rosapasapagina.es
«Mi generación está aprendiendo a hablar sobre nuestras emociones, pero no todos tienen esa oportunidad»

«Mi generación está aprendiendo a hablar sobre nuestras emociones, pero no todos tienen esa oportunidad»

"Animales pequeños" Mercedes Duque (Tusquet)

martes 25 de marzo de 2025, 11:12h
"A los 24 años, no creo que yo hablara realmente sobre lo que me ocurría, no tenía ni el vocabulario, ni la motivación"


Mi cita de hoy, es con una de las jóvenes que cambiaron su ciudad natal, en este caso Sevilla, por una vida muy distinta, una necesidad vital de una generación que huía de España, para mejorar su situación económica y luego tal vez volver. Suena a generaciones de otros tiempos, pero la historia casi siempre se repite, solo que en este caso, es posible que esté un poco más “perdida”.

Mercedes Duque, debuta con “Animales pequeños” una novela muy potente que te invita a reflexionar sobre la propia identidad, en un viaje de dos jóvenes hacia la madurez.

“Caí en la cuenta de que nunca había visto fotos tuyas antes de conocernos, como si no hubieras existido hasta entonces. Creo que esa idea me gustó, o al menos me alivió de algún modo. Pensar que existías solo gracias a mí, a partir de mí, se hacía más mía. Me pregunto qué aspecto tendríamos, Lis y yo, si nos hicieran esa foto ahora.

P.—He comenzado con esta introducción, porque es como retrotraerse a esa infancia, y a esa adolescencia en la que las dos se conocen y ya desde ahí surge esa amistad.

R.—De hecho, me gusta mucho ese fragmento que has escogido porque leerlo así también un poco fuera del propio libro, podría incluso ser como un pasaje de un enamoramiento entre dos personas. Para mi es una historia de amor y de ruptura, solo que esta ruptura, este duelo en lugar de ser entre una pareja, es entre dos amigas.

Y ese fragmento que has leído, yo creo que captura bastante bien la ambigüedad que quería traer con la novela, que son las relaciones de amistad entre mujeres, en especial cuando surgen desde una edad temprana.

Creo que sugiere un flechazo total entre ellas y se produce esta especie de enamoramiento que muchas de nosotras, yo personalmente y luego otro montón de amigas que tengo, hemos vivido, que es una relación, un vínculo, muy ambiguo donde las líneas entre ser una pareja o ser unas amigas se difuminan, en la que hay todo lo bonito de un enamoramiento, como puede ser la admiración por la otra, las ganas de compartir las cosas con la otra, y por otro lado también todo lo negativo, como son esos celos que Rita siente. Esas envidias y esas necesidad también un poco que tiene Rita de controlarla, de poseerla. Como si quisiera devorarla.

P.—¿Enamorarse de tu mejor amiga es quizás la expresión romántica de la amistad?

R.—Tal y como lo acabas de decir. La amistad cuando nace desde una temprana edad o la adolescencia, que es cuando tu amiga es todo para ti, en realidad también te marca ya de por vida.

P.—Y es necesario que esa amistad no sea tóxica.

R.—En mi experiencia personal, como yo me he desarrollado, ciertas partes de mi identidad están formadas a partir de estas amistades. Y creo que se produce un quiebre en la propia identidad de una, que no es la identidad completa, por suerte, pero sí es un pedacito de ella. Y es lo que le ocurre a Rita, que de repente en la novela lo que vemos no es la ruptura en el momento, pero sí es como los estertores de una relación.

P.—Las amistades son como cualquier otro vínculo entre dos personas, que deben cuidarse.

R.—Yo creo que este ha sido un error mío y es el error que tiene Rita también de esta romantización al final de la amistad que nos puede llevar a la ruptura evidentemente y a unas consecuencias como tú has dicho, si te identificas o has crecido con tu amiga la relación debe ser sana, no tan tóxica como tienen ellas, pero no suele ser tan común. Igual que es complicado encontrar una relación de pareja sana de verdad, es también complicado en muchas ocasiones encontrar una relación de amistad que sea verdaderamente sana.

Es una historia de ruptura y es una historia también de llamada de atención, por lo menos en alguno de los temas, que no deja de ser la amistad.

P.—¿Abusamos o tenemos la costumbre de decir que podemos estar sin conexión con una amiga o un amigo durante mucho tiempo y que luego cuando vuelve es como si no se hubiera ido?

R.—Discrepo también, ambas necesitan algo de la otra y además tienes todo el derecho a exigir ciertas cosas a tus amigos, que esto ocurre mucho, es como no, porque le voy a pedir a mi amiga que me acompañe a ciertas cosas que me pone muy nerviosa ir sola, por no decir nada de lo que ocurre en la novela, como no tengo derecho a pedirle eso solo es mi amiga, no es mi pareja.

Perdona, no solo es tu amiga, es tu amiga y por eso es mucho más.

