, "el Tusmadres", es un personaje esencial, que zambulle al narrador de esta historia en una agua turbia, y que de alguna manera tiene el mismo papel que un escritor cuando tira de un lector para que se dé un chapuzón en la novela que acaba de abrir.

A mí me parecía una manera muy trepidante de empezar la historia que es zambullendo a un niño en las aguas turbias de una balsa para ver qué había en el fondo, que tiene algo de lo que yo busco cada vez que abro un libro. Zambullirme en un libro que en principio parece turbio, que no parece cristalino, pero que estoy dispuesto a aguantar la respiración y llegar hasta el mismísimo fondo, si me deja el autor.

P.—En esta novela, toma mucha importancia el lugar en el que se desarrolla. Diría que es casi el personaje principal, si podemos hablar de un personaje dentro de lo que es un entorno. Estamos hablando de una periferia, un barrio, un lugar en el que a pocos metros de distancia hay una diferencia de vida abismal.

R.—Sí, es verdad que el barrio, el espacio en el que transcurre esta historia es muy importante y también, muy importante para mí, porque tiene que ver no solamente con la infancia del narrador que aparece en la historia, sino que tiene que ver con mi propia infancia y tiene que ver con un espacio que yo había tenido muy cerca como escritor y al que nunca había recurrido.

Y tardé casi 40 años, en darme cuenta de que probablemente mi literatura estaba en el espacio en el que yo había saltado, corrido, en el que yo me había herido, en el que yo había vivido mis primeras aventuras. Es un barrio muy parecido a mi barrio, un barrio como tú dices de periferia, un barrio que es una cicatriz, un barrio que está lo suficientemente alejado de todo como para que todo el mundo se olvide de ti y para que tú te olvides de todo el mundo.

Es un barrio en ese sentido que tiene todos los ingredientes para que transcurran cosas y donde la gente valora muchísimo no tanto que transcurran cosas como el hecho de contar lo que transcurre y si en ese camino es necesario mover las piezas, maquillar algo para que resulte más trepidante, más interesante, pues qué duda cabe de que lo van a hacer.

P.—Cuando ocurre una cosa de este tipo, voy a decir, un accidente o un asesinato o una muerte, una noticia en un sitio tan pequeño, siempre surge un rumor y ese rumor se va agrandando, se va desviando, va habiendo varias opiniones.

R.— Sí, porque hay una necesidad en cuanto surge algo que te conmociona en el sentido más radical de la palabra, cuando sufre esa conmoción, lo primero que quiere la gente, el espectador, el lector o el ciudadano de a pie, es saber. Saber lo que pasa desde el minuto uno es muy complicado. Y el ser humano ha desarrollado una habilidad prodigiosa para narrar, contar, unir puntos, enganchar un elemento con otro, un nudo de acción con otro y al final confeccionar una historia que en ocasiones no tiene nada que ver con la realidad.

Esto llevado a la literatura es algo formidable, es algo absolutamente fantástico, porque para mí la realidad y la ficción en mi vida es muy importante, no solamente en mi literatura. Yo sé que mi vida está llena de ficción, igual que sé que mi literatura o mi ficción está llena de realidad. Sé que las dos son inseparables. Y a mí me cuesta mucho encontrar cuáles son los límites.

No sabría decirte cuál es la dirección, pero ese cóctel que nos seduce tanto, especialmente a los escritores, yo lo tengo no solamente en mi literatura, sino, como digo, en mi vida, en mi día a día.

P.—Un zapato y un presentimiento bajo el agua, por supuesto. Este zapato despertó sin duda mucho interés. Volvemos otra vez al principio de esta introducción en la que Iván, "el Tusmadres", le obliga a que vaya a por ese zapato a ver qué pasa, a ver qué hay detrás.

P.—Sí, básicamente es una especie de hueco, de secreto, de pregunta. Las novelas generalmente están llenas de preguntas y probablemente las 250, 300 páginas, 400 páginas que escribe un novelista básicamente es para responder a una o dos preguntas que desgraciadamente no encuentran la respuesta porque si tú necesitas 400 páginas para contestar a algo, es que muy bien no se te ha dado.

Es decir, que probablemente la respuesta a cualquier pregunta que plantee un escritor, cualquier respuesta va a estar del lado del lector, partiendo de su propia experiencia, de sus propias emociones, de su bagaje lector, de cómo es su historia, de cuáles son sus gustos y sus inquietudes.

En este sentido es verdad que hay agua, que es un elemento fundamental en mi literatura, hay un agua que es especialmente turbia, es decir, en el que no ves la respuesta inmediatamente, que también tiene que ver con la literatura, no solamente con la mía, y al fondo hay una pregunta, en este caso en forma de zapato, podría ser o podría ser cualquier otra cosa. Lo que está claro es que si no se zambulle a alguien, si no hay un narrador dispuesto a meter las manos en esa agua turbia, no tenemos historia. Y el narrador de esta historia, que es un escritor, decide meter, ya siendo muy joven, decide meter la mano en esa agua, que es una historia.

P.—¿Quién es la víctima?

R.—La víctima siempre, en este caso, es un personaje también central, es un personaje que aparece debajo del agua, pero del que sabemos muy poco. El lector va a comenzar sabiendo muy poco, pero conforme se adentra en esa historia verá que es, como todos nosotros una suma de historias, es una suma de historias que en ocasiones se contradicen, pero eso no quiere decir que se repelen, es decir que en ocasiones somos un montón de contradicciones en nosotros mismos, somos una cosa y otra, y esa es una de las grandes inquietudes que tengo yo en mi literatura, en las historias que cuento.

Para mí es muy importante atender a la pregunta, sobre todo cuando pasan tiempos, cuando eres joven no tanto, pero cuando van pasando los años y tienes que definirte a ti mismo, te das cuenta de que, en realidad, probablemente nosotros no tengamos la respuesta a eso, o por lo menos no una mejor respuesta que las personas que nos rodean. Y creo que la literatura es una buena manera de aglutinar todas esas opiniones de alguien o de algo o de un hecho.


P.—Encomendaron a un niño que nunca contara la historia con mucho detalle, pero él tenía claro que no era necesario, porque no había hecho nada malo. Él al final acaba escribiendo la historia, pero necesita recuperar esa memoria.

Es verdad, que esa memoria suya, va a diferir mucho pasado un tiempo y por otro lado, necesita la memoria de los demás, si la historia la queremos contar desde otra periferia, desde otro círculo más grande.

R.— Sin lugar a dudas. Para construir en este caso esa memoria, a ese personaje no le basta con la memoria del escritor. Es necesaria una especie de memoria colectiva que entre en colisión, unos argumentos, unos relatos con otros, porque probablemente de esa refriega saquemos algo que sin ser fiel realmente por lo menos se pueda acercar a algo de lo que pudo suceder.

Creo que los escritores tenemos un papel, cuando abordamos este tipo de novela, o el narrador de esta novela en concreto, si se quiere, tiene un papel casi parecido al de un investigador, o incluso algún forense. Esto que va uniendo piezas, que va analizando, que va haciendo un análisis clínico, que va escuchando aquí y allá con el fin de encontrar la manera de llegar a una conclusión.

P.--Los héroes y los cobardes. "Los héroes llenan los cementerios, las cumbres de nieves perpetuas, los campos de batalla. Los cobardes, en cambio, somos una informe lengua de lava que ha ido abriendo camino a la propia vida del ser humano." Cobardes y héroes, no sé si existe esa diferencia tan abismal o hay un equilibrio entre ambos.

PARA SEGUIR LA ENTREVISTA PUEDES ESCUCHARLA EN SPOTIFY Y YOUTUBE.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios