"Vamos a intentar que el turismo no sea de masas, ni un rebaño de ovejas conducidas simplemente por el mero hecho de hacernos la foto"
Si te dieran a elegir un superpoder que te permitiera hacer algo imposible, ¿qué elegirías? Néstor F. Marqués lo tiene claro, viajar en el tiempo, pero al pasado, para descubrir la historia, lo qué sucedió realmente y no lo que nos han contado.
Rosa pasa página, charla con Néstor F. Marqués, arqueólogo y divulgador cultural. Especializado en la Roma clásica y en virtualizar en 3D, el patrimonio romano, creando mundos inmersivos que abren ventanas al pasado,
Viajar en el presente a la antigua Roma es algo que Néstor, hace con frecuencia, pisar por el mismo suelo por el que los romanos caminaron hace 2000 años. Y conocer de primera mano las luchas de gladiadores, cacerías, carreras de carros, la vida social de los romanos, su pasado, con rigor histórico y alejado en su mayoría de la tradición popular y aquello que hemos visto siempre en la pantalla del cine y de la televisión, a través de su último libro publicado: “Gladiadores” (Espasa 2024)
P.—Parece que estuviéramos hablando en realidad de una película.
R.—Pues sí, yo creo que hay que intentar siempre vivir un poco la historia como si fuese eso, casi una película, de hecho yo creo que hasta mejor, porque en realidad cuando hablamos de cine, cuando hablamos de películas, de series, de novelas incluso, al final estamos hablando de ficción y en la ficción todo se puede distorsionar o retorcer para apoyar esa creatividad de los autores.
Pero como divulgador, como investigador, como historiador, tengo que ceñirme a los hechos, a la realidad. Pero trabajar en ese campo desde la narrativa me ha parecido algo maravilloso. Y es la primera vez, además, que me enfrento a algo así. Y para mí ha sido muy bonito el hecho de poder viajar al pasado, literalmente, pero sabiendo que todo lo que estamos viendo en ese viaje es históricamente riguroso, que para mí es lo más importante.
P.—Roma se preocupaba mucho porque la sociedad estuviera más o menos a gusto, distraerla, a pesar de la pobreza y de la diferencia de clases.
R.—Claro, creo que ahí hay un punto muy importante. Los espectáculos sirven para tener a la gente más o menos contenta. Ayudan a que la gente se olvide de esa pobreza, de sus malas condiciones de vida, porque no tenemos que olvidar que en Roma el 1% vive muy bien, con unas comodidades que casi parecen de nuestro tiempo, pero el 99% vive muy mal, vive en una pobreza extrema, viven hacinados y, por lo menos los espectáculos, ayudan a que de vez en cuando tengan una vida más o menos interesante.
Aún así, también hay otro punto, que es el de la cohesión social. Los espectáculos eran muy importantes porque suponía el momento en el que el pueblo podía decir, incluso organizarse, para gritarle al emperador todo lo que querían conseguir y además lo hacían al unísono para que se entendiera un poco lo que querían y creo que eso también es un punto muy importante.
P.— ¿Cuál es la primera mentira que podemos desbancar?
R.—Ni el pulgar hacia arriba, ni el pulgar hacia abajo existieron a pesar de que obviamente eso no lo quitas del cine porque ya es parte de la cultura cinematográfica y así tiene que seguir.
P.—¿De qué forma, ante el público, se decidía si el vencido debía morir?
R.—Hay que dejar claro que cuando había una lucha de gladiadores no siempre tendría por qué morir uno de los dos. Las luchas no siempre acababan con la muerte, de hecho, ni siquiera se buscaba herir, sino una lucha de habilidad, del valor, del honor de los gladiadores ante el peligro, pero en algunos casos, si el gladiador había luchado mal, pues sí que era ejecutado.
Pero vamos a decir que en un 10-15% de los casos la lucha acababa en muerte, en el resto, aunque se rindiera el gladiador acababa salvándolo el público y en concreto una sola persona era la que decidía, se trataba del editor, encargado de determinar sobre el destino de estos gladiadores.
