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«La diferencia entre prostitución VIP y otros trabajos sexuales es una división de clases que me parece despreciativa»

«La diferencia entre prostitución VIP y otros trabajos sexuales es una división de clases que me parece despreciativa»

"La muerte ajena" Claudia Piñeiro (Alfaguara)

viernes 18 de julio de 2025, 09:27h

“Cuerpos descartables: cuando matan a una mujer, el cuerpo aparece en lugares de basura.”

Claudia Piñeiro, autora clave de la narrativa argentina actual, regresa con Una muerte ajena, una novela que explora las grietas del poder patriarcal, la memoria histórica y el cuerpo femenino como territorio de disputa. La historia arranca con la impactante caída de una joven escort de un quinto piso, un hecho que desata una investigación personal y profesional para su hermana periodista, revelando secretos familiares ligados a la dictadura, la prostitución VIP y el uso político y social del cuerpo de las mujeres. La novela desnuda cómo esas mujeres, controladas y descartadas por un sistema que las explota, representan un reflejo brutal de la violencia y desigualdad de nuestra sociedad.

P. — La novela arranca con una escena impactante, una joven que cae desde un quinto piso. ¿Por qué decidiste empezar de forma tan abrupta?

R. — Siempre empiezo con una imagen disparadora que no es para precalentar al lector, sino para captar su atención. Luego está el desafío de sostener esa atención. Me gusta que el lector vaya descubriendo qué pasó. En esta novela, que se divide en tres partes con tres versiones diferentes de los hechos, arranco con esta caída.
Estas imágenes disparadoras suelen aparecerme como sueños, sin saber por qué. En este caso, la imagen estuvo ligada a un caso real en Argentina donde un empresario cayó y no se aclaró lo que pasó. Mi ficción no tiene nada que ver con ese caso ni con esos personajes, pero esa imagen me impactó mucho.

P. — El libro presenta tres puntos de vista diferentes y desde el principio invita a replantear qué ocurrió en esa caída aparente. ¿Quién es la víctima?

R. — La historia es sobre dos hermanas que no se conocen porque una es periodista y el padre las abandonó cuando la periodista tenía 15 años para formar otra familia. La otra hermana es una chica escort.
La periodista se entera temprano de la noticia de la caída y se fastidia porque sabe que le pedirán que hable sobre esa nota, que probablemente solo alimentará el morbo sin información concreta. Pero mientras hace su programa, surgen datos que le permiten darse cuenta de que la mujer que cayó es su hermana. Entonces deberá decidir si se involucra en la investigación, tanto como periodista como desde lo personal.

P. — Hay una tensión entre la profesión de Verónica y su vida personal. ¿Qué la transforma más: la investigación o el descubrimiento del vínculo?

R. — Creo que el descubrimiento del vínculo. Para ella ese vínculo estaba dormido o muerto. Toda esta situación le despierta una relación que no aceptaba. Al principio, le cuesta reconocer que es su hermana y empieza a cuestionarse qué fue la vida de esa chica con ese padre que tuvieron ambas, que terminó trabajando en el trabajo sexual y de manera tan peligrosa.

P. — Juliana está muerta, pero tiene una voz muy importante en la novela.

R. — Sí, es la primera vez que doy voz a un muerto. En Catedrales había una chica muerta, pero no le di voz porque allí era necesario que los vivos buscaran responsabilidades. En esta novela me pareció interesante darle voz a Juliana, especialmente porque es una voz en un estado particular: el encerramiento. No es coma, pero es un estado en terapia intensiva sin posibilidad de hablar o moverse, aunque con cierta conciencia.
Fue difícil armar esa voz; investigué con psicólogos qué tipo de tareas mentales se pueden hacer en ese estado, que no está muy estudiado porque los que vuelven no recuerdan bien qué pasó. Hay una fantasía sobre qué tipo de relaciones mentales pueden darse en esa situación.


P. — Vamos con esta muerte ajena en la que creo que el cuerpo femenino aparece también como un territorio de disputa. Creo que es el centro realmente de la historia.

R. — Sí, está el cuerpo femenino y además hay una línea histórica en esa disputa. Porque el personaje empresario que está reunido con esta chica escort, que termina cayendo por una ventana, viene de una familia con un tío que tuvo prostíbulos VIP y un tío abuelo militar durante la dictadura argentina, acusado de violar prisioneras detenidas y desaparecidas. Ahí hay una línea histórica y familiar donde los abusos a las mujeres han sido parte.

P. — Estás hablando de Santiago Sánchez, un personaje ficticio. Es un empresario que representa ese poder patriarcal.

R. — Sí, es un poder patriarcal heredado y autorizado por la historia familiar. Parece que uno es mejor porque no fue militar en la dictadura, pero toma estas cosas como normales, como el uso del cuerpo de la mujer que se dedica al trabajo sexual, porque “para eso está”.

P. — ¿Cuerpos descartables, podríamos decir?

R. — Sí, sin duda cuerpos descartables. Es común, lamentablemente, que cuando matan a una mujer en Argentina, el cuerpo aparece en lugares de basura. Usamos esa palabra para referirnos a los feminicidios, cuerpos descartables. Suena duro, pero es una realidad.

P. — ¿Hay un cuestionamiento dentro del feminismo sobre esto?

R. — Sí, es una discusión abierta que cuesta en el feminismo. En el libro planteo dos posturas: abolicionismo y regulacionismo. Leí un libro con testimonios de mujeres a favor y en contra, trabajadoras sexuales, y también vi testimonios en YouTube.
Las dos posturas tienen argumentos válidos y, como le pasa a Verónica, la protagonista, escuchás uno y parece correcto, escuchás otro y también. Hay una incomodidad sin resolución definitiva. Yo no soy abolicionista, pero respeto que cada mujer elija hacer trabajo sexual. Algunos argumentos abolicionistas son válidos, como la trata de personas, que es un delito y debe combatirse, pero no siempre el trabajo sexual implica trata. Muchas mujeres trabajan por su cuenta, incluso con plataformas como OnlyFans.

P. — ¿Qué dices del argumento de que las mujeres no son libres para decidir?

R. — Sí, es un argumento fuerte: que muchas llegan a esto tras situaciones límites sin otra forma de mantenerse. Pero cuando escuchás a las trabajadoras sexuales, te preguntan: ¿por qué asumís que no lo elijo libremente? Por ejemplo, limpiar baños o trabajar en minas también son trabajos duros y se eligen libremente. Hay un prejuicio hacia el trabajo sexual. Si una mujer dice que lo elige libremente, hay que respetarlo y no invalidar esa elección.

P. — Polarizamos todo; estoy a favor o en contra. ¿Crees que también tenemos esa visión diferente cuando hablamos, por ejemplo, de prostitución VIP frente a otra prostitución?

R. — A mí me molesta esa separación porque me parece despreciativa hacia la trabajadora sexual. No es separar y decir “yo soy escort y no prostituta”. La escort decide si quiere o no tener relaciones, pero si viaja en un barco con empresarios, será difícil decir que no a lo que quieran. Me parece una diferenciación de clase que no me gusta, aunque entiendo que algunas mujeres quieren aclarar que no siempre tienen sexo, porque en la prostitución básicamente es para eso. Pero desde afuera parece que hay un prejuicio de clase en esa distinción.

P. — Juliana se mueve en un sistema donde las mujeres están completamente controladas por el poder.

R. — Sí, las mujeres de esta prostitución VIP tienen sus sugar daddies, que las mantienen, les ponen departamento, las ayudan a estudiar, pero a la vez son dueños de ellas y de sus cuerpos, y cuando no les sirven más, las desechan. Muchas veces estas mujeres son puestas con personas por servicios de inteligencia para obtener información. Son doblemente usadas: por los servicios y por el hombre que las usa, y hay una situación de muchísimo peligro para ellas.


P. — Leticia Zambrano es la mentora de Verónica. ¿Qué me puedes decir de ella?

R. — Verónica es una periodista que honra mucho su oficio y le molesta el periodismo liviano, con menos investigación o más uso de inteligencia artificial. Ella aprendió de Leticia Zambrano, su mentora y primera jefa, aunque esa relación empieza a resquebrajarse porque siente que Leticia no siempre ha sido honesta con ella, generando fricciones. Leticia, que estaba dedicada al periodismo gráfico, termina yéndose a la radio. Hay también una competencia entre ellas, pues en el periodismo gráfico a veces se ve la radio como otro tipo de periodismo, y Leticia cree que su jefa piensa eso.

