"Puede que en esta ocasión me haya derivado un poco hacia el odio, pero mi denominador común en mis novelas es la venganza"
La cita de hoy es con Leticia Sierra, asturiana de nacimiento, a quien tuve el gusto de conocer por su primera novela. Las casualidades unen y eso fue lo que nos pasó. Ella, había estudiado periodismo en Salamanca, a pocos kilómetros de mi pueblo, Hervás, y además era de Noreña, Oviedo, pueblo que conocí hace ya unos cuantos años. Meses después de la primera entrevista, nos citamos en Salamanca para presentar su novela y encantada de conocernos por fin en persona.
La trayectoria de Leticia, no me sorprende porque desde el principio supe que era una autora con mucha fuerza, sincera y con una necesidad imperiosa de contar a través de la palabra escrita.
Leticia Sierra, acaba de publicar una novela que duele, y que grita. Ella ha abierto un pozo de lamentos y de injusticias y de conocimiento necesario. “Lo que oculta la tierra” (Planeta)
“Empezó a temblar de frío, tenía la ropa mojada, los labios violáceos, la piel acartonada. Se impulsó en un vano intento por moverse, pero sus manos resbalaron. Agarró algo gelatinoso y tiró. El brazo saponizado de un hombre muerto la hizo gritar de nuevo. Esta vez ya no paró de hacerlo, gritó durante dos días con sus dos noches gritó hasta su último aliento, cuando dejó de gritar pasó a convertirse en la víctima 295”
P.—Se me pone la piel de gallina solamente con leerlo.
R.—A mí se me puso la piel de gallina cuando me enteré de la historia de este pozo hace ya seis años.
P.—Este pozo, tiene como definición: “fosa común” y lo común deja de tener nombre propio, pierde por tanto su identidad y ahí abajo hay muchos nombres propios.
R.—Pero que no se conocen, porque no se sabe ni cuántos cuerpos hay enterrados en esa fosa, se estima que puedan andar entre los 400 y los 500, sin saber sus nombres. Y por desgracia tenemos muchas fosas iguales a lo largo del territorio nacional.

P.—¿Cómo llega a ti esta historia?
R.—Mi marido es turones de nacimiento, su origen es en el Valle de Turón. Y un buen día me llevó de turismo a la parte más alta del valle, y me llamó la atención que en una explanada hubiera un ramo de flores, así que le pedí parar.
Él se sorprendió de que yo no conociera la historia, y me contó que el pozo era una fosa común, donde mataban a mucha gente. Me pareció de una crueldad tremenda, no ya las muertes sino que no se hubiera descubierto hasta el 2003. Estábamos en el 2019 y en ese momento supe que tenía que contarlo.
Aún no sabía cómo, porque soy escritora de novela policiaca y si quería contar la historia del Pozo Fortuna, me iba a tener que meter en un fango en el que no estaba acostumbrada.
No quería que fuera una novela histórica, así que empecé a buscar documentación, testimonios, etc . Pero no encontraba la voz narrativa para contarlo. Tardé cinco años en encontrar el equilibrio que necesitaba.
P.—¿Y la encuentras con el hallazgo de un hombre muerto en posición penitente con las manos y la lengua cortadas y un tiro en la nuca, en una carretera secundaria, precisamente en el Valle Minero de Turón?.
R.—Sí. Ahí, es cuando un cuerpo aparece de esta manera, y no es algo fortuito. Aquí hay un mensaje para alguien. Además, ¿dónde aparece? Es decir, esta trama se desarrolla en 1995. En esa fecha, el Pozo Fortuna estaba oculto, bajo una carretera. De manera que ese cadáver aparece en medio de una carretera.
Y es el inicio de todo, de la investigación criminal, de la investigación policial en el Valle de Turón y gracias a esa investigación vamos a saber muchos detalles de la trama planteada en 1940. Vas a estar "jugando", con eso.
P.—¿Quién es la víctima?
R.—Severino. Él es un vecino de Turón, un capataz que tiene una fortuna que nadie sabe de dónde sale, ni siquiera su hijo Rafael lo sabe, se lo puede imaginar, pero vamos que es un potentado, una persona bien posicionada con un sueldo de capataz de mina.
P.—Nadie mata por cariño, pero hay quien lo hace con saña. Creo que en tus novelas hay un denominador común y es: la venganza.
R.—En esta novela quizá haya derivado un poquito hacia el odio, pero hay cierta venganza. A veces la justicia se imparte fuera de los tribunales, porque la venganza no deja de ser otra forma de hacer justicia, con la diferencia que la justicia se hace dentro de un tribunal, y la venganza no.
Y sí, en mis novelas el denominador común es la venganza.

