Tener una cita con Vanessa Monfort, es un lujo. Ella se define como escritora y dramaturga, ninguna de las dos cosas van separadas, porque se sostienen, se alimentan la una de la otra. Con el Premio Primavera de Novela 2025 que acaba de recibir, rescata a una mujer, mejor dicho a tres generaciones de mujeres muy inteligentes y cultas, a quienes se las juzgó en una época en la que eras culpable mientras no demostrases lo contrario. Ellas tenían la formula de un veneno, un agua, el de la Toffana, inolora, insabora, e incolora, pero tenía un añadido mortal.
"Giulia Toffana Boticaria, hija del alquimista Teophania d'Adamo, su propia hija Gironima Carrozzi, la astróloga de la Lungara y su amiga del alma Giovanna de Grandis, antigua prostituta, son escoltadas por la Guardia del Santo Oficio para ser interrogadas, al tiempo que las mujeres gritan: ¡Se han llevado a la Toffana! ¡Libertad para la Toffana!
P—¿Qué te llevó a interesarte por la figura de La Toffana, tan polémica como fascinante?
R.—Siempre me atraen los personajes rescatables y desconocidos de la historia, incluyendo no solo a las heroínas, sino también a las villanas, quienes también han contribuido a la historia de la humanidad. En el caso de Giulia Toffana, me intrigó cómo se pudo borrar el escándalo de uno de los juicios más mediáticos de la época, especialmente porque era una asesina en serie en un momento en que las mujeres no tenían voz ni voto. Además, me pregunté cómo una mujer siciliana logró llegar a Roma, infiltrarse en la corte y organizar una red que se enfrentaba al feminicidio y al papado. Esto me llevó a buscar respuestas a estas preguntas.
P.—La primera psicópata de la historia, que llegó a serlo por aquello que vivió.
R.—El tema de la psicopatía me parece controvertido entre psiquiatras forenses, quienes sugieren que puede surgir de la violencia o la falta de educación o de empatía durante la infancia. En el caso de Giulia Toffana, su psicopatía está vinculada a la muerte de su madre, Teophania d´Adamo, quien fue ajusticiada por envenenar a su padre cuando Giulia tenía 13 años. Teophania, una alquimista, aparentemente actuó en defensa propia al asesinar a su marido, siendo víctima de maltrato, y su hija fue refugiada por monjas.
Tras crear un veneno potente, decidió envenenar a su esposo, sacrificándose para salvar a su hija, aunque era consciente de que el veneno dejaría rastros. Esta situación me lleva a reflexionar sobre cómo la violencia puede generar más violencia. A menudo, las víctimas de maltrato prefieren considerarse supervivientes en lugar de víctimas. En este contexto, veo a Giulia Toffana como una superviviente y asesina que se enfrenta al feminicidio, que era legal en su época.

P.—Teofania era además de alquimista y boticaria, era una mujer muy intelectual. Llama la atención.
R.—Sí, Teophania d´Adamo era una mujer con formación y dedicación, y su proceso de elaboración de venenos y medicinas fue de prueba y error. Esto resalta su faceta intelectual, en un tiempo donde las mujeres no tenían reconocimiento en el ámbito científico. A pesar de los grandes avances del Renacimiento, las mujeres enfrentan un gran desconocimiento y limitaciones. La época de Teofania, marcada por guerras y plagas, como la Guerra de los Treinta Años, también trajo un retroceso en la igualdad y derechos de las mujeres, obligándolas a perder acceso a conocimientos que antes poseían.
Las mujeres eran parteras y excluidas de muchos ámbitos de la medicina. En respuesta a esto, se demonizaba a las mujeres con conocimiento, llamándolas brujas y atribuyéndoles prácticas oscuras.
P.—En este contexto de represión, Giulia Toffana, hija de Teofania, creció bajo la influencia de estas leyes restrictivas, donde la moral y la fe dominaban la sociedad.
R.—Sí.Giulia Toffana se destacó por mejorar la fórmula de su veneno, el Aquatoffana, haciéndola indetectable en el cuerpo. Su enfoque no solo se limitó a crear un veneno letal; también desarrolló una serie de remedios destinados a empoderar a las mujeres en una época en la que habían perdido su derecho a conocer sus propios cuerpos. Las mujeres, muchas veces obligadas a parir en ciclos de 24 meses y a amamantar a los hijos de las clases altas, necesitaban desesperadamente formas de controlar su vida y su salud.
Para atender a estas necesidades, Toffana comenzó a distribuir sus productos en los barrios humildes, como el Trastevere, y lo hacía de forma clandestina, ya que su identidad debía permanecer oculta. Utilizaba un modelo de negocio que podría compararse a una venta piramidal, donde las clientas se convertían en vendedoras, ayudando a expandir su red de distribución.