P. — ¿Qué tipo de masculinidad tiene o representa Pablo?

R. — Pablo Ferrer, pareja de Leticia, representa a esos hombres que creemos aliados pero que muestran su lado oscuro. Es un escritor que se cree muy bueno y literario, pero sin éxito porque dice que la gente no lee literatura “demasiado buena”. Se siente incómodo porque Verónica es la exitosa en la pareja, la que trabaja y trae ingresos, mientras él piensa cosas que nadie leerá. Parece cómodo con esto, aunque a lo largo de la trama se ve que al poder pasar al otro lado del éxito, muchos lo hacen.

P. — ¿Qué responsabilidad crees que tienen las instituciones en casos como el de Juliana?

R. — La justicia, institución fundamental en un Estado democrático, debería actuar correctamente. En el caso real que me impactó y que inspira la historia, aún no se sabe lo que pasó y parece que nunca se sabrá. Las instituciones muchas veces llegan tarde o no llegan. Por eso el título, Una muerte ajena, porque cuando las muertes son cercanas se mantiene la presión social para que la justicia responda, pero en casos que se olvidan, el proceso se vuelve lento si no hay alguien detrás persiguiéndolo. Esa “muerte ajena” refleja cómo protegemos la distancia, pensando “a mí no me puede pasar porque no soy eso”, y así la negamos.

Para Verónica, esa muerte podría ser un incordio, una muerte ajena, hasta que se da cuenta de su relación con la víctima, y entonces deja de serlo.

P. — ¿Qué papel tienen la maternidad y la orfandad en Una muerte ajena?

R. — Leticia no tiene hijos ni habla del tema, parece no tener deseo de maternidad, al menos en la historia. Tiene una madre con quien tuvo una relación simbiótica tras el abandono del padre. La madre reforzó un “nosotras” para protegerse, aunque el padre simplemente armó otra pareja. Verónica con el tiempo entiende que ese “nosotras” no era tal. La maternidad aquí es ambivalente: su madre se preocupó por ella pero hubo un juego perverso que la perjudicó.

La madre de Juliana, que es la mujer con la que se fue su padre, en principio parece tratar mal a Verónica, incluso llamándola prostituta, pero luego se entiende que hay una historia más compleja, quizá con un amor no aceptado y no necesariamente con maldad. Hay distintas maternidades.

Juliana, que decide ser escort, representa la prostitución en chicas jóvenes de clase media, algo que antes no se pensaba tanto. Es un fenómeno creciente, especialmente tras la pandemia, con generaciones sin esperanza de futuro: antes estudiar y trabajar implicaba poder comprarse una casa y vivir sola; hoy eso es casi imposible.

Ante esta realidad, los ingresos rápidos y aparentemente fáciles se vuelven atractivos. Los varones se vuelcan a criptomonedas y juegos online, muchas chicas a OnlyFans y trabajos relacionados con el trabajo sexual —no siempre escorts—, que pueden incluir fotos o textos para ganar dinero rápido.

A veces es para un objetivo concreto, como Juliana, que quiere pagar un viaje de egresados y hacerlo por un tiempo para luego dedicarse a otra cosa. Pero cuando ese dinero es mucho mayor al que podrían ganar en trabajos tradicionales con largas jornadas, es difícil dejar ese trabajo por la injusticia del mercado laboral.

P. — ¿Qué opinas de esa exposición en redes sociales, por ejemplo ese “mercado” que mencionabas?

R. — Me parece muy explícito, no necesariamente tienes que ir a OnlyFans. En Argentina, por ejemplo, hubo un caso donde muchas chicas escort tenían como clave aparecer en una pileta con un cisne de uretano. Salió un caso famoso con un personaje político muy importante y una chica escort que puso fotos con él; se dice que los servicios de inteligencia la contrataron para que las subiera, porque sino era raro que ella lo delatara así. Ese cisne se volvió una clave; luego borraron las fotos para evitar confusiones. Hay fotos y mensajes que evidencian un ofrecimiento, aunque los mensajes privados no se ven. No tengo dudas que en redes como Instagram también hay ofrecimiento de sexo.

P. — Entiendo que sabes interpretar esos mensajes, pero ¿qué pasa con las chicas cada vez más jóvenes, adolescentes, que se muestran así sin saber el riesgo?