P.—La memoria como herencia generacional, también el odio.
R.—Claro, como todo. ¿Cuál es el peligro? Que aumente o que disminuya, depende si eres capaz de contar las cosas sin inquina.
Se puede perdonar, pero no olvidar. Para ello lo primero es la aceptación, y después saber perdonar para seguir adelante.
Además tenemos mucha facilidad para hacernos acreedores de resentimientos ajenos incluso en el día a día, Porque ¿qué derecho tienes tú a odiar en mi nombre?
P.—En estos personajes también hay un distanciamiento bastante profundo de padre a hijo.
R.—Sí, porque llevan una década sin verse y sin hablarse, y también hay un distanciamiento emocional importante.
Yo quise en uno de los personajes, representar un poco los sentimientos e instintos de esa época oscura de la posguerra, que es la intransigencia, la intolerancia, incluso hasta el punto de que él prefiere ver a su hijo muerto que verlo guardia civil, hasta ese punto. Y el hijo es una persona coherente, razonable, que tiene muy claro lo que él quiere ser y lo que quiere hacer.
P.—¿Ser muy poco querido te convierte en un candidato a no sentir tu muerte, incluso a que no duela el ensañamiento?
R.—Medio pueblo celebra que lo hayan matado, porque era una persona odiosa. Pero cuidado, porque nada justifica que te quiten la vida por "cabrón" que seas, para eso está la justicia y los tribunales.
Pero entiendo que una persona con el bagaje de este hombre, cuando se lo carguen, aplaudan.

P.—Vamos con la víctima 295, la víctima real. Una responsabilidad por parte de la sociedad que esté sepultado por una carretera y que hasta el 2003 no se descubra. No se sepan quienes son porque no hay manera posible de exhumarlos a todos, por el deterioro de los cuerpos, en el lugar en el que están.
R.—Esta víctima representa a muchas, porque todas pasaron más o menos por el mismo proceso. Es decir, lo primero era llevarte al centro de detención, que estaba en el colegio Lasalle; un colegio de frailes que siempre funcionó como tal, hasta que acabó la guerra para convertirlo en centro de detención en el que los torturaban, a las mujeres les rapaban el pelo, abusaban de ellas, las apalizaban, las vejaban, incluso en el patio del recreo de este colegio, hay una pequeña fosa común. Y después de vejarlos, torturarlos, los montaban en un camión y les daban el paseillo al Pozo Fortuna.
P.—¿Qué nombre tiene el Pozo Fortuna en realidad?
R.—Pozo Rincón en su origen. Y como está en los terrenos de unas instalaciones mineras que siempre se llamaron Fortuna, pues quedó Pozo Fortuna, que tiene un nombre muy desafortunado.
P.—¿Y el infortunio de un niño que lo ve?
R.—Y el infortunio de un niño que tenía 8 años. Se llamaba Florentino y presenció una ejecución en el pozo. Entre las víctimas de esa ejecución había una mujer embarazada que suplicó por su vida de rodillas.

P.—¿La memoria no debe enterrarse jamás?
R.—No. La memoria es responsabilidad a nivel individual y a nivel colectiva como sociedad que vive en un estado de derecho, con garantías constitucionales, garantías procesales, garantías penales.
Y nuestra responsabilidad, es recuperar, respetar y preservar esa memoria, y dejar de edulcorar, dejar de reinventar o hacer como que no pasó. Hay que ser valientes, hay unos hechos que ocurrieron, e intentar ignorarlo, o no querer reconocerlo es de cobardes.
P.—¿Te ha resultado duro escribir esta historia?
R.— Sí. Me ha costado, porque estoy hablando de un pueblo, el Valle de Turón, que es mi casa. Porque aunque yo soy poleza, yo por gananciales soy turonesa, y ahí en Turón soy una más. Y estaba hablando de mi gente, y estaba hablando de mi valle, y lo quería hacer con cuidado, con respeto, más a mayores viendo el tema que estaba tocando, que es un tema que a día de hoy sigue doliendo, y, a día de hoy es un tema del que se habla casi te diría, que por lo bajo, entonces tenía que ser muy respetuosa y por eso me costó quizás un poco más este que los anteriores.
P.—¿Has tenido alguna respuesa de alguno de los familiares?
R.—Sí. He recibido mensajes privados de gente que tiene algún familiar en Fortuna, incluso antes de que la novela se publicase. Familias que quedaron fracturadas a raíz de ello.

P.--Has abierto la fosa. Has sido valiente, has contado “Lo que oculta la tierra” , le estás dando voz al silencio.
R.—Sí y a esas voces hay que darles altavoz. Por supuesto. Y de ahí que este libro para mí sea tan especial también porque quiero dar altavoz a todas esas víctimas y a toda esa gente. Hacerles justicia, muy pequeña, porque todos somos responsables.
Escucha la entrevista en Spotify y Youtube.
Entrevista: Rosa Sánchez de la Vega
Editor de sonido: Manuel Muñoz
Fotos: Javier Ocaña