Rosa pasa página en su visita a Sant Jordi, tiene una cita con Eva García Sáenz de Urturi, que acaba de terminar su turno de firmas de medio día, y mientras caminamos juntas hacia un hotel, para una entrevista, yo diría una charla imprevista e interesante, Eva me cuenta que no ha parado de firmar, que la gente quiere preguntarle, comentarle, y me consta que algunos han llegado a tatuarse frases de sus libros, entre ellos de Aquitania, con quien ganó el Premio Planeta 2020.
P.—Eva, cómo está siendo Sant Jordi 2024, sin novedad editorial, pero con publicaciones muy potentes.
R.—Sant Jordi está siendo muy bonito y muy sorprendente para mí, porque publiqué “El ángel de la ciudad” el año pasado y este año acaba de salir la versión de bolsillo, pero es verdad que no tenía libro nuevo, así que esperaba una firma tranquilísima y no; ha sido todo lo contrario, han sido dos horas seguidas de gente tomando número para su turno, uno detrás del otro. Sin parar.
Fíjate, ha venido gente desde París, algunos matrimonios lectores de Holanda, que en los Países Bajos debo ser una autora súper conocida de novela negra. Y allí las editoriales piden, aquí en España los libros negros al estilo de Eva García.
P.—Bueno eso está genial, has creado un estilo propio, como un subgénero.
Desde que empezaste a publicar, entiendo que tienes que haber visto continuidad de mucha gente que siempre va a tus firmas, y seguro que en todas ellas, hay algo que se repite.
R.—Pues ha sido como una escalera de tres escalones.Yo empecé a autopublicar en 2012 “La saga de los longevos”. Después enseguida publiqué en la Esfera de los libros. Y ese fue mi primer boom.
Cuando llegó “La saga de los Kraken” con “El silencio de la ciudad blanca”, la película etc, fue otro gran boom. Y por último con “Aquitania”, el premio Planeta.
Han sido como tres escalones, a los que se han ido agregando lectores longevos, a lectores kraquenianos, a lectores aquitanos. Eso es muy bonito, que todos siguen pidiéndolos. Los longevos, siguen pidiendo más longevos, los kraquenianos quieren más Kraken, los de Aquitania siempre piden una segunda parte de Aquitania.
P.—Eso es lo bonito, el que haya gente tan diferente, de edades tan diferentes.
R.—Sí, hoy mismo venía una chica que es instagramer y empezó a leerme con Los longevos cuando ella tenía 12 años. Ahora tiene 24. Ha hecho la carrera de escritura creativa en Barcelona. Está escribiendo una novela. Es una chica que me ha seguido desde los 12 años. Ha venido a Vitoria, ha venido a Alicante, ha venido a la Feria Libro de Huesca.
O sea, toda la vida siguiéndome. Y hace un momento me estaba contando la novela que esta escribiendo. Y yo, orgullosísima como una madre, porque como decía es que la he visto crecer.
P.—Empezó a leer en su adolescencia, una edad en la que se leía menos y ahora parece que vuelve con fuerza.
R.—El acierto de “Los longevos” . Creo que captó a esos lectores jóvenes de “Young Adult” que ahora están leyendo lo que se llama “Romantasy”, es decir romance paranormal y Longevos tenía esa parte de fantasía medio romance, luego toda la parte de los flashbacks históricos, entonces yo creo que ahí aglutinó un poco lectores muy diferentes y esos lectores jovencitos habrán crecido, se han ido a Kraken también y claro ver después de década y media cómo han crecido, cómo se han hecho adultos, a mí me parece que es de estar muy orgullosa.
P.—Has dicho Kraken, es pregunta obligada. ¿Qué hacemos con él?
R.—Habrá más Kraken, claro. Ahora vamos a publicar Longevos 1 y Longevos 2 porque están descatalogados desde hace años. Y Longevos 3 para cerrar la trilogía. Y después habrá Kraken 6.
P.—¿Sabes dónde estará ambientada, o estoy hurgando mucho?
Kraken 6 tendrá un escenario que enamora mucho.
R.—Está medio escrita. Pero no puedo adelantar nada. Solo que será un escenario que enamora mucho.