R. — Hay mucha inocencia frente al riesgo. Por eso se necesita mucha docencia, en las escuelas y en las familias. Hay una exposición clara y muchas veces son chicas que con inocencia suben las fotos. Es triste porque pueden caer en manos de alguien que les haga daño. Es un tema para conversar en familia y en las escuelas.

P. — ¿Qué papel tienen los medios cuando hay muertes como la de Juliana? ¿Y qué papel tiene la sociedad?

R. — Hoy hay más protocolos sobre cómo informar muertes, suicidios o casos similares. En la novela, cuando aparece la noticia, Verónica se siente incómoda porque sus compañeros, supuestamente hombres feministas, hacen comentarios fuera de lugar. Somos muy exigentes con cómo se dicen las cosas y me parece bien; hay cosas que ya no se pueden decir ni mostrar. Por ejemplo, no se debería usar más “crimen pasional” ni mostrar imágenes explícitas, porque eso solo atrae morbosos. Esto no solo pasa con crímenes de este tipo, también con accidentes y otros crímenes.

P. — ¿Qué te pasó emocionalmente mientras escribías esta historia?

R. — Me sentí muy ligada a Verónica y a ese desamparo que ella tiene. No es solo pena, es un dolor que estaba casi convertido en callo, y la novela abre ese dolor. Pero lo hace para reparar, aunque hay que transitar ese dolor primero. Ella lo tenía controlado y yo, con la novela, quise descontrolarlo.

P. — ¿Fue esa la parte más difícil, abrir ese dolor?

R. — Sí, me costó mucho imaginar cómo Verónica se volvería a vincular con su hermana. No quería un final demasiado feliz ni simplista, porque sería engañar al lector. Hay que buscar qué se puede corregir en esa relación y qué no.

P. — ¿Qué papel juega la memoria para cada personaje?

R. — La memoria es fundamental para nosotros en Argentina. Pasamos por una dictadura con desaparecidos y niños apropiados, así que la memoria es algo que cuidamos mucho. Aunque ahora con algunos gobiernos de ultraderecha está cuestionada, hay una gran resistencia social para mantenerla, porque siguen existiendo niños apropiados que no saben su origen.

Algunos personajes quieren sostener esas memorias, como la hija de Sánchez Pardo, el hombre involucrado en la situación donde Juliana cae por la ventana. A pesar de pertenecer a esa familia, ella intenta mantener la memoria de lo que le pasó a su novio, su tío abuelo y su padre. Otros prefieren taparlo todo porque les conviene más.

Ella misma dice que cuando volvió la democracia, su familia quiso despegarse del lado militar, no hablaban del tío militar porque son empresarios agropecuarios, pero ella no quiere olvidar esa parte porque recordando puede solucionar cosas familiares; si no, todo queda tapado, y es parte de su historia.

P.—¿Tú crees que de esos niños que todavía no saben quién son realmente su madre, enterarse sería, o sea, sería lo mejor, por supuesto, pero no crees que hay una especie de protección ciega para que no se sepa?

R.—No creo que sea solo para que no se sepa, sino para evitar políticamente que un niño apropiado conozca su verdadera madre. Siempre es mejor que sepan la verdad, aunque en muchos casos hayan sido criados por personas vinculadas directamente con quienes desaparecieron a sus padres, lo cual es muy perverso. Hay casos más “inocentes”, donde la familia adoptiva no tenía relación con la dictadura y desconocía el origen del niño, como el nieto de Estela de Carlotto, la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo.

Además, en Argentina hay un banco genético gestionado por las Abuelas, donde se comparan los ADN de personas que sospechan ser hijos de desaparecidos. Muchas personas adultas se animan a llamar para saber si fueron apropiados, especialmente después de eventos culturales como la serie “El Eternauta”, que generó un aumento significativo en estas consultas.

El proceso de búsqueda es muy cuidadoso y respetuoso: no se revela la identidad si la persona no quiere saber, ni se obliga a mantener relación con la familia biológica. Simplemente se les comunica la verdad y comienza un camino personal de descubrimiento y aceptación, que implica distintas etapas, tiempos y dolores, especialmente para quienes descubren que su historia es otra a la que conocían.

Escucha la entrevista en Spotify y Youtube.

Emtrevista: Rosa Sánchez de la Vega

Editor de sonido: Manuel Muñoz

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