Fíjate en una cosa, ante 50.000 personas y que una personita de entre ellas, que es el emperador, allí en el palco, lejos de todo el mundo, cómo podían ver que hacía un gesto con la mano si prácticamente no se le veía, y por eso una de las hipótesis que más fuerza tiene en estos momentos y es la que yo adopto es que; ya no la mano, sino el gesto de todo el brazo, ayuda bastante a que esto se entienda. Subiendo el brazo hacia arriba y con el puño cerrado estaríamos pidiendo la vida, y con el brazo hacia abajo y apuntando, digamos, hacia el suelo con el pulgar, podría ser el gesto de la muerte.
Lo curioso es que esto es una hipótesis, no tenemos la seguridad de que fuera así, y por eso es tan importante que este libro lleve una nota histórica bastante amplia al final para que podamos aclarar todos estos detalles, porque si yo en algún momento me he tenido que imaginar algo de lo que no estamos seguros te voy a explicar por qué lo he hecho.

P.—Ser gladiador era una cosa en la que se tenían que instruir. Quiero entender que había varios tipos, unos eran los esclavos y otros eran los gladiadores de formación, que debían tener ciertas cualidades, y cierta situación económica para poder costearse ese tipo de entrenamiento.
R.—Eso es, al final, todos los gladiadores están unidos por un mismo elemento, y es que no tienen libertad. Ningún gladiador es libre. Lo que pasa es que en algún caso son esclavos que han llegado de la guerra, son esclavos que se han vendido en un mercado, aunque es verdad que había leyes que prohíben vender a un esclavo para ser gladiador a no ser que hubiera demostrado ser violento o agresivo.
Imagino a un legionario, un soldado que lleva 25 años en el ejército y que de repente lo han licenciado, ya ha terminado su servicio y no sabe hacer otra cosa que no sea luchar y encima le gusta. Pueden probar esa gladiatura profesional, firman un contrato por el que pierden la libertad voluntariamente, entrenan, luchan, y van ganando poco a poco dinero.

P.—¿El espectáculo no debe acabar en el primer asalto, se trata de entretener al público y que haya un lucimiento?
R.—Exacto. Es un poco teatral al principio. Eso es lo más interesante de todo, que los romanos no buscan sangre. Lo que buscan en un combate de gladiadores, una lucha equilibrada. Por eso los gladiadores, uno va más protegido, y a la vez es también más lento.
El otro va más descubierto, pero es más rápido, más ágil. Siempre buscando ese equilibrio. Entonces, el romano que... Yo me imagino también a un padre llevando a su hijo al anfiteatro y le lleva allí para que aprenda, uno, lo que es la violencia, porque la va a ver en su vida, pero también el valor, el honor, que son todo puntos de la moral romana totalmente, que tienen que aprender, y los gladiadores son una forma de que aprendan este tipo de cosas.
P.—Porque se entrenaba el cuerpo y la mente.
R.—Sí, sí, siempre “men sana, in corpore sano”. Esto, por supuesto, es la máxima latina. Sí, al final, un gladiador entrena el cuerpo porque debe ser fuerte, debe aguantar, debe ser resistente, pero también debe tener una mente despierta, fría, que sepa anticiparse a su adversario y, por qué no, también en las escuelas de gladiadores, en estos cuarteles, aprendían a leer, aprendían a escribir, porque tenemos grafitos de gladiadores.
Es decir, sabían leer, sabían escribir. Entonces, esto también formaba parte de su formación, porque en Roma, por mucho que a veces pensemos en una gran cantidad de población que era iletrada, en realidad tenía una alfabetización bastante grande, incluso entre los esclavos.
P.—Los niños iban a ver cómo entrenaban los gladiadores, sus padres, también las mujeres. Es cierto que las mujeres estaban segregadas en el anfiteatro, que había leyes que prohíben que se sentaran hombres y mujeres juntos, aunque es cierto que probablemente las clases más altas se saltaran un poquito estas predicciones.