P.—Vamos con Sant Jordi, y con Aquitania. Porque yo creo que el premio Planeta es un pedigrí. Aquitania lo ganó en 2020. ¿Cómo fue ese año?
R.—Fue diferente a todo, claro, porque tocó una pandemia, con lo cual la gira ha sido única en la historia porque fue en mi despacho. Todo el día desde las 9 de la mañana, hasta por la tarde, cada media hora, tenía los focos y la pantalla del ordenador y era un videoconferencia tras otra desde todos los puntos de la geografía.
Firmas, sólo pudimos hacer tres en un año en toda la gira y recuerdo que en Sant Jordi sólo vinimos tres autores. Firmábamos entre mamparas y con guantes.
Pero por otro lado era un poco el espíritu de aquel año cuando se hizo la ceremonia de los Premios Planeta, el espíritu dentro del planeta era como si estuviésemos en la Guerra civil, es decir, no vamos a parar, o sea, la historia no nos va a parar, los Premios Planeta lleva tantos años que no pueden pararse. Y fue muy bonito porque había un espíritu de resistencia en el que te das cuenta que la literatura no va a parar.
P.—Gracias al confinamiento los niveles de lectura subieron considerablemente. La lectura como entretenimiento, poder viajar, salir, vivir otras historias, creo que en esos momentos, se cumplió más que nunca el objetivo de un libro.
R.—Por la parte del arte salió lo positivo. Por la parte de la literatura ganamos lectores, muchísimos lectores y se han mantenido, eso es lo bueno.
La lectura es un hábito activo, es decir, ver series es un hábito pasivo y es dopaminérgico, es decir, te crea la dopamina que necesitas al final del día. Entonces es fácil caer en eso, lo mismo que es fácil caer en una cena de carbohidratos.
Leer no es dopaminérgico, no es algo que te dé subidón de recompensa, requiere un esfuerzo. Pero una vez que adquieres el hábito de la lectura, te sana el cerebro, y te relaja, además, te devuelve la corteza prefrontal mucho más, estás en el presente, algo que no tienen las series o no tienen la comida basura. Junto al deporte es el mejor hábito para mantener el cerebro joven toda la vida. Todos sus efectos secundarios son positivos, te hace más culto, más empático y vives mil vidas. El que es lector ha vivido mil vidas. El que no lo es, ha vivido una sola, la suya.
P.—¿Cómo recuerdas tu primer Sant Jordi?
R.—Una ilusión, es que me parecía mágico que todo el mundo fuese con una rosa y con un libro que se lo regalase a la pareja.
Sant Jordi y la Feria del Libro de Madrid en el Retiro, que también tiene su magia, me parece tan bonito porque esa secta tan extraña que somos los lectores, esa resistencia que somos los lectores nos juntamos y nos entendemos tenemos un lenguaje común y una experiencia común que es habernos leído un libro entonces para mí son de los días favoritos del año.
P.—Decíamos al principio de la conversación que te habían hecho un regalo. Vamos con alguna curiosidad. ¿qué regalos te han llamado más la atención?
R.—A ver, muchos traen las pastas de su pueblo, la bebida de su pueblo. Es decir, que mucha gente viene con ese orgullo de tierra regalándote lo que sea. Cuando vas a las firmas de las tiendas, normalmente siempre solemos traernos pastas y comida, eso es bastante habitual.
Pero luego hay también una especie de submundo entre nosotros que nos conocemos, los que amamos los libros. Me regalan muchas libretitas, me regalan muchos bolis, y muchos puntos de libro. Los puntos de libro normalmente son artesanales. Tengo algúnos de Kraken de madera troquelada. Hay gente que me trae puntos de libro que eran su propia invitación de boda. Es parte de su vida y te la dan.
Son muy bonitas, es esa necesidad de conexión con la escritora. Tú me has dado estas horas y yo tengo que darte algo para demostrarte que hemos conectado.
P.—Siempre digo que es un regalo, porque no somos conscientes del esfuerzo que hacéis.
R.—Un libro se lleva tu vida, el tiempo que estás escribiendo, se lleva tu vida emocional, tu vida física, tu tiempo de ocio.
P.—Vamos con Eva lectora. ¿Qué firma buscaste y conseguiste?
