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«Catalina de Aragón, fue la primera embajadora europea, reconocida como tal, con sus credenciales»
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«Catalina de Aragón, fue la primera embajadora europea, reconocida como tal, con sus credenciales»

"Palabra de Reina" Gema Bonnín (ed.B)

martes 09 de enero de 2024, 21:26h
"Catalina, como todas las hijas de los Reyes Católicos, estaba muy bien preparada para ser una de las princesas mejores de toda Europa"
Catalina de Aragón fue la última hija de los Reyes Católicos, la princesa viuda, desconocida y olvidada de nuestra historia y amada por los ingleses.

“Inglaterra; el país en el que he sembrado la mayoría de mis dichos y desconsuelos, soy reina y lo seré hasta el día de mi muerte o la de mi esposo. Lo que antes acontezca. Mi esposo, «cuánto tormento inflige sobre mi pobre y cansado espíritu con todo lo que le he entregado» No un hijo varón, pero sí una hija que tiene tantas actitudes como cualquier hombre”

Ella en el ocaso ya de su vida, hace un ejercicio de memoria y recuerda cómo han sido los caminos que ha recorrido desde que llega a Inglaterra con 15 años para casarse.

—Los Tudor y los Trastámara, sangre que corre por las venas de María, que es la única hija de Catalina de Aragón y Enrique VIII, pero claro, era mujer.

Sí, era mujer y además era católica en un contexto en el que eso dificultaba mucho las cosas. María es un personaje que a mí me encanta y de hecho mi pretensión inicial era escribir sobre María, pero empecé con Catalina, que estaba mucho más familiarizada con su figura y con su época y lo vi más accesible para mí y para mis actitudes de ese momento.

Pero realmente María es un personaje increíble, fascinante, que necesita mucha más reparación que Catalina, realmente. Ella es recordada como María la Sanguinaria. Hay un cóctel en su honor, el Bloody Mary. Y es un apelativo muy injusto para María.

—Catalina es la gran olvidada en España.

Sí, bueno, es cierto que ella era española, pero claro, se fue muy joven y sus ejercicios como reina tuvieron lugar en Inglaterra y allí se le recuerda con cariño, realmente, es decir, hay un pensamiento colectivo casi subconsciente de que fue una muy buena reina. Yo estuve el abril pasado en Peterborough, que es donde está enterrada, en la catedral, y fui a propósito. Y le llevé flores, pero bueno, yo no soy la única que le lleva cosas, porque me encontré un montón de notitas de estudiantes, diciendo: “Soy tu fan, vaya crack que eras”

Y también había muchas granadas, que era el emblema de Catalina, y se le siguen dejando allí, en su tumba, como forma de recordarla, y eso pues me conmovió mucho, porque además es un espacio dentro de la catedral que está bajo estándares de Castilla y Aragón y es un espacio como muy español dentro de una ciudad inglesa.

Pero Catalina realmente aquí sí que está envuelta con un velo un poco de desconocimiento. Ella nació en Alcalá de Henares y hasta ya bien entrado el siglo XXI no se le erigió una estatua en su honor.

Fue una mujer extraordinaria que hizo tantas cosas notables en su vida, olvidándonos ya de sus problemas con su marido y con todo lo que él le hizo pasar, realmente fue alguien que apostó por las artes, la cultura en una corte que todavía estaba un poco envuelta en el feudalismo, como era la corte inglesa, hizo mucho por cátedras universitarias tanto de Cambridge como de Oxford.

—Fue la primera embajadora.

Eso es, fue la primera embajadora mujer europea, reconocida como tal, con sus credenciales de embajadora. Catalina, como todas las hijas de los Reyes Católicos, estaba muy bien preparada para ser una de las princesas mejores de toda Europa.

—Además fue una mujer que sufrió mucho porque tuvo muchos abortos, algunos de sus hijos murieron poco después de dar a luz y de alguna forma se sintió culpable, esa culpabilidad como mujer, porque tienes que dar un heredero a la corona.

Sí, ella... Claro, este es un tema como muy particular porque afecta a una mitad muy concreta del ser humano. El tema de, bueno, la maternidad y las frustraciones, miedos, esperanzas que pueden derivar de esta.

Y eso tuvo que ser algo que Catalina sufrió mucho y de manera especialmente notoria, porque además le suponía una presión política donde lo primordial era ser capaz de perpetuar la dinastía a la que pertenecían por matrimonio. Y además en Inglaterra eso era especialmente delicado porque la dinastía Tudor era muy nueva, se había forjado en un contexto bastante peliagudo, de una guerra civil, era la primera dinastía que reinaba en Inglaterra después de los Plantagenet, que era una dinastía muy sólida, muy asentada, que estuvo desde el siglo XII en Inglaterra.

—Pero además era un absurdo la incoherencia de Enrique porque tenía a una suegra como era la reina Isabel la Católica.

Sí. Y de hecho, en la novela aparece eso, que cuando discuten sobre que no has cumplido lo que tienes que cumplir, de darme un hijo varón, Catalina dice: vale pero tenemos una niña que puede hacer lo mismo.

—No hay que olvidar que Catalina tuvo un primer matrimonio y al no ser consumado, como enviduó enseguida, se quedó en una situación muy complicada. Por un lado, no podía recibir a su dinero, la asignación por viudedad, porque no había consumado el matrimonio, pero por otro lado tampoco se le devolvía la dote.

Ella vivió en una incertidumbre de futuro durante unos ocho años. No tenia apenas ingresos y tuvo que vender muchos de sus bienes, quedarse con un servicio muy reducido y dependiente de la caridad de algún que otro noble inglés que supiera de su situación. Y, después de eso para ella, llega una época muy buena que es un matrimonio con un hombre del que está enamorada genuinamente.

Pero después de todo eso, cuando se empiezan a torcer las cosas y le llegan a ella muchos años de tormento, realmente termina su vida muy parecida a como la empieza, un poco olvidada, encerrada, pasando apuro económico y me entristece mucho eso. Lo veo muy poético y para mi novela ha sido pues una baza increíble pero es triste.

—Pero lo peor de todo es no poder ver a su hija, romper todo tipo de contacto posible aunque fuera a través de las cartas. O sea, era una forma de morir en vida.

Sí, Enrique la castigó. Evidentemente no podía agredirla básicamente ni atentar contra su inteligencia física, pero tenía otras formas de atacarla.

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