R.—Exacto, el poder siempre te da esos privilegios. Pero sí, es verdad que es un espectáculo que está más pensado para los hombres y no tanto para las mujeres, a diferencia de otros espectáculos como pueden ser las carreras de carros, donde ahí sí los hombres y las mujeres se pueden sentar juntas.
P.—Las carreras de caballos en el circo romano, un gran espectáculo.
R.—Sí, el circo es el deporte rey de la antigua Roma, por eso es el ocio por excelencia sagrado, es decir, los gladiadores son un espectáculo profano. Las carreras de carros comienzan con una procesión sagrada. Los dioses son invitados. Sus estatuas están presentes en el palco imperial. Entonces, eso es uno de los motivos por los que las carreras de carros son el deporte más importante.

La velocidad, la adrenalina, esos giros frenéticos, de esas siete vueltas que daban los carros, los accidentes... La verdad es que tenía que ser un espectáculo muy impresionante y sobre todo es que, claro, es una carrera tras otra, son 24 carreras normalmente las que se hacen en una jornada con estos cuatro equipos.
Los emperadores suelen sacarle buen partido a los juegos, especialmente emperadores como Domitiano, que está muy maltratado por la historia, en realidad es uno de los grandes emperadores de Roma, uno de los mejores para el pueblo romano, terminó la construcción del Coliseo, construyó de nuevo toda la estructura del Circo Máximo, construyó otras estructuras como el Estadio Pedestre, supo sacar un gran partido a los espectáculos especialmente como decíamos para entretener al pueblo, tenerlos contentos y crear cohesión social en Roma.
P.—Sin embargo no brilló tanto.
R.—Fíjate, pero no brilló porque le han apagado el brillo, porque la historia se lo ha quitado, porque el emperador Trajano que vino después, se ocupó de destruir su memoria y por eso creo que era tan importante viajar a este momento, porque es cuando se acaba de inaugurar el Coliseo, porque se acaba de construir el nuevo Circo. Es el mejor momento porque tenemos documentados todos los espectáculos de Roma. Porque uno podría pensar que si viajamos en el tiempo para ver espectáculos, podríamos haber ido a la Roma del Emperador Cómodo, como hace en Gladiator, la película. O a la Roma de Caracalla y Guetta con Gladiator 2 ahora.
Pero el período de Domitiano para mí es el más interesante precisamente por eso, porque tiene muchísimo que ofrecer y es poco conocido.
P.—¿Cuál es la jerarquía entre los gladiadores?
R.—Pues es verdad que tenemos en el primer momento a unos gladiadores que son “Los Tirones”, que son los novatos totalmente, que tienen que hacer un juramento.
Es verdad que eso de: “ Ave, Caesar, morituri te salutant”, no es cierto, eso nunca lo dijeron los gladiadores. Otro de esos grandes bulos. Pero sí tenían que hacer un juramento en el que se comprometían a ser quemados, atados, golpeados y muertos a hierro. Porque los gladiadores tenían que comprometerse. Tenían que demostrar ese valor.
Entonces estos “Tirones” acaban de jurarlo y tienen que comenzar a entrenar. Y a partir de ahí van subiendo en el escalafón. Se convierten en “Veteranos”, una vez que ya luchan por primera vez en la arena, y a partir de ese momento van ganando cada vez más prestigio dentro de las escuelas, de estos cuarteles gladiatorios, hasta convertirse en los más importantes del “Ludus”, en el “Primus Pilus”, que se le llama al gladiador más potente de todos, el más famoso de todos, y una vez incluso que consiguen su libertad, se les entrega “La Rudis”, una espada de madera, y consiguen su libertad, suelen convertirse en doctores, que son los entrenadores de los gladiadores, que solían ser gladiadores retirados.
Es decir, hay todo un escalafón muy militar, todo, en el que van pasando de un punto a otro hasta llegar a ese nivel superior, en el que incluso se podían llegar a convertir en “Lanistas”, en dueños de escuelas de gladiadores.