R.—Firmas tengo muy preciadas. Tengo en la estantería de mi casa todos los libros firmados. Ahora tengo el privilegio de que me los envían a casa, sobre todo los autores de Planeta, que son amigos ya y amigas y me los envían firmados.
Y de los que tenga mucho, mucho cariño, pues todos los planetas que tengo firmados, me hacen mucha ilusión, ¿sabes por qué? Porque mi padre coleccionaba los planetas. Entonces, desde el 72 año que yo nací, digamos que los estoy viendo. Porque mi casa era una biblioteca, o sea, nunca había más estanterías que no contuvieran libros, entonces yo me dormía literalmente con los lomos de los planetas. Cuando cada año la ceremonia en los planetas empieza a sacar las cubiertas de los antiguos me emociona porque me las sé todas, o sea me sé el título, me sé el autor, me sé la cubierta, entonces el seguir ahora que mi padre ya no está, seguir coleccionando y los planetas pero ya firmados es una emoción porque sabes es un plus que yo los conozca en persona, que me los firmen.
P.—¿Qué lees Eva?
R.—Pues leo mucho thriller, cuando escribo thriller. Cuando escribo histórica leo mucha histórica.
P.—¿Y cuando es ocioso?
R.—Pues mira, leo mucha literatura femenina, porque las voces femeninas, claro, obviamente empatizo muchísimo, las que hablan de maternidad o las que hablan de mujeres de 50 años.
Y pienso que igual hubiese empatizado más en esa época de tu vida en la que era ejecutiva y todo esto y estaba muy harta del mundo corporativo.
Leo muchísima literatura femenina porque pienso que hemos estado absolutamente relegadas, hemos leído demasiado, nos hemos formado demasiado con voces masculinas y ellos nos han narrado el mundo y a mí me interesa cómo narran el mundo las mujeres, porque es otro mundo, es un mundo sin privilegios tenemos una vida absolutamente diferente y unos objetivos vitales absolutamente diferentes y lo que nos importa, que son los afectos, los cuidados, todas esas cosas, no está plasmado en la literatura masculina.
Entonces nos han contado una narrativa que tiene que ver con ellos, con su testosterona, con su cosmovisión. No es la nuestra. Y hay que compensar todos esos años de formación.
P.—¿Fuiste a buscar a Aquitania?
R.—Sí, claro. Me enamoré de ella.
Sabes que dicen de una boda sale otra boda, pues a mí de una novela sale otra novela. Cuando estaba escribiendo “Los señores del tiempo” me documenté muchísimo del asedio de la Victoria Medieval y de allí saqué un personaje que era totalmente ficticio que era Diago Vela e hice que lo acompañase a Leonor de Aquitania a entregar a la novia de Ricardo Corazón de León que no había manera que lo casase, entonces me llamó la atención que una mujer de 75 años a caballo se cruzase Europa para entregar a la novia.
Me dí cuenta de la fortaleza de esta mujer. Y por supuesto de su inteligencia política con 12 años, con 23, con 40, con 72, con 82. Era mujer, en un mundo tan patriarcal y la iglesia la machacaba, pero era una mujer que se atrevía a reprender al papa y tirarle de las orejas, escribirle al papa exigiendo que soltasen a su hijo a Ricardo Corazón de León que estaba secuestrado. Físicamente era una mujer grande, alta, inmensa en todos los sentidos.
P.—Me imagino que debes de mirar tu Premio Planeta con Aquitania con cierta ternura y satisfacción, dar a conocer su historia.
R.—Le debo mucho, yo creo que las mujeres necesitamos referentes, necesitamos saber que alguien lo ha hecho y que es posible. Entonces, saber que hace mil años alguien tuvo tanto poder, que supo aprovechar bien la belleza, la educación y el dinero, y la formación que le dio su padre en política, que lo supo aprovechar también, para mí es lo que debe ser una mujer hoy, aprovechar las cartas que te han tocado y sacarle de partido. Una mentora de vida.
P.--¿Nos vemos en nada para el próximo libro?
R.--Sí. Reescritrua de Longevos 1 y 2 y Longevos 3 que es novedad ya en la primavera 2025. Y después Kraken 6.
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