« Esa corriente subterránea que mueve la vida de los libros, me apasiona. Está por encima de muchas cosas que hacemos nosotros»

Rosa pasa página, se ha citado con Benito del Olmo, uno de los autores de NdeNovela, nuevo sello de la editorial Planeta, que acaba de publicar: “Tinta y fuego”. Un título muy sugerente con el contenido de la historia. El marco para la entrevista no puede ser más agradable, la galería acristalada de la Sociedad General de Autores y Editores.

Inspeccionar bibliotecas, servir de enlace entre coleccionistas y vendedores, y conseguir ejemplares raros y valiosos, es el oficio de la protagonista, buscadora de libros con mucha y muy buena fama. Hasta que, como suele ocurrir, pierde su reputación por cometer un error. En este caso se ha perdido una primera edición de una novela de Borges.

El autor no quiere encasillar su novela en ningún registro porque en realidad los reúne todos, pero afirma que quien le conoce como escritor de novela negra que es, barre mucho hacia su terreno, mucho thriller y bajo fondo. Porque en esta historia, además de libros, que hay muchos, hay muerte por asesinato a individuos relacionados con ello.

Benito Olmo aborda este mundo bibliófilo en el que se mueven pasiones desaforadas, sin ser un mundo en el que la cuantía económica de los libros y de estos tesoros se gane mucho dinero, y desde luego no con los libros de segunda mano.

Interesan mucho, eso sí las primeras ediciones, pero hay muy pocas, al igual que escasean los libros especiales. Lo que sí conoce, el autor, son pasiones desmedidas en las que algunos bibliófilos solo coleccionan libros de un tema determinado. Olmo, conoció a un coleccionista que solo quería libros que no hubieran sido leídos antes por nadie. Libros que nadie hubiera tocado. Otro, con una obsesión más sentimental, los libros con dedicatoria a otras personas. Iba a las librerías y se llevaba a casa aquellos que estaban dedicados con cariño a desconocidos, le parecía una falta de poder absoluto que estuviera allí expuesto.

“Tinta y Fuego” arranca con una muerte, un asesinato cometido sin saña, pero con firmeza, en el que la víctima no ha podido defenderse, tampoco reconocer quién ha sido y qué hacía en el umbral de su casa. La víctima: un bibliófilo y no será el único.

La novela está protagonizada, por Greta una buscadora de libros antiguos, raros y valiosos, y su misión, es encontrar la biblioteca robada durante la Segunda Guerra Mundial. La investigación nos llevará hasta Berlín, donde constatará que los nazis llevaron a cabo el mayor robo de libros de la historia. Un tema en el que Olmo, asegura que llegó por casualidad, a través de las redes sociales, cuando saltó una noticia en la que se decía que un libro robado por los nazis había sido devuelto a una familia de Barcelona.

“Me puse en contacto con esta familia. La hija me contó que la habían llamado de Berlín, del departamento de libros saqueados, comunicándola que tenían en su biblioteca, un libro que era de su padre. Él, había muerto hace tiempo, pero había estado en Auschwitz. Cuando ella recibió el libro “infantil” de su padre, le permitió conectarse con una parte de su pasado que ya había olvidado completamente”. Afirma Benito

Y añade “Viajé a Berlín y comprendí la dimensión de este robo-libro. Los nazis saquearon bibliotecas de toda Europa, querían conformar una especie de biblioteca de Alejandría. Era el sueño de Alfred Rosenberg. Entonces, claro, no solamente robaron bibliotecas, sino que se quedaron con todos los libros que dejaban atrás los judíos que eran deportados o los que huían de Alemania obligados a dejar todas sus pertenencias”.

Ha habido muchos periodistas que se han interesado también por este asunto, pero lo pierden rápido porque no hay libros valiosos. Y no lo son como tal, pero tienen un valor sentimental incalculable.