P.—Hubo una época en la que se les marcaban la cara con hierro fundido.
Sí, de hecho, prácticamente en todos los casos, los gladiadores eran marcados. Otra cosa que en el cine tampoco vamos a ver porque claro, el protagonista con la cara marcada no iba a resultar nada atractivo.
Otras veces con un poco de suerte se les marcaba en el brazo, la espalda o el pecho, pero se les marcó la cara hasta el s.IV cuando el emperador Constantino lo prohibió.
P.—Otro de los atractivos era la lucha de los gladiadores con animales de cualquier parte del mundo.
R.—En este caso tenemos a una tipología de luchador muy específica, se les conoce como los “venatores”, los cazadores. Tenían su propia escuela, su propio cuartel. Las cacerías se realizaban por la mañana, las ejecuciones a mediodía y los gladiadores por la tarde.
Y eran personas que realmente estaban entrenadas para enfrentarse a los animales y por supuesto no se pretendía que el luchador muriera sino que cazase a los animales.
En un anfiteatro de provincia que había cientos por el imperio, veían jabalíes, zorros o incluso un oso, pero en el coliseo de Roma en el gran anfiteatro de los césares se pudieron ver elefantes, jirafas, leones, tigres, cocodrilos todo lo que te puedas imaginar y más hasta rinocerontes que traían desde todas las partes del mundo y tenemos que imaginar cómo era capturar a esos animales vivos, sin tener tranquilizantes ni nada por el estilo.
El viaje de estos animales hasta llegar a Roma, donde llegaban muchas veces famélicos si es que sobrevivían a viajes en barco. Una vez que llegaban, se les llevaba a algo muy parecido a un zoológico donde se les cuidaba para que volvieran a recuperar su fuerza y su energía, hasta poder presentarlos en el anfiteatro.
P.—Una batalla naval, algo apasionante.
R.—Y un espectáculo muy poco frecuente entre los romanos. Quizás una de las cosas más famosas que ha llegado hasta nosotros y es la que menos se ha representado realmente. Eran luchas en barco entre condenados a muerte. Estos fueron los que una vez dijeron lo de: «Ave Caesar, morituri te salutant” porque efectivamente eran condenados a muerte.
En el Coliseo, después de inaugurarse, mientras estaban excavando toda la zona subterránea de la arena, que años después estaría llena de pasadizos, de trampillas para poder saltar a la arena de forma sorpresiva, aprovecharon antes de construir todo eso para hacer un par de combates navales inundando la arena del coliseo, como una muestra de lo que normalmente se hace en lagos, incluso en lagos artificiales, pero fíjate lo increíble que es este anfiteatro, que se puede hacer un combate naval, aunque sólo se hizo en esa ocasión.
Por tanto, los que ya habéis visto la película de Gladiator 2, sale un combate naval en el coliseo, a principios del siglo III, un siglo y pico después, con lo cual es totalmente inverosímil, pero no pasa nada, es muy espectacular visualmente, y sabemos que se hizo sólo en ese pequeño momento.
P.—¿Y qué opinión te merece, ya que has sacado el tema?
R.—Mira, yo con Gladiator 2 y con cualquier película histórica apago el chip de historiador que tengo dentro, desconecto al historiador para no sufrir.
P.—¿Y disfrutas?
R.—Disfruto de la ficción, no me planteo si eso no es histórico, porque ya sé que no lo va a ser.
P.—Te lo habrás planteado seguro.
R.— Sí, sí, claro que me lo planteo, pero es que si me lo planteo así, lo que veo es una comedia, porque entonces para mí cualquier película de este género está tan llena de errores históricos que me hace mucha gracia. Pero no voy al cine para eso, voy al cine para entretenerme.
P.—¿Qué tiene la Antigua Roma, que siempre da tanto que hablar?