La época en la que vivía Toffana estaba marcada por una gran violencia de género. Las leyes favorecían a los hombres, lo que resultaba en un contexto donde el feminicidio era legal, permitiendo a los hombres matar a sus esposas sin repercusiones, siempre que pudieran demostrar una supuesta infidelidad. Esto se reflejaba en las alarmantes estadísticas de muertes de mujeres jóvenes en Roma, muchas de las cuales morían debido a "accidentes" domésticos o complicaciones en el parto tras ser obligadas a casarse con hombres significativamente mayores.
Además de su veneno, Toffana fabricaba tratamientos de fertilidad y fórmulas abortivas para que las mujeres pudieran tener cierto control sobre su natalidad. La complejidad de sus productos requería un profundo conocimiento de la química, que se obtenía a través de años de experiencia y experimentación. Se ha especulado sobre los métodos que utilizaba para elaborar el Aquatoffana, que requería destilación cuidadosa y un conocimiento avanzado de metales pesados. Este veneno podía administrarse en dosis pequeñas y se mezclaba fácilmente con alimentos y bebidas, siendo totalmente insípido e inodoro, lo que lo hacía aún más peligroso.
El nivel de habilidad y conocimiento que poseía Toffana es impresionante y refleja su posición única en un tiempo en el que las mujeres no eran reconocidas como intelectuales. Así, a pesar de ser considerada una asesina, Toffana también representa la lucha por la autonomía femenina y el desafío a un sistema opresor. Su legado destaca no sólo como un hecho criminal, sino también como un símbolo de resistencia y supervivencia ante un contexto profundamente desigual.

P.—¿Es una asesina una víctima o una justiciera?
R.—Yo considero a Giulia Toffana como una víctima de las circunstancias, pero también la veo como una justiciera y una asesina. Me resulta interesante compararla con el Joker; aunque es una asesina, no estoy tratando de excusar sus acciones. En mi opinión, lo más fascinante de los personajes es que poseen luces y sombras, y a menudo son víctimas de su época. Toffana, en particular, parece haber encontrado una forma de liberarse, y siente que tiene una misión que cumplir, no solo para ella misma, sino también para otras mujeres en su situación.
Reflexionando sobre el concepto de justiciero, es intrigante cómo a menudo los personajes que matan a otros considerados "malos" tienen sus propias justificaciones.
P.--Stefano Bracchi, el Inquisidor que persigue a Toffana, es un buen ejemplo de esto.
R.-- Él utiliza métodos brutales y tortuosos en su labor, convencido de que está haciendo lo correcto al purificar a la sociedad. En la época de la Inquisición, el sistema legal era muy diferente al actual; uno era considerado culpable hasta que se demostrara lo contrario, lo que generaba una enorme presión sobre los acusados.
Además, la Inquisición permitía que cualquier persona denunciara a otra, lo que a menudo conducía a abusos. Era una era en la que la justicia estaba marcada por la desconfianza y la sospecha, y las herramientas para una defensa efectiva eran escasas. Lo que resulta fascinante es que, a pesar de las deficiencias del sistema, los juicios eran meticulosamente documentados, con notarios y asesores científicos presentes en las investigaciones. Esta aparente rigurosidad contrasta con la brutalidad de los métodos utilizados y el sufrimiento de las personas involucradas, revelando la complejidad y la crueldad de la justicia de aquel tiempo.
Por todo esto, me interesa profundamente explorar las motivaciones y las contradicciones de personajes como Toffana, que viven en un mundo donde la línea entre el bien y el mal es difusa y donde las decisiones que toman están marcadas por su contexto y experiencias personales.
P.—¿Qué puedes contarme del antagonista, de Stefan?
R.—Es interesante observar cómo los personajes, en ocasiones, reflejan similitudes que no desearían. Por ejemplo, el antagonista, el Inquisidor Stefano Bracchi, también muestra una doble moral y se enfrenta a sus propios cuestionamientos, a pesar de que se juzga menos a sí mismo que a Toffana.
Bracchi es el personaje que más evoluciona en la novela, ya que se da cuenta de las fracturas en sus métodos y en su manera de pensar.
No hay claros buenos o malos, ya que todos los personajes persiguen una misión. Stefano Bracchi está convencido de que su tarea, encomendada por el Papa, es limpiar Roma de herejes y cumplir con la justicia divina, creyendo que torturar y perseguir la verdad es necesario para salvar almas, lo que refleja un enfoque maquiavélico. De manera similar, Toffana también está convencida de que al asesinar a 600 hombres está contribuyendo a crear un mundo mejor.
P.—La abadesa de los siervos de María, la mejor clienta.
R.—La abadesa del convento utiliza fórmulas abortivas, lo que me hace cuestionar hasta qué punto es consciente de la fabricación de venenos letales. Se le encomienda cuidar a una niña huérfana que ha vivido el drama de su madre, lo que convierte a la abadesa en un personaje ficticio, pero representativo de muchas mujeres de la época que optan por la clausura voluntaria. Esto también me permite reflexionar sobre las místicas que luchaban en ese tiempo y sobre cómo algunas mujeres, como Arcangela Tarabotti, eran encerradas en conventos por sus familias debido a la falta de dote.