P.— Abres con una escena de sexo en un lugar que provoca náuseas; no hay romanticismo alguno. Además, no sé si es un reto o un desafío, porque no hay nada que contar. Ella ni siquiera sabe cómo se llama, y tampoco alcanza ningún clímax; simplemente ocurre y ya.

R.— Rita como personaje se me apareció con estas relaciones sexuales casuales, y al reflexionar sobre ella, creo que tiene todo el sentido. Lo que busca Rita en el sexo no es su propio placer, ni siquiera el placer del otro. En realidad, lo que ella busca es, y de hecho lo menciona en cierto momento de la novela, sentirse querida, sentirse adorada por un instante. En el fondo, creo que lo que realmente anhela es cariño. Esta es una pregunta que me han hecho muchas veces, ya que he escrito este libro asistiendo a talleres y trabajando con otra escritora. Entonces, esta es una pregunta que surge múltiples veces: ¿qué busca tu personaje? Pensándolo bien, creo que lo que busca es amor, que la quiera, al fin y al cabo, que la quiera su amiga. Eso es lo que ella realmente busca, cien por cien, pero también encuentra momentos de adoración por parte del otro hacia sí misma. Y creo que en el sexo es donde encuentra ese instante en el que la otra persona la desea; eso es lo que realmente le brinda placer, no el sexo en sí mismo.

P.—Esta historia es ambientada en Londres coincide con algunas cosas tuyas, te marchaste a Londres con 18 años y trabajas de camarera como uno de los personajes. No sé si hay mucha o la suficiente casualidad o causalidad en este libro.

Me resulta complicado escribir sobre lugares o eventos que no he vivido. Esto no significa que Rita sea un reflejo de mí ni que todo lo que le ocurre a ella me haya pasado a mí, pero es cierto que la historia necesita un lugar geográfico, y en este caso, pedía una gran ciudad que fuera no solo agresiva, sino también oscura, lluviosa y un poco sombría. Al haber vivido tres años en Londres, donde trabajé como camarera mientras cursaba mis estudios, tengo una conexión personal con la ciudad. Es muy cara, lo que me obligó a trabajar para poder sobrevivir.

La historia surge del entorno; creo que los temas del duelo y la amistad que hemos discutido también están influenciados por la ciudad, que se convierte en un personaje por sí misma. Aunque los eventos de la historia no son exactamente los que experimenté, sí escribo desde sensaciones y emociones que he vivido. Por ejemplo, la sensación de desequilibrio o de desubicación que siente Rita es algo que yo también he experimentado, y creo que muchas de nosotras hemos pasado por ello. Además, el duelo por la amistad es una experiencia personal que he vivido, y es un catalizador en la trama. Al buscar un lugar geográfico, solo podía pensar en Londres.

P.—¿Es una novela generacional?

R.—Los personajes de esta novela, como hice yo, o como tantas otras personas hemos hecho en mi generación y generaciones anteriores, y seguro que lo seguirán haciendo, es salir a buscar un hueco. En el que tiendes a ir a una ciudad más grande de la que vives, Porque crees que allí vas a encontrarte a ti misma, pero luego es súper complicado en la vida en general, Y cuando una va a Londres, Berlín o a Madrid, te das cuenta de que la ciudad está repleta de gente y que no es fácil encontrar un lugar para ti.


Pero creo que es muy interesante explorar ese desencanto, más que darte cuenta que hayas encontrado el espacio que andabas buscando, sobre todo ver todo ese terreno de desencanto en el que luego nos movemos.

P.—El pasado siempre pesa, aunque aún no se haya vivido mucho tiempo, como el en caso de tus protagonistas?

R.—-Sí, yo creo que el personaje de Rita no está viviendo su propio presente. De hecho se lo dice la hermana en algún momento, porque se lanza al mundo como si su cuerpo fuese un trámite, cuando en realidad su cuerpo vive en Londres, pero su cabeza está absolutamente atascada en el pasado.

P.—Has hablado de Eva, una editora de éxito, es la hermana mayor, es una amistad diferente siempre.

R.—Sí, creo que es así. En realidad, en el caso de Eva y Rita, más que amigas, son como madre e hija. Ambas han crecido con padres ausentes, que trabajan mucho. Esto no significa que no las quieran; de hecho, creo que sus padres las aman. Sin embargo, han crecido prácticamente solas. Eva ha asumido el rol de cuidadora, mientras que Rita ha tomado el papel de la que es cuidada, lo que crea una dinámica similar a la de una relación madre-hija.

También pienso que esta relación entre ellas no podría haber sido de otra manera. Aunque es algo tóxica, es la única que podían tener en su situación. He tenido mucho contacto con diferentes infancias y he observado cómo no solo afecta la forma en que te tratan o convives con tu familia, sino también lo que tus padres dicen que eres o que serás, lo cual terminas asumiendo.