R.—La Antigua Roma no se acaba. Yo ya llevo seis libros sobre la Antigua Roma, cada uno con una temática totalmente diferente a la anterior y todavía hay temas y temas, que nos quedan por conocer porque se hacen descubrimientos nuevos cada día.
Una sociedad que además nos apasiona porque es en algunas cosas muy parecida a nosotros y en otras totalmente diferente. Y yo creo que ese contraste tan fuerte entre esas diferencias y esas similitudes es lo que sigue apasionando.
P.—En gladiadores, ¿hay presencia de gladiadoras?
R.—Por supuesto, yo creo que hay que tenerlas muy presente. De hecho, la mujer en Roma tiene un papel importante que muchas veces se ha ninguneado en la investigación hasta hace poco tiempo. Y en este caso, especialmente en época de Domitiano, es donde vamos a viajar, esos siete días que vamos a pasar en la Antigua Roma, hay combates de gladiadoras, porque las gladiadoras existieron.
Lógicamente, había muchísimas menos que gladiadores, pero estaban ahí, Y por supuesto, había leyes que impedían que las mujeres, por ejemplo, nobles, acabasen siendo gladiadoras, y si existe esa ley, es que en algún momento las hubo.
P.—Bien, hay una cosa importante y es que desarrollas el Coliseum; Roma, en 3D, de tal forma que podemos verlo tal cual es.
R.—Para mí era muy importante que cuando alguien lea este libro no tenga que imaginar sino que pueda ver más allá de lo que se conserva. Esto es fundamental y por eso precisamente el trabajo que ha hecho mi empresa de 3D; en este caso el genio que es Pablo Apariciommi socio que hace estas recreaciones 3D, ha colaborado conmigo aquí para que podamos ver cómo era la antigua Roma.
P.--¿El turismo está masificado, concentrado en unos puntos muy concretos de Roma?
Por supuesto el turismo está masificado y se concentra mucho en unos puntos muy concretos porque yo cuando viajo a yacimientos romanos algunos están completamente vacíos y otros están hasta arriba.
Entonces sí que creo que deberíamos replantearnos un poco cómo funciona el turismo, tenemos que ver cómo se puede hacer para no masificar ciertos lugares por el mero hecho de, uno, disfrutar de las experiencias y dos, proteger el patrimonio, porque ahora mismo, por ejemplo, en Pompeya se han establecido unos límites diarios de 20.000 personas al día que pasan por el yacimiento.
Y es que ha habido veces, en estos últimos años, que han pasado más de 30.000 personas cuando era una ciudad de 15.000 habitantes. Es decir, es increíble. No está pensada la ciudad para eso. Y sin embargo, fíjate, incluso en Pompeya hay tres o cuatro calles que están abarrotadas siempre de gente. Y el resto del yacimiento está casi completamente vacío.
Entonces vamos a redistribuir un poquito los flujos turísticos, vamos a saber cómo gestionarlo, vamos a evitar también ese turismo de masas, vamos a intentar que esto no sea un rebaño de ovejas conducidas simplemente por el mero hecho de sacarnos la foto. Yo creo que eso es muy importante, el repensar un poquito cómo funciona el turismo patrimonial.
P.--¿ Ya has vuelto de esos siete días en el siglo I?
R.--Yo siempre me quedo un poquito allí, me gusta quedarme, me gusta quedarme un poquito más.
Pero para mí la Antigua Roma es un punto al que volver siempre, pasar ciertas temporadas allí.
P.--El tema de los Gladiadores creo que a todos nos apasiona y aunque se haya tirado tanto de la imaginación, ha sido una forma de llevarnos a Roma.
R.-- Totalmente. Toda esa tradición que ya tenemos ahí de la cultura popular es fundamental para que ahora podamos profundizar.
A mí me gusta mucho decir eso, que cuando hayamos visto las películas, cuando hayamos leído las novelas, vámonos ahora entonces a hacer este viaje en el tiempo para poder conocerlos mejor y para poder descubrir la realidad histórica.
Entrevista: Rosa pasa página
Editor de sonido: Manuel Muñoz
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