Los nazis eran conscientes del poder de la palabra escrita, del poder de los libros para cambiar la forma de pensar, para cambiar el mundo en definitiva. Entonces, Alfred Rosenberg se propuso erradicar la historia de los libros. Se empeñó en eliminar todos los libros relacionados con la historia de los judíos para que no tuvieran referentes, ni sitios a los que regresar, haciéndoles desaparecer, eliminar todo rastro. Esa era su teoría y su excusa para saquear todas las colecciones públicas y privadas que tenían en sus manos.

No solamente a los judíos, también espoleaban bibliotecas comunistas, todo lo que fuera contrario a su ideología era necesario erradicar y separar para hacerlas desaparecer. Se consideraban una raza superior. Rosenberg era un ideólogo, de hecho, escribió “El mito del s.XX”. Un libro que habla de los orígenes de la raza aria.

Volviendo al trabajo de investigación para conocer la procedencia un libro, a quién le puede pertenecer, cualquier dato puede servir, algunos tienen dirección y un apellido. En otros puedes encontrar como en el caso de la novela, un exlibris. Y a partir de ahí, se empieza a investigar, cruzando fechas, apellidos.

En ese almacén lleno de libros, me di cuenta de que las páginas gritaban historias terribles. Cada libro tenía una historia en su interior de pérdida, de desolación de injusticia. Me impresionó especialmente un libro con una dedicatoria en la primera página: “Para mi pequeño Rudy en su décimo tercer cumpleaños, de su madre, que lo quiere mucho” la firma y una fecha. Una dedicatoria destinada a convertir un libro normal en un libro especial. Un secuestro. A partir de esos datos dieron con Rudy Jolson, un tipo que fue llevado al campo de exterminio de Auschwitz y fue asesinado allí. Sus padres, su madre en este caso, que fue la que escribió la dedicatoria que a mi no me diría nada a priori, se convirtió de pronto en mis manos en algo mucho más oscuro, por otro punto, por algo mucho más tenebroso, porque de no haber heredero, o propietario, se quedarían en ese almacén, y esos libros necesitaban ser escuchados, conocer cúal era su recorrido hasta llegar al almacen, su procedencia, clamaban salir de allí.

Cada libro tenía una historia en su interior de pérdida, de desolación, de injusticia.

Después de escribir esta historia Benito Olmo reconoce que ha descubierto muchas cosas que le han hecho plantearse algunos aspectos de su vida.

Por ejemplo, cuando los nazis saquearon las bibliotecas, y llegaron a Italia en dos grandes trenes para saquear las bibliotecas. Imagínate, apunta Olmo, cuando llegó el comando a Italia, invadió Roma, la tomó, tomó la ciudad a la fuerza, llevaron allí dos trenes para meter ahí los libros de la Biblioteca de la Comunidad Judía de Roma y llevárselos. La directora de la biblioteca, entró con un puñado de bibliotecarios a escondidas, de noche, se metieron en la biblioteca y empezaron a llevarse los libros. Lo llevaban a una sinagoga cercana y lo metieron detrás del muro, los escondían detrás de los armarios, donde fuera, y eso me hace pensar, si tu ciudad ha sido invadida, si te han echado de tu casa, has perdido amigos, lo has perdido todo, y piensas que vas a salvar los libros, te pones en el lugar de aquellos que arriesgaron su vida, su integridad por tratar de salvar un puñado de libros sabiendo que no podían llevárselos todos, pero que esos 10 o 15 han sido salvados de ser destruidos. Eso hizo plantearme qué hubiera hecho yo.

Y es verdad que un libro no vale una vida, ningún libro vale más que la vida de un humano. Pero hay mucho conocimiento, si no fuera por los libros…

Entonces, esa vida escondida, esa corriente subterránea que mueve la vida de los libros, me apasiona. Está por encima de muchas cosas que hacemos nosotros. Asegura el autor.

Un coleccionista es capaz de cualquier cosa con tal de alimentar algunas de sus pasiones. Algunos son capaces de gastar grandes fortunas en el mismo ejemplar para que el rival no lo tenga. No importa tener más de un volumen del mismo. A veces, como en esta historia del coleccionismo, se llega a hacer cosas terribles…..

Nota: A día de hoy el paradero de la Biblioteca de la Comunidad Judía de Roma sigue desaparecidada.

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