Tras el éxito de La tierra de los dorados, Hermanas Greenwood, regresan con una nueva historia autoconclusiva que se sumerge en un universo tan poderoso como el mar que la inspira: El mar de los ocultos. Manteniendo su sello único de fantasía con fuerte carga mitológica y personajes complejos, esta novela despliega un romance intenso ambientado en un archipiélago donde el poder se hereda por sangre, las bestias aladas descansan bajo tierra y el deseo puede ser tan peligroso como la guerra.
En esta entrevista, las autoras nos cuentan cómo nació la inspiración para esta historia, cómo construyen sus mundos con precisión obsesiva, y cómo logran equilibrar la fantasía con emociones reales, explorando temas como el destino, la herencia y la libertad a través de personajes inolvidables. Una charla imprescindible para quienes quieren adentrarse en la creación de un universo literario rico, evocador y lleno de fuerza femenina.
P.— ¿En qué momento decidisteis escribir esta historia o en qué momento os inspirasteis precisamente en el mar?
R.— A ver, la localización de Bastiones como tal surgió al mismo tiempo que la de La Tierra de los Dorados. Parte de esa idea nos vino cuando fuimos de viaje a Viena y también a Budapest. Allí vimos el Bastión de los Pescadores, nos encantó, nos enamoró, y dijimos: "Oye, vamos a apuntarlo en las notas del móvil para alguna idea futura". Esa fue simplemente la localización inicial.
A partir de ahí, cogimos la ola —nunca mejor dicho—. Como acabábamos de terminar La Tierra de los Dorados, decidimos aprovechar el tirón y empezar El Mar de los Ocultos. La inspiración también venía de ese viaje.
La Tierra de los Dorados estaba basada en mitología egipcia, y esta nueva novela en mitología nórdica. Aunque los elementos principales —fantasía, romance, etc.— se mantienen, cada historia tiene su propio enfoque muy distinto.
P.— O sea, que primero fue el lugar y luego la historia.
R.— Eso es. Teníamos claro que queríamos inspirarnos en ese lugar para una novela. Encajaba perfectamente con la mitología nórdica que queríamos explorar como base.
P.— Una vez que tenéis el lugar, ¿cómo construís el universo de Aurelia? Porque no dejáis cabos sueltos, está todo muy bien atado.
R.— Es verdad que las novelas son autoconclusivas, pero se entrelazan entre ellas. Por eso, necesitamos tener muy clara la línea cronológica: qué ha pasado en cada reino, en qué momento, y cuándo pueden o no aparecer ciertos personajes.
Eso se nos da bien porque somos unas frikis —creo que es la mejor definición—. Más que escribir en sí, disfrutamos muchísimo sentándonos horas frente a frente (hasta aburrirnos de vernos la cara) para esquematizarlo todo. Apuntamos: “Aquí pasa este libro”, “aquí este otro”…
Y lo hacemos de la manera más guarra posible —me explico—: cogemos una hoja y no escribimos de forma ordenada. Anotamos aquí, luego una flecha hacia arriba, un círculo, tachamos cosas... A eso me refiero con “guarro”.
Después toca interpretar esas notas para pasarlo a limpio, y ahí empieza otro nivel del proceso. Pero es muy divertido. Todo un tetris, un croquis.
P.— Hablemos de algún personaje. Iduna, por ejemplo, es una protagonista poderosa.
R.— Sí, poderosa, y más aún por cómo decide vivir su herencia, no solo por cómo la recibe. Ese es un punto muy importante.
Es el camino que ella decide tomar. Al principio lleva una vida muy cotidiana: trabaja como pescadera, su ambición es mantener el negocio de sus padres, quizá tener una familia en el futuro, vivir tranquila…
Pero todo cambia cuando cierto personaje (que ahora si eso Bea puede contar quién es) se cruza en su vida. A partir de ahí, empieza a tomar decisiones que van moldeando su destino.
Es un personaje muy evolutivo. Parte de una vida muy humilde y normal, pero termina empoderándose muchísimo a través de las decisiones que toma. Y no siempre serán las correctas, claro. Pasan muchas cosas que le hacen reflexionar: "¿Y si hubiera hecho esto en lugar de lo otro…?" Como en la vida real, vamos.
P.— El otro personaje es Enoch. Es un personaje muy complejo, con dolor, ironía y una historia dura, ¿no?
R.— Sí, Enoch es un canalla.
Es cierto que lo pasó mal de pequeño. En estos libros tratamos bastante la crítica social, y con él abordamos cómo tu trasfondo o tu ascendencia pueden marcarte en una sociedad sin que tú tengas culpa de nada.
Ser extranjero, por ejemplo, puede determinar cómo te trata el mundo, y eso le pasa a Enoch. Lo que vivió con su familia le obligó a sobrevivir como pudiera. Él sabe matar, usar armas… y acaba siendo un asesino a sueldo. Ese es el destino que se ha labrado.
Hasta que se cruza con Iduna. Alguien como ella, que va empoderándose, empieza a asustar a ciertas personas. Así que le encargan a Enoch ponerle fin.
Pero claro, el destino juega sus cartas. Ambos se dan cuenta de que el rumbo que tenían previsto para sus vidas no era el verdadero, y la vida les da la vuelta por completo.
P.— ¿Cuál ha sido la mayor dificultad en esa relación entre los dos?
R.— Yo diría que mantener el ritmo, que resultara realista.
Cuando tienes una historia tipo enemies to lovers o hired to kill her, quieres que sea coherente. Que al principio se detesten, que choquen, pero que luego eso evolucione con sentido.
Tiene que ir a su ritmo: ni demasiado lento, ni demasiado rápido.
La evolución debe sentirse humana, aunque estemos en un mundo de fantasía. Y como hay tantos secretos y mentiras en su vínculo, cuando todo eso empieza a desvelarse, tiene que sentirse natural, real.
Entonces nos preguntábamos constantemente: ¿Qué decisiones humanas tomarían en este punto? ¿Cómo reaccionarían a esta verdad?
Ese equilibrio fue lo que más nos preocupaba: que la evolución de la relación encajara, que fuera creíble.
P.—Hay dos personajes con una relación bastante tóxica, ¿podéis hablarnos un poco de ellos?
R.— Claro, Siriana y su hijo Haldan. Siriana es una madre dura que no se ensucia las manos, pero manipula a los demás para que hagan el trabajo sucio por ella. Es muy ambiciosa y sabe cómo conseguir lo que quiere sin ser señalada, usando a su hijo como peón.
Haldan es el heredero al bastión, un niño de mamá acostumbrado a tenerlo todo. A diferencia de Iduna, que es agradecida, él siempre quiere más, y su ambición se ve potenciada por Siriana.
Juntos forman una dinámica muy tóxica, tanto entre ellos como con el pueblo. Son prácticamente un villano en conjunto, la familia Géralsen en su máximo exponente.
Hemos notado que, como padres, seguro que cambiarán mucho en futuras historias. Ya vimos algo distinto en el tercer libro que estamos preparando.
P.— ¿Cómo habéis trabajado la ambientación multisensorial, como el ritmo del primer viento o la forja?
R.— En realidad, no es tan complicado como parece. Primero estudiamos una mitología o cultura en la que queremos basarnos y creamos una propia inspirada en eso. En este caso, diseñamos una sociedad pagana con ritos relacionados con la naturaleza, el fuego y el mar.
Hacemos una lista de posibles rituales o sacrificios y los distribuimos a lo largo del libro. A medida que escribimos, elegimos cuál encaja mejor en cada parte. Parece sencillo, pero no lo es, porque a veces nos quedamos sin opciones y tenemos que buscar cómo innovar para que no sea repetitivo ni se parezca a otras historias.
P.— ¿Tenéis dificultad para documentaros?
R.— Nos gusta muchísimo. Nos gusta mucho. O sea, yo diría que nos gusta más que escribir comentarios.
No digo que nos guste sino que a la hora de documentaros, hay recursos.
Al final yo creo que también con internet te buscas tú las castañas, ¿no? Por decirlo de alguna manera. Sí. Buscas algún vídeo, algún artículo, incluso viendo la tele, viendo algún documental, viendo...
Eso, sobre todo eso. O cuando nos vamos de viaje a cualquier sitio, que te cuenten una historia. Al final intentamos encontrar documentación en cualquier sitio y luego corroborarlo en diferentes medios. Yo diría que nuestra documentación es muy histórica, porque al final cogemos cosas de la historia que adaptamos para… “Oye, esto hacían en la Edad Media, qué fuerte, ¿no?” Sí. Y lo modelas y lo pones en tu libro.
También diría que es una orientación muy artística. Nos gusta mucho basarnos en cuadros, en música, en tal... Ves un cuadro y a lo mejor te dices… Y de un cuadro sacas una escena entera que te lleva a un libro entero. Bueno, eso es como que lo ves y es como una escena y dices tú: “Dios, espera”. Entonces como que los recursos también los buscamos, pero otras veces vienen en parte de inspiración.
P.— Temas importantes que tratáis: destino, herencia y libertad. ¿Qué mensaje queríais transmitir con eso?
R.— Queríamos hablar de cómo el destino muchas veces viene marcado por lo que te imponen desde fuera —familia, sociedad, herencia—, como le ocurre a Haldan con su madre. Pero también de cómo, cuando empiezas a tomar tus propias decisiones, esas elecciones son las que de verdad definen tu camino. Esa es la verdadera libertad.
En La tierra de los dorados criticábamos los extremismos; aquí nos centramos más en la opresión, en cómo el poder se da por sentado aunque venga de líderes injustos.
Hay una entidad llamada el Hado, que representa ese destino impuesto, y que a veces es quien impulsa a los personajes a romper con lo establecido y a preguntarse por qué seguir repitiendo lo mismo de siempre.
P.— El duelo y la pérdida también son otros temas en el caso de Iduna.
R.— En el primer libro la figura paterna era distinta, pero en este segundo Iduna parte de una familia estable, en la que se siente acogida y protegida. Por eso, cuando de repente se queda sola, sin ese colchón emocional, tiene que enfrentarse a todo sin esos pilares que siempre la sostuvieron.
El duelo es algo que todos vivimos en algún momento, y en su caso, la pérdida llega de golpe, dejándola sin referentes. Eso la hace sentirse pequeña, sin valor, porque nadie le dice que puede seguir adelante.
Tiene que aprender a empoderarse, a decirse a sí misma “sí puedo” y a creérselo. Esa es también parte de la herencia que recibe: la necesidad de construirse sola.
P.—¿Qué significado tiene el poder en este universo?
R.— El poder en este universo depende de cómo lo interpreta cada personaje. No es lo mismo si lo tiene Siriana o Haldan, que si lo tiene Iduna: el destino del bastión cambia completamente. Como ya tratamos en La tierra de los dados con los extremismos, aquí el enfoque está en cómo se ejerce ese poder según la ambición de cada uno.
Para los Géralsen, tener poder es gobernar y mandar. En cambio, para Iduna, el poder está en dar libertad al pueblo, en escuchar. Son visiones opuestas, y por eso este libro es una guerra de poderes.
P.— El amor y la sensualidad se encargan en el cliché.
R.— Es difícil escapar del cliché, sobre todo si has leído mucho del mismo género, porque hay ciertos pilares esperables. Pero siempre intentamos ir un poco más allá, introducir un elemento discordante o un giro inesperado en la relación para romper con lo previsible y mantener el interés del lector.
P.— ¿Cómo surge todo ese lenguaje propio que manejáis? ¿Lo creáis sobre la marcha o ya existía?
R.— Un poco ambas cosas. Algunos términos ya existían, quizá con otros nombres, y otros surgen durante la escritura. También influye el marketing y cómo ha cambiado todo con las redes. El público joven va directo a lo que busca, con palabras clave muy concretas. Antes íbamos a la librería a curiosear; ahora se elige por etiquetas. Por eso se renombran conceptos de siempre con un solo término que lo resuma todo.
P.— Hay un tema también que es el del linaje. ¿Qué importancia tiene la sangre?
R.— En el primer libro el linaje tenía más peso. Aquí sigue presente, pero se cuestiona. A Iduna se le dice: “Esto te pertenece por sangre”, y ella no lo acepta sin más, se pregunta por qué tiene más derecho que el resto solo por herencia. El linaje aquí causa más daño que beneficio, marca a los personajes y cómo son tratados por los demás.
P.— ¿Y cómo se construye este mundo?
R.— Estamos creando un universo dividido en cuatro libros interconectados: Dados, Dorados, Guerreros y Perdidos. Cada historia es independiente, con personajes distintos, pero comparten el mismo mundo. Cuando terminemos los cuatro, haremos un quinto libro final en el que se cruzarán los personajes que sobrevivan.
P.— ¿Y tú sabes quién sobrevive?
R.— Sí, tenemos claro quién vive, quién muere y por qué. Aunque los libros aún no están todos escritos, el esquema general está definido. Incluso ya hemos escrito una escena de un próximo libro porque nos inspiró una canción.
P.— ¿Cómo os organizáis?
R.— Nos dividimos los capítulos según una escaleta muy definida. Cada una escribe los suyos y luego los intercambiamos para revisarlos y unificarlos. Queremos que haya una sola voz narrativa, que no se note quién ha escrito qué.
P.— ¿Y discutís?
R.— Sí, pero poco. Lo hablamos todo. Si una no ve algo claro, se comenta y se cambia. La comunicación es muy fluida y eso facilita mucho el trabajo.
P.— ¿Qué ha sido lo más complicado de escribir esta segunda parte?
R.— Mantener el nivel emocional. El primer libro fue muy visceral, y queríamos que el lector sintiera lo mismo con nuevos personajes. También fue un reto el tono: el primero era muy oscuro, y aquí queríamos introducir más luz, esperanza e incluso algo de humor, sin perder la intensidad.
P.— Hay un personaje que habla con el dios de la guerra. ¿De dónde viene esa idea?
R.— Es un personaje muy especial. Queríamos mostrar qué ocurre cuando alguien criado para matar pierde su propósito. El dios de la guerra es su única referencia, su forma de entender el mundo.
Además, nos interesaba que no se supiera si el dios le habla de verdad o si es producto de su mente, su trauma. Esa ambigüedad nos parecía muy potente.
P.— ¿Y la magia? ¿Cómo la tratáis?
R.— La magia en este mundo es sutil. No hay hechizos espectaculares; es más bien algo emocional y simbólico, que aparece en mitos, sueños o intuiciones.
Por ejemplo, un personaje ve muertos, pero no literalmente: es su culpa, su dolor, lo que se manifiesta. La magia es una forma de hablar del trauma.
P.— En el libro hay mucha violencia, pero también ternura. ¿Cómo conseguís ese equilibrio?
R.— Nos interesa ese contraste porque refleja la vida: en el horror puede haber compasión, y en lo cotidiano, amenaza.
La ternura es poderosa porque cuesta mucho alcanzarla. En personajes rotos, mostrar afecto es un acto valiente, casi revolucionario.
P.— ¿Qué os gustaría que se llevase el lector al terminar el libro?
R.— Que haya sentido algo: tristeza, rabia, esperanza… Lo que sea, pero que no le deje indiferente.
Y también, que vea que siempre hay espacio para la esperanza, incluso en los mundos más oscuros.
P.— ¿Habrá una tercera parte?
R.— No. Esta bilogía está cerrada y nos gusta cómo termina. Pero si un día sentimos que queda algo por contar, volveremos.
P.— ¿Estáis trabajando ya en un nuevo proyecto?
R.— Sí, estamos empezando algo nuevo. Es muy diferente, más íntimo y realista, pero con nuestro estilo. Aún no podemos contar mucho, pero tenemos muchas ganas.
Entrevista: Rosa Sánchez de la Vega
Editor de sonido: Manuel Muñoz.
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