Reconozco que los conventos podían ser tanto cárceles como refugios para aquellas que no deseaban casarse y tener hijos. En Roma, los conventos y monasterios eran espacios importantes de refugio. Aunque sé que estas mujeres fueron acogidas en un convento, no tengo claro cuál fue. Además, me han comentado que, como parte de la damnatio memoria, sus cuerpos no recibirán lápidas ni se conservarán registros de su existencia. Según un notario, sus cuerpos fueron arrojados a las tapias del convento que las acogió, indicando que, entre las llamadas de la Inquisición, se encontraban en una zona franca.
P.—Roma es el personaje, sin él no habría esta historia, pero cómo ha conseguido meternos en esta época barroca.
R.—Roma, era un lugar oscuro y pervertido, pero al mismo tiempo extremadamente interesante. Los pintores llegaban a Roma en busca de mecenas, libertad y la oportunidad de dar rienda suelta a sus fantasías sexuales, además de consumir opio y otras sustancias. La pobreza y la desigualdad eran evidentes, y el Coliseo había sido transformado en un vertedero municipal, donde se extraía piedra para construir otros edificios, reflejando así la decadencia y el hampa que coexisten con la riqueza.
Me sentí atraída por la idea de sumergirme en este paisaje complejo y levantar la catedral que representa este contexto, además de explorar Palermo, que también tenía su propia historia rica y única. La historia de estas mujeres es especialmente intrigante porque no hay crónicas, novelas ni obras de teatro que documenten su juicio, lo que me brinda la libertad de imaginar los huecos que la historia ha dejado. Así, puedo explorar sus razones, personalidades y la valentía que les permitió atreverse a actuar en un contexto tan desafiante.
Es importante señalar que estas mujeres eran extranjeras en Roma, ya que en ese momento no había una unificación italiana y provenían del sur, lo que les confería un estigma similar al de los "bárbaros". Durante una conversación con un periodista romano, me comentó que, en aquel entonces, eran vistas como supersticiosas y pobres, y que esa percepción aún perdura en algunos aspectos. A pesar de esta imagen negativa, Toffana realiza algo realmente fascinante al conectar a través de su veneno tanto a la alta como a la baja sociedad, algo que en esa época era casi inconcebible. La forma en que logra infiltrarse en la corte romana es un verdadero misterio que añado a mi narrativa.
P.—El misterio es que las mujeres, sean de la baja o de la alta sociedad, perseguían el mismo fin. Y sufrían lo mismo.
R.--Efectivamente, en esa época, la condición de las mujeres, sin importar si eran condesas, era similar: todas eran consideradas propiedad. Como señala Donna Olimpia, estas mujeres eran vistas como vehículos para la circulación de riquezas. En realidad, no heredan nada; su dote pasaba a su marido. Tras su muerte, el hombre de la familia más cercano se hacía cargo de ti para asegurar que las riquezas y las negociaciones de las dotes continuaran fluyendo. A medida que se elevaba el estatus social, este sistema se convertía en una herramienta para crear alianzas y relaciones políticas.
P.— Giovanna de Grandis.
R.—Me apasiona el personaje de Giovanna de Grandis, una mujer sumamente inteligente que desempeña un papel crucial en la trama. Ella es un personaje histórico que es descubierto en el acto con el agua Toffana, lo que desencadena el juicio y lleva a desarticular toda la red de envenenamientos. A pesar de su pasado como ex prostituta, la veo como una figura leal y esencial en este contexto. Aunque el verdadero cerebro criminal es Toffana, Giovanna actúa como un filtro en las interacciones sociales, primero en el Trastevere y luego entre las burguesas, facilitando la distribución del veneno.
Además, me interesa la figura de Gerónima, la hija de Toffana. En algunas fuentes, se cuestiona si realmente era su hija biológica o si simplemente se referían a ella como "hija" en un sentido más amplio, como podría ser el de una discípula. Es fundamental entender que, mientras Giovanna y Giulia controlan el negocio, es Jerónima quien comienza a expandirlo al introducirse en la nobleza. Esta expansión eventualmente la lleva a enfrentar el juicio, lo que añade una dimensión interesante a su personaje.
Por otro lado, conecto a Giovanna con figuras como Caravaggio para dar un contexto más rico a la época. Las mujeres en ese tiempo, sin protección, generalmente terminaban en un convento o como prostitutas. Si eran huérfanas, como Toffana, se les negaba la herencia de propiedades. Así que pensé que era muy probable que Toffana se hubiera refugiado en un convento en algún momento de su vida.
P.—¿Qué harías ya para terminar si tuviéramos la fórmula de la Toffana?
R.—Solamente rezaría a todos los astros para que no diera con ella a Putin.

Escucha la entrevista en Spotify y Youtube. Vanessa Monfort, tiene mucho que contarte.
Entrevista: Rosa Sánchez de la Vega
Editor de sonido: Manuel Muñoz