Al trabajar con diversas infancias, he sido tanto profesora, como niñera, y realmente me encantan los niños. Converso mucho con ellos y cuentan cosas sorprendentes. Por mucho que se diga que los niños son como pequeños humanos en desarrollo, son seres completamente formados, aunque seguirán desarrollándose de otras maneras. Tienen su propio mundo, y he notado que en muchos casos, su comportamiento refleja lo que les han dicho que serán.

A Eva le dijeron que era la niña perfecta, y eso la llevó a convertirse en esa figura ideal. En cambio, a Rita, que siempre ha sido más caótica, la etiquetaron como la representación del caos. Cuando recibes ese tipo de mensajes de manera reiterada, terminan por calar hondo y forman parte de quién eres. Por lo tanto, no había otra opción para Eva y Rita que desarrollarse y relacionarse de esta manera. No sé si en un futuro, en un libro no escrito, aprenderán a relacionarse de otra forma, pero en este momento, es la única forma que conocen.



P.—¿Los niños prodigios deben ser indulgentes?

R.—Creo que los niños prodigio no deberían ser forzados. Todos los niños tienen su propio prodigio dentro de sí, pero etiquetar a alguien como un niño prodigio puede condicionar de una manera muy perjudicial. A mí nunca me dijeron que era una niña prodigio, aunque sí soy bastante autoexigente. No creo que esta autoexigencia me haya sido impuesta por la cultura o la sociedad, aunque reconozco que hay una presión social sobre las mujeres para ser perfectas: elegantes, tranquilas, indulgentes, educadas e inteligentes. Cuando te das cuenta de que no cumples con estas expectativas, que no eres la más lista ni la más guapa, te das cuenta de que esas cosas no son lo más importante.

Lo más esencial es cultivar la elegancia y la indulgencia, como mencionaste. Esta realización puede generar un gran trauma, porque la perfección no existe. Por eso me interesa explorar la imperfección necesaria y el derecho que tenemos a ser imperfectos, lo que me lleva a pensar que los niños prodigio no deberían existir.

P.—Dices que se rebelan de forma salvaje contra su cuerpo y la vida adulta, resignados a no poder compartir sus sentimientos. Al leer esto, parece que no hemos avanzado nada.

R.—La salud mental es un tema que me interesa mucho, especialmente en lo que respecta a la comunicación sobre ella. Creo que mi generación está aprendiendo a hablar sobre nuestras emociones ahora. Mis amigos y yo estamos descubriendo cómo expresarnos, pero no todos tienen esa oportunidad. Tengo un grupo de amistades privilegiadas, ya que otros de mi edad no han podido ir al psicólogo por falta de recursos, ya que es algo muy caro. Además, sus familias pueden no estar de acuerdo con la terapia o no consideran necesaria la comunicación abierta sobre sentimientos y emociones.

Tienes razón, mi generación no ha avanzado tanto en este aspecto. Yo tengo 28 años, y las protagonistas de mi novela, Rita y Liz, tienen 24. A los 24 años, no creo que yo hablara realmente sobre lo que me ocurría; no tenía el vocabulario, ni la motivación, ni le daba la suficiente importancia. A menudo, abordaba las cosas de manera superficial, como le sucede a Rita. Creo que es ahora cuando comenzamos a comunicarnos, y eso me alegra mucho. También tengo amigos que son más jóvenes, del año 2000, que parecen tener más facilidad para hablar de sus sentimientos de manera abierta. Pero sería mejor preguntarles a ellos, en lugar de a mí.


P.—¿Hay una escala para evaluar el dolor, también para el dolor emocional?


R.—Se dice mucho que cuando un médico trata de evaluar tu dolor del 1 al 10, es una forma de medirlo. Sin embargo, esta escala es muy ambigua, especialmente cuando se habla del dolor por la pérdida de alguien muy querido para Rita, en este caso su amiga, un dolor para el cual ni siquiera tiene palabras.

Además, el dolor físico o el causado por la pérdida evoluciona con el tiempo. No es lo mismo el día en que te rompes el pie y sientes un dolor intenso que dos meses después de la lesión. Creo que esta novela sería muy diferente si estuviera narrada en un tiempo posterior, por eso elegí hacerlo en presente. Si hubiera sido contada tres años más tarde, ese dolor tendría otra forma, otra escala, si es que esa escala realmente existe. Tendría un lenguaje distinto y una manera diferente de ser sentido.

Por lo tanto, convertir un dolor, tanto físico como emocional, en algo objetivo puede ser útil para los médicos, quienes buscan hacerse una idea del sufrimiento del paciente. Sin embargo, para uno mismo, no creo que sea útil, ya que posicionarse en una escala de dolor puede no ayudar. Lo que siento es que los dolores no deben medirse, compararse ni pesarse; cada persona los siente de manera única, y eso debería ser suficiente.

P.— ¿Coloreas animales pequeños?


R.—Si. A mí me encanta colorear, eso es un rasgo que le he dado a Rita. Colorear es algo que te permite como dejar la mente en off.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios