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«La descalificación y el juicio sobre las palabras dependen principalmente del usuario. Yo, por supuesto, no descalifico nada»

«La descalificación y el juicio sobre las palabras dependen principalmente del usuario. Yo, por supuesto, no descalifico nada»

"Medir las palabras" Pedro Álvarez de Miranda (ed.Espasa)

martes 26 de marzo de 2024, 20:28h
"Es posible que en las redes sociales se esté gestando el léxico del futuro inmediato o del presente"

"Rosa pasa página" se ha citado en casa de Pedro Álvarez de Miranda, filólogo y profesor, catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid y desde 2011, miembro de número de la Real Academia Española.

La entrevista tiene lugar en una sala abierta que comunica con su despacho y en donde se aprovecha todo el espacio disponible para los libros. Vamos a hablar de palabras, muchas de ellas están escritas y repartidas por las numerosas y engrosadas estanterías. Álvarez de Miranda ha publicado “Medir las palabras” con ed. Espasa.

"Observar, analizar, calibrar, inquirir sus posibilidades, explotarlas con amenidad y rigor. Medir, medir las palabras"

P.—Medir las palabras me lleva a esa frase cuando hay cierta tensión y alguien le advierte diciendo: mide bien lo que vas a decir porque una vez que lo dices ya no hay vuelta atrás.

R.—Efectivamente, bueno a veces uno busca títulos ingeniosos o novedosos, incluso un título que da para que tenga dos lecturas, dos interpretaciones. Yo he publicado dos libros de parecido carácter y en los dos casos busqué una expresión que permitiera ese juego. El anterior se llamaba “Más que palabras”, que también es un poco agresivo.

P.—“Medir las palabras”, es una recopilación de artículos sobre las palabras durante ocho años.

R.—La mayoría de estos artículos son sobre la lengua española y se centran en el estudio del léxico y los diccionarios, que es mi especialidad y a lo que siempre me he dedicado y sigo dedicándome: la lexicografía.

A veces también se presentan temas gramaticales, los cuales suelen ser un poco más difíciles de abordar en comparación con los temas léxicos. Los temas léxicos son más agradecidos para la divulgación, por eso son la mayoría. Me gusta incluir algunos temas diferentes, incluso más amplios, relacionados con la situación lingüística de las lenguas de España y el uso de las palabras. La descalificación y el juicio sobre las palabras dependen principalmente del usuario. Yo, por supuesto, no descalifico nada.

P.—Las palabras, efectivamente, son un hecho social y, por lo tanto, están sujetas a las mismas tensiones que cualquier otro hecho social.

R.—Sí. Es interesante observar cómo la gente se apasiona mucho con las palabras. Se puede comprobar que les interesan e incluso llegan a sacar conclusiones demasiado radicales sobre su uso. Aunque, es apropiado que sientan esto como algo propio, ya que las palabras pertenecen a todos.

P.— La palabra "viejuno" es un ejemplo de ello.

R.—La connotación, en este caso, sería un tono de despectividad. Aún hay muchas personas que recordarán al estudiar lengua los sufijos diminutivos, aumentativos y despectivos. Pero resulta que existen muchos casos en los que los diminutivos y aumentativos pueden convertirse también en despectivos.

El adjetivo viejuno realmente surgió primero, y luego ese sufijo se contagió a “raruno y baratuno”. No sé de ningún otro, al menos que yo sepa, que se me escape. Pero es un poco chocante que haya un sufijo solo para tres adjetivos. Es un despilfarro, ¿no? ¿Por qué no aprovecharlo más? Pueden surgir otros, no lo sé. Lo que está claro es que siempre se une con adjetivos negativos, no positivos.

Jamás diremos "ricuno, divertiduno" o cosas similares. No aplicaremos ese sufijo a palabras positivas. Por lo tanto, si se usa en un adjetivo con una connotación negativa y además es despectivo, se refuerza la despectividad.

R.—Las lenguas están en constante cambio. ¿Cree que tener actitudes inflexibles es contraproducente?

P.—Sin lugar a dudas, las lenguas cambian. Si no lo hicieran, estaríamos hablando latín en este momento. Es evidente que cambian, aunque lo hacen lentamente y los hablantes no siempre se dan cuenta de ello. A veces sí lo notan.

Un joven puede notar diferencias entre la lengua de sus abuelos y la suya, así como entre la suya y la de sus nietos. Estas diferencias son pequeñas y no dificultan la comunicación, pero a medida que pasan los siglos, se vuelve más difícil comunicarse.

P.—¿Si pudiera hablar con Gonzalo de Berceo, el primer poeta conocido en lengua castellana en el siglo XIII, tendríamos muchos problemas para entendernos?

R.—Sí. Así lo creo. Entenderíamos algunas cosas, pero muchas más no las entenderíamos. Nos resultaría difícil.

P.—La falta de préstamos entre lenguajes es consecuencia de la globalización. Usted habla más sobre el internacionalismo que sobre los anglicismos.

R.—En realidad, no digo tanto que hay préstamos, sino que es la globalización quién los provoca.

P.—El fenómeno mundial de convertirse en "influencer" ha llevado a que muchos anglicismos entren en el español y otras lenguas al mismo tiempo.

R.—Evidentemente, yo pienso que esto es algo bueno.

P.—Me pregunto cuál es el criterio a seguir para aceptar una palabra.

R.—Apenas lo empleo. Sin embargo, es importante considerar cuándo ingresa en el diccionario de la Real Academia. Este hecho ya es objetivo. Casi todo lo acepto. No soy irresponsable, pero no hay tanta rigidez como quizás se presuponga.

Pero en cuanto al diccionario, no existe un criterio fijo.

Han habido casos muy dispares en cuanto a la entrada de palabras en el diccionario. Por ejemplo, la palabra COVID ingresó justo en el momento inicial de la pandemia, mientras que la palabra queja tardó 60 años en ser incluida, a pesar de haber sido utilizada desde los años 30 del siglo XIX. La razón de esta demora fue que la queja era considerada un galicismo y la academia intentaba evitar su uso. Actualmente, la academia es más abierta y receptiva a nuevas palabras.

P.—Tal vez la mejor manera de familiarizarse con el vocabulario sea prestando atención a las redes sociales.

R.—Sí, admito que esa es una falta mía, ya que no estoy pendiente de las redes sociales y es posible que allí se esté gestando el léxico del futuro inmediato o del presente. La inestabilidad es el problema de las redes sociales, al igual que otros fenómenos. Y como resultado, los filólogos basan su trabajo en la verificación de los textos. En mi opinión, las redes sociales son efímeras y tienen una duración muy corta.

P.—¿Utilizamos mucho el diccionario de la Real Academia Española?

R.—Sí, muchísimo. Las estadísticas son impresionantes desde que está disponible en línea, desde que lo tenemos en nuestros teléfonos móviles... Yo lo tengo en mi móvil y lo consulto constantemente. El cambio es drástico. La última edición impresa salió en 2014, es decir, hace exactamente 10 años, y esa edición impresa tuvo pocas ventas.

La razón por la cual la gente no quería gastar 99 euros en algo que se ofrecería de forma gratuita en la página web de la Academia, es porque sabían que sería publicado allí. Esto representa un cambio radical. Además, las ediciones en papel se mantuvieron sin cambios hasta que se lanzara la siguiente edición, lo cual solía ocurrir cada 10-12 años.

En Internet, existe una cultura de gratuidad. Podría haber alguien que decida poner un diccionario de pago. Por ejemplo, el diccionario grande de Oxford, conocido como el diccionario de Oxford, requiere suscripción y pago para acceder a él. Sin embargo, esta situación es excepcional. La mayoría de los diccionarios disponibles en Internet son gratuitos.

