"La transición no se construyó bajo ningún pacto de silencio, es mentira, eso no es ajustarse a la verdad. La transición se articuló sobre un pacto del perdón, pero no de olvido."
«El 5 de agosto de 1939 fueron fusiladas en las tapias del cementerio del Este, 13 mujeres y 43 hombres, en total 56 personas. Todos ellos eran militantes del Partido Comunista de España y de las Juventudes Socialistas Unificadas. Las 13 mujeres pasaron a la posteridad como “Las 13 Rosas”, mujeres que lucharon y dieron su vida por la libertad y la democracia frente a la violencia del régimen franquista»
Rosa pasa página se ha citado en casa de Roberto Muñoz Bolaño, que acaba de publicar “Las 13 Rosas, la verdad tras el mito” (Espasa), y reconoce que tras leer su libro, tiene un gran interés en poder hablar con él.
P.—Siempre partiendo del título de tu libro, tenemos a “Las 13 Rosas” como algo mitificado. La cuestión es saber discernir qué parte es mito y qué parte no.
R.— Es real que fueron fusiladas el 5 de agosto. No es verdad que lo fueran por intentar reconstruir las Juventudes socialistas unificadas y el Partido Comunista por métodos pacíficos. Es decir, ellas estaban integradas en dos organizaciones que aspiraban a desencadenar una guerra de guerrillas, especialmente urbana, contra el régimen franquista.
De hecho, el fusilamiento es consecuencia fundamentalmente de haber intentado y logrado recoger y recopilar armas, de intentar entrar en las organizaciones franquistas para destruirlas desde dentro y evidentemente también de planificar atentados, de planificar robos, secuestros como el de la mujer de Ángel Manzaneque, y sobre todo, de estar planificando un incidente el día del desfile de la Victoria que hubiera arruinado tal evento y ridiculizado al franquismo.
No significa que ellas fueran las que estaban diseñando todas esas acciones, pero sí formaban parte de dos organizaciones que las planificaban.
P.—En tu libro, adviertes que es una visión totalmente objetiva. Cabe bien advertirlo para que sepamos que no nos estamos inclinando hacia ninguno de los bandos.
R.—Sí, la idea no era presentar la vida personal de estas 13 mujeres, porque eso ya lo habían hecho los autores que me habían antecedido en el estudio de este tema, sino intentar contextualizar su vida en las dinámicas de la guerra civil y de la posguerra, para que se entendiese por qué participaron en política y evidentemente por qué fueron ejecutadas.
P.—Sabemos sus nombres y apellidos, pero a qué se dedicaban y porqué fueron 13 más 1.
R.—Había estudiantes, había una mujer como Blanca Brisac, que pertenecía a la burguesía, aunque eran mayoritariamente de clase media baja y de clase baja. Es decir no procedían del mismo origen social.
Lo más interesante era que además dentro de las organizaciones comunistas no todas tenían la misma responsabilidad.
P.—¿Por qué no contamos a la número catorce como dentro de las 13 Rosas?
R.—Simple y llanamente porque cuando mandaron la orden de fusilamiento pusieron a Antonio en vez de a Antonia.
Antonio Torre, era Antonia Torre y la mujer fue fusilada seis meses después, en enero del 40.
P.—¿Eran mayores de edad?
R.—Si, mayoría de edad penal porque por entonces estaba establecida en los 16 años. De hecho en los consejos de guerra de algunos de los que fueron detenidos junto a las 13 rosas, tenían 15 años no se les condenó a ninguna pena, se les mandó al tribunal tutelar de menores.

P.—Las 13 Rosas, primeramente fueron enviadas a la cárcel de ventas, ¿ahí cuánto tiempo permanecieron?
R.—Realmente permanecieron poco más de un mes, antes del fusilamiento. no estuvieron mucho tiempo.
P.—¿Por qué se ha mitificado a las 13 Rosas o a las 13 mujeres, cuando ha habido durante la guerra civil fusilamientos de este tipo masivos, incluso de niños?
R.—Buena parte de ello viene dado por la memoria histórica y con ello Zapatero. Que es cuando se empieza a construir la memoria histórica de los vencidos, porque en la memoria histórica de los vencidos, del bando republicano, se buscan mitos.
Existen mitos, pero que son realmente difíciles de sostener. Por ejemplo, está el caso de Marcos Ana, que fue una de las personas que más tiempo estuvo en la cárcel, pero que evidentemente estaba acusado de asesinar a un seminarista en Alcalá de Henares durante la guerra civil y que no fue condenado a muerte.
