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«Cuando hablas de la Roma tardía, puedes interrogar el mundo actual»

«Cuando hablas de la Roma tardía, puedes interrogar el mundo actual»

"El joven Constantino" Carlos de Miguel (Espasa)

lunes 09 de junio de 2025, 19:54h
“Las democracias occidentales tal y como las conocimos están llegando a su fin”

Carlos de Miguel, profesor de Historia y creador del podcast El ocaso de Roma, presenta su nueva novela El joven Constantino. En ella, continúa explorando los años formativos del emperador que cambió el rumbo del Imperio romano. Ambientada en el año 289 d.C., la obra narra el paso de Constantino desde la adolescencia a la vida política, en un mundo marcado por intrigas, alianzas y traiciones.


“Estamos en otoño del año 285 d.C., en una época marcada por intrigas, poder y decisiones que cambiarán el curso de la historia. La tensión política es palpable y el destino de Constantino está a punto de tomar un rumbo decisivo”

P.—Nos vimos hace dos años cuando Constantino era aún un niño.

R.--Sí, son diferentes fases del protagonista. En la primera novela decidí centrarme en la infancia, que es una etapa de la vida de las personas que la novela histórica casi no trata, porque normalmente cuando hablan de grandes personajes, y más si es un emperador, pues la infancia como que pasa muy rápido y enseguida la vemos ya mayor. Sin embargo, me centré en su infancia y en la vida de sus padres, y ahora ya tocaba la adolescencia. Abarca cuatro años, de los 16 a los 20.

P.— Es cierto que la historia no suele contarnos lo que los historiadores consideran menos importante. Siempre se pone el foco en las conquistas, cuando el personaje ya es maduro. Entre esos márgenes de lo subjetivo y lo real, en lo que respecta a la adolescencia de Constantino, ¿cómo has logrado equilibrar esa diferencia?

R.— Precisamente porque considero que la infancia de Constantino —una etapa casi desconocida, al igual que su adolescencia— es fundamental. Constantino empieza a ser conocido en el momento en que es proclamado emperador por las tropas de su padre, en Britania. Es ahí cuando surge el personaje público, el personaje histórico. Pero, claro, él ya tenía más de 30 años.

Entonces, ¿qué ocurrió en esos 30 años previos? Al analizar la vida de Constantino como emperador, veo que fue un hombre con grandes aciertos, un gran estadista, un gran emperador. Pero también fue alguien muy cruel: mató a su mujer, mató a su hijo. Desde luego, no era una persona fácil.

Por eso me pregunté cómo habría sido su infancia y su adolescencia para llegar a convertirse, por un lado, en un hombre con una gran visión política —apostó por el cristianismo— y, por otro, en alguien con muchos traumas. Yo me lo imagino así. Quise entonces reproducir esa etapa desconocida del emperador.

Encontrar el equilibrio es difícil, porque en esa época no hay fuentes. Donde no llega la historiografía, llega la novela. Así que decidí que la mejor forma de acercarme a ese período era a través de la novela histórica.


P.--:Constantino vivió con un padre ausente, que lo reclama para ese viaje a Milán, que es de donde prácticamente arranca la historia.


R.--Sí. Constancio en ese momento empezó siendo un simple soldado. Fue gracias al ejército —que era uno de los pocos ascensores sociales en la Roma de la época— que pudo subir. Entonces, cuando ya tiene una situación más o menos importante en la corte de Occidente, aunque todavía no era emperador, necesita o siente la necesidad de llamar a un hijo al que desgraciadamente no le prestó mucha atención. Él estaba más preocupado de medrar que de otra cosa. Y ahora sí, le llama. Aquí empieza un poco la vida de Constantino.


P.--:Que es cuando se aleja de su madre.


R.--:Sí, Elena. Elena es la madre de Constantino. Era una mujer líder, creyente, pero también muy estratega. El papel de la mujer no se limitaba a ser consorte. En este caso, Elena y Constancio ya no están juntos. Pero Elena es consciente de que Constantino es hijo de quien es, de una persona que está trepando en la corte, muy relacionada con la dinastía reinante —con Maximiano, el emperador, y también con Diocleciano. Entonces, piensa que su hijo puede medrar en la corte gracias a su padre. Aunque no le tiene mucha estima, puede usarlo. Es estrategia: la capacidad de renunciar a ciertas cosas para que su hijo alcance una posición importante.


P.--:Su padre no solamente representaba el núcleo familiar, estaba ausente. También representaba el Imperio.


R.--:Su padre representaba la posibilidad de hacerse con una buena situación en la corte y de subir la escala social. Ellos no vivían mal, estaban en una comunidad cristiana en Salona —actual Croacia, junto al Adriático—, pero la necesidad de crecer socialmente podía conseguirse gracias a su padre.


P.--:Flavia Teodora, una madrastra… también en la corte donde era un espacio peligroso para el personaje femenino.


R.--:Era un espacio peligroso, desde luego. La mujer tenía que saber defenderse. Y tenía sus armas. No estaba en la primera línea política, eso estaba reservado a los hombres, pero era muy influyente desde atrás, desde los espacios menos visibles, a base de intrigas, traiciones o también convenciendo. Hacía ver a los hombres qué decisiones tomar. Esto lo vemos en Flavia Teodora, lo vemos en Prisca, la emperatriz, y por supuesto en Elena, que influenciará mucho a su hijo.


P.--:¿Qué quería su padre con respecto a Constantino en ese viaje a Milán, que es un punto de inflexión?


