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«Estoy cansado de que todas las historias sucedan en las principales ciudades. Creo que lo fascinante y lo extraño está entre las huertas»

«Estoy cansado de que todas las historias sucedan en las principales ciudades. Creo que lo fascinante y lo extraño está entre las huertas»

"El mal hijo" Salvador S. Molina (ed.Espasa)

miércoles 21 de febrero de 2024, 17:00h
"Por mucho que se empeñen, la felicidad no tiene que depender del lugar en el que nazcas"
Rosa pasa página, se reúne con, Salvador S.Molina, autor en ciernes que habla de aquello que conoce y ha vivido, y no reniega por muy dura que sea porque en cada lugar, hay vidas distintas, y si sabes mirar bien, está la belleza de la vida. “El mal hijo” (edi.Espasa 2024)

Era allí, cerca de donde los negros recogían las cebollas, de donde los campos infinitos de lechugas y repollos, de limoneros y paleras comidas por la cochinilla, donde los pájaros caían del cielo, muertos por el calor, donde el aire arrasaba el olor de la huerta profunda. Era allí donde mi abuela tenía encerrado a mi padre.

P.—Abrimos esta entrevista con la huerta murciana. Describes perfectamente, supongo, porque lo has visto o lo has vivido, ese silencio, ese calor, esa tierra quizás apelmazada y esa huerta tan generosa.

R.—Me crié con el sonido de las chicharras, con el sonido del calor y, lo que yo quería era situar desde el principio al lector en el escenario, en la Huerta que es un personaje más aunque, muchas veces suena un poco atópico. La huerta es un sitio maravilloso, pero también es un sitio un poco hostil. El calor, la sequía, los paisajes, que parecen mar de arena. Quería ser el lector desde el principio.

P.—¿La felicidad es como esas sonrisas blancas de los anuncios de pasta de dientes?

R.—Sí, porque muchas veces tenemos una idea equivocada de lo que es la felicidad o intentamos o nos intentan meter en la cabeza que tenemos que conseguir esas cosas para ser felices, como por ejemplo, desde que éramos muy pequeños a nosotros, a la gente del pueblo, siempre nos decían no podéis terminar currando en la fábrica, tenéis que salir, tenéis que estudiar, ir a la universidad... Bueno, pues todos hemos ido a la universidad y tengo amigos muy infelices porque no han conseguido lo que querían. Y colegas que están currando en la fábrica son muy felices porque han encontrado la felicidad en otros sitios.

P.—¿La felicidad era cosa de la sangre que se transmitía de padres a hijos? ¿Era casi una herencia?

R.—Pues parece que todo depende de donde nazcas, si vives en un barrio o en otro, puede que la felicidad te va a ser más fácil, pero no tiene por qué, repito. Puede ser que Rubén haya nacido en un entorno más complicado, pero creo que es un personaje, tanto él como su padre, como la abuela, son personajes muy dignos. Creo que él se va dando cuenta de que esto de que la justicia se va heredando no tiene por qué ser así, sino que es algo que tiene que encontrar él y de la manera que él quiera.

P.—Miguel es quien cuenta la historia, una en la que cuando vives abajo tienes la sensación de star abandonado.

R.—Claro esa es la sensación que tiene él al vivir en un pueblo como Alama de Murcia, en mitad de la huerta. Está como anclado en ninguna parte, es un pueblo un poco fantasmal donde todos los personajes de la novela están esperando a que ocurra algo, y la abuela es la primera en darse cuenta de que eso que está esperando no va a llegar nunca, por eso hace lo que hace sin plantearse si está bien o mal.

P.—¿Qué tiene que ocurrir para que una madre encierre a su hijo? Yo a mí simplemente se me ocurre salvarle.

R.—Claro, totalmente. Ella, ya digo, es un personaje... los personajes han estado mucho tiempo esperando a que algo ocurriera, a que algo llegara y se siente totalmente abandonado, es como si fuesen fantasmas. Y en el caso de la Pascuala se da cuenta de que eso no va a pasar nunca y por eso rapta a su hijo para salvarlo, pero también como una segunda oportunidad para ella, porque ella es consciente de que no lo ha hecho del todo bien con su hijo cuando era pequeño, no ha estado con él en lo que él necesitaba, y ahora digamos que encerrándolo en esta caseta en mitad de la huerta, ella puede tener una segunda oportunidad y ser la madre que su hijo siempre necesitó.