Yo he visto el indulto o la petición de indulto. No fue condenado a muerte porque era menor de edad. Es decir, cuando cometió esos crímenes tenía 15 años. En consecuencia es un mito muy poco sostenible.
Por ejemplo, también la figura de Timoteo Mendieta, que lo hizo famoso su hija lo presentaban como un carnicero de Sacedón, yo estudié el caso y evidentemente el problema de Timoteo Mendieta es que formó parte del comité de organizaciones del Frente Popular en Sacedón que asesinó a 28 personas en una población de no más de 2.400, que es muchísimo.
Y las 13 rosas son un mito muy sostenible, porque se presentaron como 13 mujeres jóvenes, menores de edad, que habían sido ejecutadas por intentar reconstruir las, JSU en los comienzos de la posguerra. Es decir, nunca se dijo la actividad que realmente realizaban, simplemente reconstruir, al no decir la actividad que realizaban, quedaban como unos asesinatos injustificados que evidentemente eran injustificados, que demostraban el carácter violento y cruel del régimen franquista, entonces digamos que era un mito ideal sobre el que construir esa memoria histórica y a partir del libro de Jesús Ferrero de 2003 empieza el proceso de reconstrucción presentándolas como unas mujeres valientes pero a la vez pacíficas, cuyo único delito que habían podido cometer, era reconstruir la organización a la que pertenecían y desde entonces se creó una asociación en Madrid y una serie de acontecimientos que se han ido sucediendo en el tiempo, que las han convertido en lo que son hoy, son fundamentalmente el principal mito sobre el que se apoya la memoria histórica del bando republicano en la actualidad.
P.—El Comandante Gabaldón, su hija y su chofer que fueron asesinados. Fue un momento Clave.
R.—Sí, es clave, porque cuando son detenidas, no las 13 rosas, lo que es toda la organización de José Pena Brea, la organización en Madrid de la JSU, y parte de la organización del Partido Comunista, queda una persona que logra escabullirse.
Esa persona es Sinésio Cavada, alias El Pionero, que era el jefe del sector militar de la JSU. Evidentemente, los líderes del Partido Comunista de Madrid le dicen que debe ser él quien debe reconstruir las juventudes socialistas, iniciar una tercera reconstrucción, porque había habido dos anteriores.
Qué hace Sinésio Cavada que siempre había sido un partidario de la acción directa, es decir, de las acciones armadas, pues poner en marcha un plan para realizar asaltos con el objeto de recaudar dinero para sacar a los presos de la cárcel, porque el sistema penitenciario franquista era muy corrupto.
Una de esas acciones, era tomar la cárcel de Oropesa y ordena a sus audaces, el término audaces era el término que utilizaban en las JSU para los grupos que realizaban las operaciones más difíciles, pues había un grupo de audaces en el sector Ventas que fueron detenidos en mayo de 1939 que habían planificado varios asesinatos.
Y como digo, ordena al grupo de audaces de su organización que lleven a cabo el asalto de la cárcel de Oropesa. Pero el mismo viernes, gracias a los confidentes que tenía el SIM, tienen noticias de que tres miembros de la Junta de Sociedades Casualificadas van a asaltar esa penitenciaría.
¿Y qué hace el SIM? Nada. Entiende que no van a poder asaltar la penitenciaría y que evidentemente, cuando regresen el lunes, los van a detener porque tienen localizadas las casas donde se esconden.
¿Qué ocurre entonces? El grupo de los audaces llega tranquilamente a Cazalejas, en Toledo, donde está la familia de uno de ellos, duerme allí, al día siguiente intenta trasladarse a Oropesa para tomar la prisión, habla con un soldado en una cantina a la entrada de Talavera y les dicen que en Oropesa hay bastante guardia, con lo cual es imposible que tres personas puedan tomar la prisión y decide regresar a Madrid como utilizando la táctica de los guerrilleros durante la guerra civil, que consistía en detener coches matar a los ocupantes o utilizar el vehículo y marcharse.
Y cuando detinen el coche, probablemente Gabaldón supo inmediatamente que no estaba en manos de militares de su mismo bando porque los tres, iban vestidos de militares. Cuando llegan a un cruce, Gabaldón les dice que se bajen que no les puede llevar a Madrid y es ahí donde tiene lugar el asesinato de esas tres personas. Los cuerpos son escondidos en un cañaveral cercano.