R.--:Yo creo que quería redimirse. Obtener el perdón del muchacho. Él se sentía culpable de haberlo abandonado, como se ve en la primera novela. Antepuso su carrera a su familia. Y ahora, que su camino en la corte va bien, lo mejor era llamar a su hijo. Elena no siempre está de acuerdo, hay discusiones, pero prima la necesidad del muchacho de salir adelante. Lo que busca es redención.


P.--:¿Tú crees que el poder desgasta al que lo desea o solo al que lo obtiene?


R.--:El poder desgasta… Yo creo que a ambos, pero de forma diferente. Al que lo ansía, porque vive más en el futuro que en el presente. Como decía John Lennon: “la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Y al que lo tiene, le desgasta de forma corrosiva y venenosa. Hay que ser fuerte para soportarlo. Incluso quien nace con él. Si no sabes ejercerlo, no duras.


P.--:¿Lo podríamos aplicar ahora mismo a todos aquellos que tienen poder?


R.--:Sí, claro. Yo tengo dos niños pequeños y a veces tengo que castigarlos sin jugar a la Nintendo aunque me duela. Un gobernante toma decisiones así, pero con más trascendencia.

P.--:En esta adolescencia de Constantino hay también un descubrimiento de su cuerpo. ¿Existe un paralelismo con su deseo de ambición?


R.--:Sí, ambos descubrimientos son paralelos. El despertar sexual y el deseo de ser alguien importante. Él asocia poder con la posibilidad de conseguir lo que desea, también a nivel afectivo. Cuanto más poderoso soy, más posibilidades tengo. Pero vivía en una contradicción. Se inclinó hacia el cristianismo.


P.—¿Una completa contradicción?


R.--:En esta época él no lo ve como una contradicción, porque aún no es un cristiano convencido. Vivió entre cristianos, su padre se lo reprocha. Pero aún no hay contradicción real entre lo que desea y lo que luego será su religión.


P.--:Sin embargo, el cristianismo sí que aparece como una fuerza emergente.


R.--:Sí. Aún no era culto oficial, pero tras la crisis del siglo III, los cultos cívicos ya no conectaban con la gente. El cristianismo ofrecía algo más profundo y además una labor asistencial que los otros no. En tiempos de crisis, eso atraía. Constantino ya pone el ojo ahí, quizá viéndolo como útil para su futuro.


P.—:"El poder no se hereda, sino que se toma". ¿Crees que Constantino llegó a entenderlo?

R.--:Sin duda. Incluso si lo heredas, tienes que ejercerlo. Si no sabes, no duras. Constantino lo hereda en parte, pero también lo conquista. Eso se verá en la siguiente novela.


P.--:Entonces pasaremos de la adolescencia a la juventud y luego a la madurez.


R.--:Sí, mi plan es una tercera parte que irá hasta que es proclamado emperador por las tropas de su padre, con treinta y pocos años. Ahí terminaría la trilogía. La vida de Constantino como emperador ya le corresponde a la historia o a otros novelistas.

P.--:Como novelista, siendo también historiador, ¿eres consciente de que puedes cambiar la historia?


R.—:Sí, pero solo a nivel literario. La literatura permite imaginar, donde la historia se basa en fuentes. El historiador tiene muchas limitaciones, el novelista ninguna. Yo puedo inventar, rellenar huecos. Es decir, no hay ningún tipo de cortapisas a la creación literaria. A la creación, a la labor de historiador hay muchísimas limitaciones, porque el historiador se debe a las fuentes y es lo que hay. Eso sí, puedes interpretarlas, algunos lo hacen mejor, otros lo hacen peor, y luego dentro de la historia hay muchas corrientes, hay corrientes más conservadoras, más progresistas, hay de todo dentro de la historiografía, pero la labor del historiador siempre se basa en las fuentes, la del novelista no, el novelista tiene las fuentes y donde no hay fuentes está la imaginación, está la inventiva.

Entonces yo me siento libre para hablar de lo que quiera y me puedo inventar en el buenasmos de la Roma esplendorosa, esa que sale en las novelas, en las películas, pues bueno, te puedes interrogar sobre lo que es el mundo actual en muchos aspectos.

Pero cuando hablas de esta Roma tardía, esta Roma que ya empieza a afrontar muchos problemas, es una Roma que tarda en a cambios trascendentales y terribles. Y yo creo que la necesidad que yo tenía de comprender el presente, este mundo nuestro que tenemos ahora tan cambiante, tan convulso, que no sabemos muy bien lo que va a pasar de aquí a 10 años, o antes, porque es que las cosas cambian muy rápido, yo creo que la necesidad que yo tenía de comprender este mundo actual, es acercándome a esta Roma tardía porque yo creo muy sinceramente que ahora vivimos en una época tardía también.


P.--:Entonces puedes hablar de Roma, pero en realidad estás hablando del presente.


R.--:Claro. Cuando hablas de la Roma tardía, puedes interrogar el mundo actual. Y yo creo que vivimos una época tardía también.


P.--:¿Tardía?


R.--:Sí, porque lo que tenemos está terminando. No sé si vendrá algo mejor o peor, pero viene otra cosa. Las democracias occidentales tal y como las conocemos están llegando a su fin.


P.—:¿Pinta fatal?


R.--:Bueno, podemos hacer predicciones, no profecías. Como la meteorología, puedes ver lo que podría pasar según los patrones de la historia. Pero no soy futurólogo, soy historiador. No puedo decirte qué será lo siguiente, pero sí que estamos al final de algo.

Entrevista: Rosa Sánchez de la Vega

Editor de sonido: Manuel Muñoz

Puedes escuchar la entrevista completa en Spotify y Youtube.

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