P.—Rubén vive con su abuela, también es una segunda oportunidad para ese niño.

R.—Sí, intenta salvarlo también. Es su forma de vida, su motivo para seguir viviendo de alguna manera Rubén depende mucho de ella.

P.—Mujeres como "La Pascuala", que cargan con el peso de toda la familia.

R.—Sí, creo que hay mujeres que todos conoceremos que son como ella. Son las únicas que deber cargar con ese peso. Ella es muy anciana. A lo largo de la novela iremos descubriendo que tiene algunos problemas de salud. Pero lo que le hace seguir adelante, aparte de intentar salvar a su hijo, es salvar a su nieto.

P.—La Cruz de Caravaca que quita el dolor a la gente mientras ella moría un poco más, porque el dolor que aliviaba se quedaba dentro.

R.—Me interesaba mucho retratar el misticismo que hay en la huerta murciana, porque raro es que en cualquier pueblo no haya alguna mujer que rehace el mal de ojo o quite los males. Y me parecía interesante que la Pascuala pueda ayudar a los vecinos a aliviar su mal y no sea capaz de aliviar el mal de su hijo.

P.—Mamá y el desapego con su hijo. Es una gitana casada muy joven con un payo y uno se pregunta qué hay en la cabeza o en el corazón de esa mujer que es capaz, de dejar ese hijo con su abuela a cambio de algo.

R.—Esto es algo que yo me planteé mucho a la hora de escribirlo y no llegué a una conclusión hasta que el libro no estuvo terminado y lo leí y lo releí varias veces. Obviamente la madre de Rubén no ha hecho cosas buenas y entre ellas es dejar que el niño vaya a vivir con la abuela por como has dicho a cambio de algo, como si lo estuviera vendiendo. Pero en el fondo esta mujer lo está haciendo por el bien de su hijo. Porque sabe que con ella Rubén no va a acabar bien por lo tanto sabe que la única manera que su hijo encuentre cierta luz es yéndose con su abuela.

P.—El padre intenta reconducir, mejor dicho encaminar, porque con tan corta edad no ha habido espacio de tiempo para ir por mal camino. Meterlo en un colegio privado, para asegurarse que irá en linea recta.

R.—Totalmente. Eso no se paga con dinero. Por supuesto que no. Esto está sacado de un caso real. En mi pueblo, se ha abierto un colegio de pago y todo el mundo quiere irse allí porque nohay inmigración. El padre se sube a esta marea a pesar de que no puede permitírselo porque quiere alejar a su hijo de la etiquetas que le han puesto siendo medio gitano.

P.—La inmigración, tema también muy importante. Duermen hacinados después de trabajar muchas horas y entre su propio sudor, sin apenas recursos.

R.—Están ahí para trabajar, igual que la población gitana. El personaje de mi novela es alguien muy culto, que sabe escuchar, que tiene mucho cariño que dar y que se aleja de la visión que tenemos de los inmigrantes. Es el personaje que tiene más luz en toda la novela a pesar de los gris de su día a día.

P.—¿Qué te lleva a escribir esta historia?

R.—Pues esto, lo que me hace click en la cabeza, es una anécdota familiar, un secreto que estuvo oculto mucho tiempo en mi familia. Una mujer por parte de mi familia paterna estaba muy desesperada por la situación de su hijo, que estaba enganchado a las drogas y a esta mujer no se le ocurre otra cosa que idear un plan en el cual era secuestrar a su hijo y encerrarlo en una caseta en mitad de la huerta. No pudo llegar hacerlo… La novela es una recreación sobre lo que hubiese podido pasar, qué hubiera ocurrido.

P.—¿La has nutrido de más cosas?

R.—Sí. De anécdotas familiares, historias del pueblo, gente que he conocido, vecinos…no quiero decir que sea una radiografía, pero sí de cómo somos, de la huerta, de mi pueblo que puede no ser el lugar más bonito del mundo, pero si miras bien, tiene cosas maravillosas y fascinantes que contar.

P.—Hechos reales que ocurren, solo que nó nos adentramos entre las huertas.

R.—Exactamente. Yo estoy un poco cansado, y más como guionista, estoy un poco cansado de que todas las historias tengan que suceder aquí en Madrid, en Barcelona, en las principales ciudades, cuando creo que lo fascinante y lo extraño está entre las huertas, entre los limoneros, en mi caso, y creo que si sigo escribiendo, voy a seguir ahí, voy a seguir en el calor murciano.

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