Cuando se descubren los cuerpos, el mismo domingo, en el SIM se dan cuenta de que han sido esas personas que no han querido detener y comprenden el problema que tienen, porque es un problema muy grave. Porque además el SIM no tenía especialmente buena fama, ni buena imagen entre determinados sectores del franqueo, fundamentalmente el ejército pero también la policía, porque entendía que usurpaba sus funciones.
El SIM se inventa la teoría de que Gabaldón ha sido asesinado como consecuencia de una gran conspiración comunista que quiere destruir el servicio, es decir, se presentan como víctimas. En esa gran conspiración comunista no solamente participan, los autores directos del triple asesinato, sino también los comunistas que están encarcelados en Madrid y a los que hay que dar un escarmiento.

La consecuencia es que a los asesinos de Gabaldón se les fusila, también se fusila a todas las personas que han tenido relación con esos asesinos incluyendo los familiares que los habían acogido en Cazalejas y acto seguido el mismo Consejo de Guerras, salvo un miembro, se condena a muerte a 56 de las 58 personas que son juzgadas en el Consejo de Guerra correspondiente a la causa de José Penabrea, donde están las 13 rosas.
Es una sentencia ejemplarizante fundamentalmente para tapar la ineficacia del SIM a la hora de detener a los asesinos de Gabaldón previamente a que cometieran ese crimen.
Lo que yo, planteo en el libro, ¿se les hubiera fusilado a esas 56 personas del grupo Pena Brea? Pues no lo sé, probablemente algunas de ellas sí, por el papel que tenían de dirigentes. Difícilmente se podría haber ejecutado a todos los que estaban allí porque, aunque todos pertenecían a organizaciones prohibidas, tampoco las responsabilidades eran igual en todos los casos.
Las sentencias probablemente hubieran sido duras por el tema de la recogida de armas, pero hasta llegar al fusilamiento no lo sé.
P.—¿Nada como la memoria histórica para polarizar a la sociedad?
R.—Sí, yo creo que es un error, porque la transición no se construyó bajo ningún pacto de silencio, es mentira, eso no es ajustarse a la verdad. La transición se articuló sobre un pacto del perdón. No puede ser un pacto del olvido, porque habían pasado 36 años de la guerra civil, y tanto en un lado como en otro tenían muy frescos los muertos. Todos decidieron, perdonar, olvidar, no lo sé.
Yo conocí a Ramón Serrano en el año 95 y seguía recordando a sus dos hermanos muertos en la guerra civil. Siempre me habló, durante toda la entrevista de sus dos hermanos ingenieros que nunca habían participado en política y que fueron asesinados por ser hermanos suyos. Pero lo mismo de Ramón Serrano, podemos hablar de cualquier persona anónima que tuvo muertos y estamos hablando del año 95, no del 75.
En consecuencia todo el mundo no olvidó, pero perdonó.

P.—Bien, ese pacto se aceptó por todo el mundo, nos perdonamos. ¿Qué ocurre después?
R.—A partir del 93, cuando Felipe González ve que puede perder las elecciones, saca por primera vez el pasado, cuando se había acordado que no se iba a hablar del pasado lo saca y empieza a hablar de derechona, empieza a vincular al PP con el franquismo. Siempre se ha dicho que lo que hace Felipe González es puntual ,pero rompe un consenso y en ese consenso la clave se rompe definitivamente en el año 2000, ese pacto del perdón cuando el PP gana las elecciones por mayoría absoluta.
Empieza el momento de la memoria histórica, empieza también una reacción por parte del PP de enfrentarse en una guerra cultural con esa memoria o con la izquierda, especialmente la figura de José María Aznar, aunque es un enfrentamiento, digamos, bastante suave y es sobre todo a partir de 2004, cuando llega José Luis Rodríguez Zapatero al poder cuando empieza el movimiento de la memoria histórica.
¿Por qué? Porque el propio José Luis Rodríguez Zapatero es un producto de la memoria histórica, porque su abuelo fue fusilado por no unirse al sublevados de la guarnición de León en julio de 1936 y el resultado es que progresivamente se va creando una España dividida donde unos son los buenos y otros son los malos.
Y hemos llegado de esa manera a 2025, haciendo no solo muy difícil cualquier acuerdo político, pero también tensionando las relaciones sociales.