P.—Hablando del diccionario de Oxford que ha mencionado, no sé si ha visto la película: “La razón y la locura” protagonizada por Mel Gibson y Sean Penn.

R.—Me encantó la historia de "El profesor y el loco". Es una historia maravillosa, sí. En Inglaterra se han publicado varios libros sobre eso y la película también está muy bien. Sí, podríamos hacer un diccionario recopilatorio desde los orígenes, no sé.

P.—Estoy yendo hacia muy atrás, pero hoy día con los medios que hay, ¿sería algo muy difícil debido a la cantidad de archivos que hay a golpe de ordenador, o mejor dicho, a clic de ordenador?

R.—La falta de un diccionario histórico es un tema de gran importancia. A veces, la palabra "histórico" puede dar la impresión de que solo se refiere a palabras antiguas. Sin embargo, un diccionario histórico abarcaría desde las palabras más antiguas, hasta las de hoy en día. Sería un diccionario completo con todas las palabras y acepciones utilizadas en España y América. El diccionario de Oxford, por ejemplo, cuenta con alrededor de 300,000 palabras, algo que nosotros no tenemos. Es necesario reconocer esta carencia y muchos de nosotros lo extrañamos. La importancia de la lengua española lo requiere.

P.—¿Cuál sería la elección entre sexo y género al completar un cuestionario?

R.— Personalmente, elegiría sexo al poner un cuestionario. El sexo es un concepto, aunque también problemático, que se puede considerar biológico.

El género, tanto biológico como anatómico y fisiológico, ha evolucionado para convertirse en una palabra gramatical dentro del ámbito de la gramática. Sin embargo, ahora se ha extendido a otros ámbitos y tiene implicaciones sociológicas y psicológicas.

P.—Cuando se nos pregunta sobre nuestra edad y sexo en un cuestionario, solemos responder sin problemas.

R.—Reconozco que la cuestión es complicada en términos de si realmente existen solo dos sexos o si hay más opciones. Si tuviera que diseñar un formulario impreso, seguiría utilizando la categoría de "sexo", como se hacía antes. Antes incluso se utilizaba la abreviatura V-H para referirse a varón y hembra, pero hoy en día esto resulta ofensivo y nos lleva a reflexionar sobre el feminicidio, el homicidio de mujeres.

P.—El feminicidio.

R.—Sí, el feminicidio. Es una palabra interesante, porque se trata del asesinato o homicidio de una mujer debido a su condición de mujer, ¿verdad? Si un ladrón atraca un banco y la policía llega y se produce un tiroteo en el que una cajera del banco resulta herida por un disparo del ladrón, eso no sería considerado un feminicidio. Por lo tanto, me parece lógico que exista esta palabra. El caso del homicidio es diferente, ya que "homo" no significa hombre, sino ser humano. Hay cierta confusión porque la palabra "hombre" tiene dos significados: ser humano y varón. Entonces, está claro que en ocasiones puede tener diferentes interpretaciones.

P—Hay normas que no se pueden transgredir, incluso en la lengua.

R.—Se está haciendo mucho con los mensajes de WhatsApp, esa necesidad de correr y ahorrar palabras o escribirlas incorrectamente. Debemos ser indulgentes y comprender lo que está sucediendo. Es simplemente un código diferente.

Los jóvenes que pasan todo el día utilizando sus teléfonos móviles y enviando mensajes de WhatsApp a una velocidad increíble, algo que personalmente envidio porque yo no puedo hacerlo con ambos pulgares. Cuando están redactando un examen, utilizan un código distinto al que emplean cuando están manejando WhatsApp. Es crucial que sean conscientes de que son códigos diferentes y eviten mezclarlos, para evitar que uno invada el terreno del otro.

La charla termina con la promesa, a propósito de Rosa para página, de tomar la iniciativa para que la palabra “Podcast” ingrese en el diccionario académico.

Puedes escuchar la entrevista en Youtube y Spotify.

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