P.—Por lo tanto, no es la mismo historia, que memoria histórica.
No. La historia es un saber científico, un saber académico, que tiene una metodología propia, un campo de estudio, y que intenta reconstruir el pasado de la forma más fiable posible.
Por el contrario, la memoria histórica es una construcción individual o colectiva, subjetiva. Totalmente. Puede tener un componente de verdad, porque por ejemplo, las 13 rosas en componente de verdad fueron fusiladas, pero evidentemente hay priman más las emociones y los sentimientos, que evidentemente la racionalidad en ese proceso de construcción de la memoria histórica.
Al final cada uno tiene su propia memoria histórica.
P.—50 años de la muerte de Franco, ¿qué le parecen los actos de celebración?
R.—Con eso, hay que ser comedido por dos razones. En primer lugar, porque la muerte de Franco no significó el triunfo inmediato de la democracia. Habría que esperar dos años a las elecciones. Bueno, un año y medio a las elecciones del 14 de junio de 1977 y luego tres años a la aprobación de la Constitución.
Pero en segundo lugar, ¿qué se celebra? Es lo que hay que pensar. ¿La muerte de Franco? Ya, pero es que Franco murió en la cama. Es decir, y murió en la cama con 82 años, a punto de cumplir 83, y tras 36 años de gobierno autoritario.
Por tanto, yo creo que en ese sentido hay poco que celebrar de la muerte de Franco, porque de alguna manera ganó una guerra y se mantuvo en el poder hasta su muerte; es decir nadie pudo derrocarlo, por tanto es una celebración sui generis, yo creo que es una celebración errónea y lo que habría que celebrar es, dentro de dos años las primeras elecciones generales y dentro de tres la constitución que nos ha dado el mayor periodo de bienestar de nuestra historia.

P.—¿Por qué escribes este libro?
R.—Este libro es consecuencia de lo que ha sido mi labor investigadora. Yo he tenido dos labores investigadoras fundamentales.
Una ocupa la transición, especialmente la evolución militar y otra ocupa la segunda república, la guerra civil. Entonces, tras estudiar la guerra civil, el paso siguiente era abordar lo que pasa en los primeros meses de la guerra civil. Ya lo inicié como he dicho antes, con ese estudio que hice de Timóteo Mendieta sobre la represión porque me interesó cómo se había articulado el proceso represivo franquista en los primeros momentos, que es el momento clave de la represión, y luego de ese artículo salté a este libro porque me interesó mucho cómo era, sobre todo me atraía el Madrid de los primeros meses de la posguerra, qué estaba pasando en mi ciudad tras el final de la guerra civil y entonces era un tema muy interesante para abordar la ciudad en esos momentos.
P.—Por lo tanto la documentación la tenías, has encontrado todo lo que querías encontrar?
R.—No, no, porque hay un Consejo de Guerra fundamental que corresponde a aquellas personas de la organización Pena Brea que no fueron juzgadas en el mismo Consejo de Guerra que las 58, 56 de ellas que fueron fusiladas que está desaparecida desde el año 2005.
P.—¿Dónde está?
R.—No sabemos. A mí me dijeron en el archivo histórico de defensa, que alguien lo cogió en el 2005 y desapareció. Y sí era un documento importante porque ahí se podía determinar por qué esas personas no fueron juzgadas con las otras. Y ahí está la causa o la razón. Podía estar la razón de por qué esas personas y luego cuando fueron juzgadas recibieron penas menores.
Luego sí encontré en el archivo del Partido Comunista una declaración de una militante de las Juventud Socialistas Unificadas en el año 39, la declaración de los años 50, donde hace mención a que algunas de esas personas que no fueron juzgadas en el mismo consejo de guerra que condenó a muertas a las 13 rosas, eran confidentes de la policía.
P.— ¿Qué reacción crees que van a tener los lectores?
R.—Es muy pronto porque la mayoría de la gente no se lo ha leído. Pero yo creo que el libro intenta ser objetivo y contar lo que realmente ocurrió desde el primer momento. Yo ni me inclino, ni intento defender las acciones de las 13 Rosas, ni mucho menos de quienes las ejecutaron. Intento reconstruir qué pasó en el Madrid y más concretamente qué ocurrió en las dos organizaciones comunistas en los primeros meses de la posguerra partiendo de una idea, que ese partido no había aceptado la derrota sino que continuaba en guerra con el franquismo.